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La última crítica de Podemos en Álava se va tras denunciar “terrorismo interno”

Mari Cruz Polaina

Iker Rioja Andueza

El grupo de Podemos en las Juntas Generales de Álava empezó la legislatura foral en 2015 con ocho escaños y, de los electos en las urnas, seis ya están fuera. Primero dimitió Eduardo Aragolaza descontento con la línea inicial del partido con Koldo Martín como portavoz, luego llegó la destitución de Martín y la portavocía de Arantxa Abecia, más tarde la abrupta expulsión de Martín y sus tres afines por votar en contra del criterio del partido en el debate presupuestario de hace un año -ahora están integrados en el grupo mixto- y este miércoles se ha confirmado la renuncia de la que fuera presidenta del grupo, Mari Cruz Polaina, quien en su momento se adhirió a algunos de los manifiestos de los críticos aunque formalmente continuó en el partido al estar de baja laboral y no participar en las instituciones durante 14 meses. Polaina se ha querido despedir con una dura carta en la que no ahorra en descalificativos hacia la formación morada y especialmente hacia la portavoz en el Parlamento alavés, Abecia, a la que acusa de “terrorismo interno” y “violencia psicológica”.

“El compromiso electoral hablaba de rescate ciudadano, luchar contra la corrupción, empoderamiento, participación, derechos humanos y sociales, ... [Pero] Erramos la dirección y la carga de nuestros cañones. Permitimos la práctica de un canibalismo interno voraz a la vez que fuimos facilitando la entrega en fascículos a los medios [...]. Ante el dilema ético de seguir y, por lo tanto, participar en un fraude a la ciudadanía, por lealtad a la promesa electoral, por honestidad hacia aquellas que prestaron su voto y por coherencia con los valores que porto, opto por renunciar. No colaboraré en el incumplimiento del proyecto político y anuncio mi desobediencia”, apunta Polaina, que ha difundido su adiós tanto por escrito como por Youtube.

Polaina, encuadrada en el sector anticapitalista del partido, denuncia que la promesa de Podemos era “situar a las personas en el eje” de la acción política y, sin embargo, se ha acabado en la “defensa a ultranza” de la asistencia a 'lunchs' y “celebraciones religiosas”. También apoya a los cuatro críticos expulsados al apuntar que, en contra del criterio mayoritario de las bases, el partido apostó por “vasallaje” hacia el Gobierno foral de PNV y PSE-EE al alcanzar un acuerdo presupuestario a cambio de una abstención. “No vinimos a asentarnos en las poltronas de los escaños, sino a levantar las alfombras y exigir bolsillos de cristal”, repite Polaina, que entiende que “aspirar a ser un buen procurador o procuradora” es “incompatible con ser gente de la calle normal”.

Polaina no participó en la dura batalla interna del grupo de Podemos en las Juntas Generales del pasado año al hallarse de baja, aunque explica que el conflicto se larvó desde el “minuto cero” y que fue ese “entorno de hostilidad y hostigamiento” lo que provocó sus problemas de salud. “No volveré a arriesgar mi salud”, explica. Y añade: “Las diferencias pseudopolíticas se han combatido con ataques a las personas”.

Tras la baja laboral, Polaina regresó a las Juntas Generales en septiembre. En ese momento, el grupo de Podemos ya había quedado reducido de ocho a cuatro escaños, con los críticos encuadrados en el grupo mixto no sin polémica con IU, partido socio de Podemos en el Parlamento Vasco y en las Cortes Generales.

A su llegada, el partido retiró la liberación a Polaina. Es decir, sus ingresos se vieron limitados a las dietas por asistencia a plenos y comisiones. Fuentes de Podemos indican que no fue una venganza política sino “una decisión organizativa” debido a la menor capacidad económica del grupo juntero tras la marcha de la mitad de sus integrantes al grupo mixto. En estas semanas, Polaina ha votado en varias ocasiones en contra del criterio fijado por la portavoz Abecia.

La renuncia de Polaina, sin embargo, es más ventajosa para el partido que el final de la batalla con los cuatro díscolos. Ellos han retenido el escaño y han privado al partido de representatividad y recursos en el Parlamento foral, mientras que ahora Podemos podrá apuntalar su grupo con Iñaki Larrinbe.

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