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¡EA, EA, EA, Gipuzkoa se cabrea!

El líder de EA posa en las afueras del Parlamento tras la entrevista.

Aitor Guenaga

Buena parte de los votos que EH Bildu logró en 2011 en un éxito prácticamente sin precedentes en Euskadi han volado. En concreto 52.705, según los resultados provisionales de las elecciones municipales del 24 de mayo pasado. Y las dos principales formaciones que componen la coalición soberanista -Sortu y EA- han avanzado esta semana un discurso autocrítico. No admiten lo que a todas luces es un batacazo electoral porque consideran que estar en el filo de las 300.000 papeletas es un resultado aceptable en comparación con lo que han perdido otras fuerzas como el PP -irrelevante en la realidad institucional vasca salvo en Vitoria- o el PSE, con un fuerte retroceso en Bizkaia y en Álava.

Se trataría, a juicio de Hasier Arraiz (Sortu) y de Pello Urizar (EA), de un problema de percepciones -“la sociedad nos ha percibido como arrogantes y soberbios” en las políticas desarrolladas en las instituciones, en palabras de Arraiz- o “hemos tomado decisiones sin tener en cuenta” a la ciudadanía a la que gobernaban, segun Urizar, más crítico en su análisis.

¿Supone esto que la coalición soberanista va a revisar parte de su estrategia en las instituciones? ¿Acompasará también la 'euskal bidea'

El retroceso electoral de EH Bildu llega justo en un momento delicado internamente para la coalición. Durante los meses precedentes la base social de los cuatro partidos que componen la UTE soberanista -Sortu, EA, Aralar y Alternatiba- ha estado inmersa (y sigue) en una discusión orgánica sobre su futuro. Los problemas de coordinación detectados a lo largo de estos años en el empaste de culturas políticas tan diferentes deberían ser solventados con las nuevas estructuras ahora en discusión.

Son muchos los analistas que han percibido en todos estos años de creación del polo soberanista vasco que el partido fundado por Carlos Garaikoetxea en 1986, tras la traumática escisión del PNV, ha desdibujado sus contornos políticos hasta hacerlos a veces irreconocibles. Pasó cuando tras el fracaso de la vía soberanista impulsada por el lehendakari Ibarretxe y la voladura controlada de esa estrategia, basada en el 'plan Ibarretxe' y la consulta, EA abraza a una izquierda abertzale que aun estaba muy verde en relación con su apoyo a la estrategia violenta de ETA.

Urizar resume esa situación de esta manera: “Cuando empezamos este recorrido, la primera pregunta que le hicimos a la Izquierda Abertzale fue ¿esto se hace sin violencia y a través de vías políticas y democráticas? y cuando dijeron sí, nos pusimos a ver cómo lo hacíamos. El reconocimiento del daño causado por parte de Sortu se está haciendo con unos ritmos que no son los nuestros, pero están cumpliendo sus compromisos. Para superar el conflicto se han dado pasos, pero se tienen que dar otros”. Entre otros, la desaparición de la organización terrorista y el reconocimiento del daño que se ha hecho a las víctimas, algo que genera problemas internos en Sortu.

EA ha sido un partido pactista casi desde sus orígenes. Pero en la última etapa -antes de ensayar el polo soberanista con la izquierda abertzale- fue en coalición con el PNV (2001-2009). Una estrategia que se rompe cuando el PNV de Íñigo Urkullu decide aceptar la legalidad, acatar la sentencia del Tribunal Constitucional que hacía inviable la consulta diseñada por el tripartito (PNV, EA, Ezker Batua) en el Gobierno vasco.

Y cuando el actual líder de EA, Pello Urizar, es cuestionado por el futuro de su partido en la coalición despeja cualquier duda sobre la posibilidad de que su formación pueda acabar no ya desnaturalizada, sino disuelta como un azucarillo en el seno de EH Bildu. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, intentó romper la campaña electora municipal lanzando un torpedo a la línea de flotación del hijo pródigo. El líder peneuvista trasladó precisamente un descontento detectado por los peneuvistas en parte de la base social de EA, que ha visto como Sortu ha extendido su manto de tal manera que ha terminado por acogotar a los militantes y cargos institucionales del partido de Urizar.

Que ha habido problemas en la elaboración de las listas es algo evidente: ahí está el caso de José María Gorroño en Gernika o lo sucedido en otros municipios en los que el propio Urizar ha tenido que intervenir de apagafuegos para evitar que el tema llegara a más. Pero como bien recuerda Urizar, tampoco era fácil lo de elaborar las listas municipales cuando iban de la mano del PNV. Y los problemas en EH Bildu también los ha tenido Sortu y la propia Aralar a la hora de hacer las planchas electorales en algunos pueblos.

La cuestión que está en juego, en todo caso, y que no se dilucidará hasta el próximo curso político, es el peso real que EA va a tener finalmente en las nuevas estructuras de EH Bildu y su capacidad interna para acelerar algunos de los pasos pendientes en materia de pacificación, memoria, víctimas, reconocimiento del daño causado y final de ETA de su socio, el partido de Hasier Arraiz. Una lista muy larga de temas pendientes en los que el propio Urizar admite que los ritmos no son los que su partido quiere para avanzar hacia la convivencia real en Euskadi.

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