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“Un hombre que plancha está dando el poder a su hija”

Ritxar Bacete juega con sus hijos. Foto: Quintas

Eduardo Azumendi

Ritxar Bacete, antropólogo e investigador en cuestiones de género, ha analizado en un estudio la corresponsabilidad en el hogar, la imagen que tienen hombres y mujeres de su implicación en las labores domésticas y el cuidado de los hijos. Bacete se ha embarcado en la cruzada de la paternidad positiva, una esperanza de futuro para acabar con la violencia de género, al abrir al hombre al mundo de las emociones y los sentimientos implicándose en la crianza de sus hijos.

¿Cómo definiría el concepto de paternidad positiva?

La implicación de los padres en la crianza de sus hijos. La paternidad positiva es una paternidad que cuestiona el modelo de padre que tuvimos y Se da en un contexto de crisis, cuando nace un hijo y trasciende a la pareja. Los hombres dejamos de ser el centro de nuestras vidas. La construcción de la identidad masculina pasa por la negación de las emociones, la negación de la empatía. Con la paternidad positiva se establecen relaciones de igualdad, ser conscientes de que los privilegios como hombres se dan en la pareja. Una relación igualitaria facilita el empoderamiento de nuestras parejas, de nuestras hijas. El poder y la violencia de los hombres son cuestionados porque se alimenta el mundo de las emociones, de conectar con tu vulnerabilidad. Es una oportunidad de oro para construir identidades masculinas distintas.

En un concepto que ya no sirve para generaciones pasadas.

Hay otro momento muy importante que es la jubilación de los hombres y cuando son abuelos. Ahí, los hombres tienen una segunda oportunidad de descubrir las emociones hacia sus nietos.

¿Es un mecanismo de prevención de la violencia de género?

Las políticas de prevención de la violencia de género no son eficaces porque a menudo se trata de algo puntual y aquí estamos hablando de transformar la idea de paternidad, de una forma estructural. Es una esperanza de futuro. Con un ejercicio distinto de la paternidad se puede cambiar el mundo.

Además  del efecto psicológico protector que se ejerce sobre los niños.

Hemos hecho una investigación que demuestra que determinadas actitudes tienen determinadas consecuencias. Una paternidad implicada supone ventajas para las niñas. Por ejemplo, un hombre que plancha está empoderando a su hija. ¿Por qué? Es un modelo de referencia para su hija. A tu hija le puedes contar todas las milongas sobre la igualdad, pero si ella ve en casa que la madre es la responsable del cuidado y el padre pasa la ITV, cocina el domingo…..pues termina por absorber los modelos de referencia. Y si las niñas ven que el padre es un modelo más diverso terminan por estudiar cosas menos previsibles. No son tanto enfermeras como ingenieras. Ellas proyectan que pueden ser madres porque la pareja que esperan es la de un hombre que cuida de sus hijos en pie de igualdad. Se trata de convertir a los padres en madres y a las madres en padres.

Los hombres piensan que hacen lo suficiente, pero ¿se autoengañan?

Así es. Los hombres tienen una percepción distorsionada de la realidad. En una encuesta realizada a varias parejas les hemos preguntado por todos los trabajos domésticos. Y hemos descubierto que en las áreas donde los hombres señalan que se han incorporado más no es así. La percepción de los hombres es muy positiva con relación a la mayor implicación, pero la de la pareja es diferente. Por ejemplo, los hombres creen que hacen el 77% de las labores relacionadas con cocinar, pero las parejas piensan que los hombres hacen el 39%. Hay una diferencia muy grande.

¿La consecución de una igualdad real podría acabar con la violencia de género?

El factor clave para explicar la persistencia de la violencia de género contra las mujeres es la desigualdad. Hay que llevar la igualdad a los ámbitos donde hay capacidad de decisión, como en la relación de pareja. Si al final el 93% de las personas que cogen reducción de jornada para cuidar de sus hijos son mujeres eso significa que cuando vayan a cobrar una pensión percibirán menos, tendrán menos ingresos menos posibilidades de promoción en sus empleos….Hay que ir a medidas preventivas de alto impacto, que cambien la relación de fondo que tenemos con el empleo, que es donde las mujeres pueden empoderarse con relación a su pareja. Cuando nace la primera criatura, se produce la gran diferencia en las parejas. Las mujeres empiezan a abandonar el mercado laboral y cuando tratan de volver ya no es posible.

El machismo siempre trata de mantener su posición.

La violencia de género es muy tecnológica. Un hombre que es capaz de asesinar a su pareja con el resto del entorno seguro que no tiene problemas de violencia. Solo ejerce la violencia donde es consciente de que va a obtener resultados. Los hombres que matan a su pareja lo consideran como un crimen moral. Están educados para ser hombres y de repente se encuentran con que su mujer quiere ser independiente. No pueden soportarlo.

De alguna manera, la paternidad positiva trata de cambiar esa ideología.

Un asesino machista no es autodidacta. No construye una ideología machista por sí mismo. Es algo muy complejo, que lleva a que los niños desde pequeños asuman roles en los que se les legitima a utilizar la violencia. Se les aleja del mundo de las emociones.

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