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La detención de 'Josu Ternera' apenas incide en la sociedad vasca, deseosa de pasar página

La respuesta ciudadana contra el terrorismo creció en los últimos años de actividad de ETA. Foto: Santos Cirilo / Arovite

Eduardo Azumendi

La detención de José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea ‘Josu Ternera’, el último jefe político que tuvo ETA, ha pasado prácticamente desapercibida para la sociedad civil vasca. Desde la tregua de 201,  ya empezó a dar por descontada a ETA, incluso sin que se llegara a disolver de una manera efectiva, algo que ocurrió en mayo del año pasado. El deseo de la mayoría de los ciudadanos de pasar página ha facilitado que esa detención del último exjefe de ETA apenas allá tenido incidencia. Otra cosa bien distinta es a nivel de los políticos, que no han perdido la ocasión para hacer su particular valoración de lo que supone esa detención. Especialmente furibunda ha sido la reacción de la izquierda abertzale (que era previsible). Arnaldo Otegi ha recurrido a un lenguaje que  ya parecía olvidado: “El PSOE nunca defrauda y ésta es su carta de presentación. La única alternativa de los socialistas son la Policía, los jueces y las cárceles”.

Ternera, que se encontraba en paradero desconocido desde 2002, ha sido arrestado en la localidad francesa de Sallanches, en el departamento de Alta Saboya, por agentes de la DGSI (el servicio de inteligencia de la Policía gala) en colaboración con la Guardia Civil.

“ETA forma parte del pasado y así espero que siga”, contesta de forma apresurada J. L. Bastida, mientras apura un café en un céntrico bar de Vitoria. “Tengo 46 años. He vivido los peores años del terrorismo y te aseguro que desde la tregua no me acuerdo para nada de ellos. ¿Qué han detenido a ‘Ternera’? Pues tendrá causas pendientes con la justicia”.

El lehendakari Iñigo Urkullu también tiene claro que la sociedad vasca “está mirando al futuro, un futuro de desarrollo económico y desarollo social”, aunque también mira al pasado de manera crítica.

Lo que parece evidente es que la detención de 'Josu Ternera' no va a incidir en la convivencia de los vascos. ¿Por qué? “Pues porque la situación de Euskadi actualmente, el tema del terrorismo, de la izquierda abertzale y de la convivencia están suficientemente consolidados como para que un hecho así los altere”. Lo dice el expresidente del PSE, Jesús Eguiguren, quien llegó a negociar con el propio Urrutikoetxea hace 15 años una tregua de ETA.

Impacto más mediático que real

El arresto de ‘Ternera’ tiene, sin duda, un impacto más mediático que real en la ciudadanía. “Mira, he escuchado la detención en la radio y no he sentido ni frío ni calor”, comenta Luis V., quien a sus 53 años sí es consciente de que la convivencia plena en Euskadi aún será muy difícil para su generación. “Queda la batalla por el relato, el reconocimiento a las víctimas y la reinserción de los presos. Esas serán las claves en los próximos años, pero para una gran parte de la sociedad ni siquiera cuentan”.

Donde sí ha causado satisfacción la detención de ‘Ternera’ es entre las víctimas de ETA. La presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, recuerda que Urrutikoetxea fue quien protagonizó el anuncio de disolución de ETA el año pasado y asegura que si hubiese sido arrestado antes, “se habría evitado la dolorosa foto” de la banda terrorista “siendo la protagonista de su propio final”.

Esta asociación de víctimas espera “que quien fue uno de los máximos dirigentes de la banda terrorista sea juzgado por todos sus crímenes, incluyendo el atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza del 11 de diciembre de 1987, en el que fueron asesinadas once personas, seis de ellas menores de edad”.

Otro factor para que haya pasado desapercibida la detención es que existe mucho desconocimiento entre las jóvenes generaciones vascas de lo ocurrido durante los conocidos como ‘años de plomo’, cuando ETA asesinaba un día sí y otro también. Por ejemplo, una encuesta de la Universidad de Deusto señalaba que el 50 % de sus universitarios desconocía la matanza del Hipercor de Barcelona, de junio de 1987, la mayor de la historia de ETA, que arrojó 21 muertos. Lo positivo es que la inmensa mayoría de los encuestados (un 83 %) consideraba que las víctimas del terrorismo merecen reconocimiento público y memoria.

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