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“Lo que está en juego es el sueño europeo, la utopía que nos unió”

Exterior del Parlamento Europeo.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

La ciudadanía europea tiene una cita con las urnas. 413 millones de ciudadanos de 28 estados miembros deciden, por primera vez, quién será el presidente de la Comisión Europea, un cargo ocupado por el portugués Durao Barroso y que hasta ahora lo elegía el Consejo europeo. Es decir, los europeos votamos a nuestro presidente de forma directa por primera vez. Pero ¿qué más se juega Europa en estas elecciones?.

El complejo entramado institucional comunitario hace difícil entender al ciudadano de a pie qué papel juega su voto en el viejo continente. El elector apenas recibe información sobre qué puede hacer el lejano Parlamento europeo por mejorar nuestras vidas ya que, los candidatos, en su mayoría, se limitan a contraatacar al adversario. O, lo que es peor, pervierten los debates. La política nacional ha usado Europa para descargar su responsabilidad y centrar sus críticas y no hace hincapié en los muchos beneficios, sociales y de infraestructuras, que ha traído la Unión a sus países miembros. En especial, a los más pobres entre los que se encuentra España.

Aunque cueste creerlo, estamos ante una de las citas electorales más importantes. Y más ahora que la Unión Europea intenta superar la crisis económica y los representantes que elijan los electores serán quienes decidan el camino que debe seguirse. La participación de los electores es crucial para diseñar el futuro de los estados miembros durante el próximo lustro.

“Durao Barroso ha sido más bien el presidente borroso”

Además, ocurrirá algo inédito hasta el momento. La cita electoral permitirá a los votantes, por primera vez en la historia, elegir al presidente de la Comisión europea, hasta ahora designado, al margen de la ciudadanía, por el Consejo Europeo, es decir, por los jefes de estado y de Gobierno de los países miembros. La intención de este cambio es dotar de legitimidad a un cargo que debe liderar las posiciones europeas con el respaldo de la ciudadanía y menos atado al parsimonioso consenso necesario en los grandes asuntos europeos. “Durao Barroso ha sido más bien el presidente borroso, porque no se le ha visto en toda la crisis. ¿qué ha hecho? La gente trabaja para quien lo elige y a él no le ha elegido el pueblo. Ahora tenemos una oportunidad única de colocar a un presidente escogido por los ciudadanos y con el que se establecerá un vínculo hasta ahora inexistente. No desaprovechemos esta ocasión”, señala Isabel Aspe, directora técnica del Consejo Vasco del Movimiento Europeo, Eurobask.

“Lo que está en juego es el sueño europeo. Aquella utopía que nos unió, que defendía una sociedad igualitaria, en la que no había lugar para las disparidades; en la que no interesaban los seguros privados porque la sanidad pública nos suplía a todos; ni los colegios privados porque los centros públicos formaban a nuestros alumnos; ni las casas con jardín porque los parques y equipamientos públicos se hacían para el uso y disfrute de los ciudadanos”, declara Aspe.

Ese modelo social europeo y que ahora hay que redefinir, es lo que caracteriza a los estados de la unión. Y Europa de debate entre repensarlo sobre unas políticas más austeras o reforzarlo con nuevas medidas que sirvan para protegerlo sin arruinar las arcas públicas. Y ese debate es el que se dirimirá en las urnas. Pero hay algo más en liza. Se trata del propio avance de la Unión Europea hacia más soberanía compartida o el retroceso hacia países más soberanos y, por lo tanto, menos cohesionados. Y en esta partida, votar o no se interpretará en clave de apoyo a un proyecto que hace no muchos años era el único deseado en la mayoría de los países. “La escasa participación dará alas aquellos partidos que no son europeístas, que plantean una vuelta a esa Europa anterior al bien comunitario, a la de las fronteras”, asegura Aspe.

La importancia de Europa en lo cotidiano

Una amplia participación servirá para dar mayor legitimidad al Parlamento europeo y reforzar así una institución democráticamente elegida -la única institución de la UE que se elige por sufragio directo- frente a otras con intereses particulares como el Consejo Europeo.

A la hora de ir o no ir a las urnas, el votante debe valorar que de Bruselas sale el 80% de la legislación que se aplica en España y en las comunidades autónomas. Los reglamentos y las directivas que cada estado miembros adapta. Los derechos de los consumidores, la neutralidad de la red, la mayor parte de las leyes de igualdad de género o las de seguridad alimentaria y salud animal han germinado en aquellos escaños.

Uno de los último plantes de cámara europea lo ha protagonizado ante las compañías telefónicas para derogar el ‘roaming’, recargo tarifario por establecer llamadas con otros países extranjeros incluidos los de la UE. El director de Asuntos europeos del Gobierno vasco, Mikel Antón Zaragoitia, lo mencionaba para convencer al auditorio en

una conferencia impartida en Vitoria de la importancia de la participación. “Es una anécdota, una de las cosas buenas que hace Europa, pero hay muchas más y ustedes las han vivido. El progreso, el freno a las guerras y el estado de bienestar que ahora se recorta, es fruto de la Unión Europea”.

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