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Cáritas duplica su número de atendidos en Gipuzkoa desde el inicio de la crisis

Leyre González Grande

San Sebastián —

Desde que comenzó la crisis, Cáritas ha duplicado el número de personas que reciben sus servicios de ayuda. De los 12.000 atendidos que cifraban en 2007, se ha pasado a los casi 30.000 que contabilizan a día de hoy mientras existe un “endurecimiento en el acceso a la renta de garantía de ingresos o a la tarjeta sanitaria, que resulta prácticamente inaccesible para determinados colectivos”, según denuncia José Emilio Lafuente, Secretario General de Cáritas Gipuzkoa, en su intervención en los Cursos de Verano de la UPV en el Palacio de Miramar.

Los datos son escalofriantes, 33.000 niños viven en Euskadi en familias con falta de recursos; un 4’5% de la población guipuzcoana vive en pobreza extrema; En 2012, 12.200 guipuzcoanos recibieron la renta de garantía de ingresos, lo que supone un incremento del 13’34% con respecto al año anterior; y en el territorio, 623 personas sin hogar son atendidas en los comedores sociales, de las cuales más de un 60% corresponden a San Sebastián.

Cifras alarmantes, que dejan a los colectivos más desfavorecidos en clara situación de exclusión social en medio de una “crisis de valores” anuncia Lafuente, “que es lo que realmente ha dado lugar a una crisis financiera y una crisis económica”. Así, el modelo en que vivimos en la actualidad “genera pobreza, pero también exclusión y aislamiento ya que está basado en un crecimiento económico en lugar de en el crecimiento humano”.

Colectivos como los inmigrantes en situación administrativa irregular, o inmigrantes en irregularidad sobrevenida por la pérdida de empleo, se encuentran en situación de alto riesgo en la situación actual. Colectivos en los que además, “se extiende una idea de fraude y no merecimiento de ayudas por el rechazo social” mientras “aquí no cuentan con el apoyo de familia y amigos, que suelen ser las primeras fuentes de ayuda en situaciones de riesgo”.

Del mismo modo, las familias monoparentales, las parejas jóvenes de entre 20 y 40 años con salarios bajos y escasa formación, las personas sin ingresos o con rentas mínimas, los desempleados, las personas en riesgo de perder su vivienda, o las familias autóctonas que no llegan a ser beneficiarias de ningún tipo de ayuda por tener algún bien o propiedad “pero que no llegan a fin de mes”, son los grupos de mayor riesgo en una sociedad que Lafuente califica como “más pobre, más fragmentaria y más injusta”.

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