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“Somos los últimos mohicanos”

Aitor Guenaga

Sestao —

El 16 de julio es un día especial para los marineros, es la Virgen del Carmen, patrona de Santurtzi, a un paso del astillero de Sestao, donde se han encerrado el comité de empresa del astillero y los trabajadores de La Naval. Son las diez de la noche. El astillero está en calma esta noche. Demasiada. Pero aquí nadie se encomienda ya a la Virgen. El tiempo de las rogativas quedó atrás, las familias de los trabajadores quieren hechos. Y sobre todo buenas noticias que sepan a futuro y no a desmantelamiento. La Naval no huele a resignación.

Txema Belón, miembro del comité de empresa, nos abre el portón de La Naval. El día ha ido raro. Ha amanecido bueno, pero las nubes se han ido haciendo un sitio conforme avanzaba la mañana. Y la lluvia. Y los malos presagios. Pero la noche está más clara. Aquí, las últimas noticias no han funcionado como bálsamo para las familias que saben que hoy miércoles se la juegan en Bruselas. El hecho de que la Comisión Europea pueda decidir pedir a los inversores la devolución de las ayudas de 2007 a 2011 en lugar exigirlas desde 2005 no convence a nadie. “Es igual, si se mantiene la multa eso va a afectar a la viabilidad del sector. Esto es como un taburete de tres patas: los inversores, los astilleros y los armadores. Si falla una, el negocio se hunde”. El que habla es Karlos. Con más de 30 años a sus espaldas haciendo barcos, este delineante de ingeniería de acero está ahora trabajando en el dique. No transpira ni un ápice de resignación.

-¿Y si mañana Bruselas confirma que el expediente sigue adelante? La pregunta flota en el ambiente.

“He vivido otras reconversiones, pero esta es la peor. Si esto se cierra, no tenemos ninguna salida. Aquí en la comarca con más paro de toda Euskadi y en Sestao. Es lo único que sabemos hacer, barcos. Pero no nos resignamos, nos resistimos a ponernos en lo peor”. Karmelo, 47 años, barba cerrada, es delineante, aunque ahora trabaja de ajustador en el astillero. Lleva la voz cantante en la conversación. Junto a él está Txetxu, electricista con ojos claros y parco en palabras. “Somos los últimos mohicanos”. No parece una mala definición.

En el interior del astillero hay buen ambiente. Los miembros del comité han comenzado a organizarlo todo a partir de las ocho de la tarde. Será una noche larga. Karmelo, Txetxu y Karlos preparan la pancarta que sacarán este miércoles. Los tres llevan más de 30 años en La Naval. Empezaron de aprendices y llegaron a delineantes y electricista en un astillero que en sus más de 100 años de historia ha construido centenares de barcos, dragas gigantesca, gaseros.. “El último salió el pasado mes de febrero. Un Fall-Pipe, esos barcos que se emplean para tirar cables transoceánicos. ¡Era como ver la popa del Titanic!”, recuerda Txetxu con cierto orgullo.

“Sector Naval, resistirei, resistirei”

No es un encierro al uso. Apenas sin durará 24 horas. Casi no hay sacos de dormir. La gente se ha repartido por los locales sindicales. En uno de ellos, aparece el anterior alcalde de Sestao. José Luis Marcos Merino. Sorprende la energía de los encerrados. Nadie se quiere poner en lo peor. Cuando el astillero de Astano estaba en lucha, el grupo gallego Os Resentidos de Antón Reixa facturó un tema con el título 'Sector Naval'. La letra era inequívoca: “Sector naval, napalm. Hei Hei, resistirei, hei hei, resistirei”. Pero hoy, en el astillero de Sestao, no suena música. Alguien ha enchufado una radio para oír las noticias. “...Y si la cosa va mal en Bruselas habrá que movilizarse contra el PP y contra el ministerio de Hacienda. Esto con voluntad se puede solucionar”. La voz sale por el altavoz del aparato. Es el presidente del comité de empresa de La Naval, Pedro González. Nadie quiere ponerse en lo peor.

-¿Y cómo lo llevan los hijos, las esposas, la familia?

“Intentas hacer la vida normal. No llevarte el problema a casa, pero...”, Karlos está casado y tiene dos hijos de 12 y 15 años. “El mayor se da cuenta de que las cosas están achuchadas. Queremos que vaya 15 días a Inglaterra a lo del inglés, pero se lo está pensando. Se da cuenta de que la cosa está mal”. Karmelo no tiene hijos. También quiere dar un marchamo de normalidad a todo esto. “Y muchas veces lo consigues”. Pero la espada de Damocles sigue ahí.

Los periodistas llegarán con sus cámaras y sus trípodes a las 10 de la mañana de hoy. El encierro se alargará aun unas horas más, hasta las dos de la tarde. Como larga ha sido la espera desde que en 2011 la noticia de la apertura del expediente por las ayudas incompatibles con la normativa comunitaria de la competencia del sistema 'tax lease' recorriera los astilleros españoles, que emplean a 87.000 trabajadores.

Frente al Vestuario Industrial Auxiliar está Toño. Hace calor. Viene del exterior con una bolsa de hielos. Toño realiza ahora tareas de calderero. Entró de aprendiz hace 30 años y aún se acuerda de lo que le decía su profesor cuando estaba formándose en el astillero: “Tú aprueba que esto es un trabajo para toda la vida”. “Pero ya ves, ya nada es para toda la vida. Pero esto a peor no puede ir, así que hay que seguir luchando”. En el interior del vestuario hay luz. Las taquillas están selladas. Encima, las botas esperan a que el sonido de la sirena traiga consigo a sus dueños. Futuro incierto. Resignación cero.

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