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¿Y si la jueza archiva el caso Cabacas?

Los padres de Íñigo Cabacas, Manu y Fina, en un acto de recuerdo a Pitu, su hijo.

Aitor Guenaga

Alea jacta est. O es al menos lo que piensan algunos de los letrados que representan a varios de los agentes y mandos policiales de la Ertzaintza imputados por homicidio imprudente en el caso Cabacas, la investigación judicial por la muerte del hincha del Athletic Íñigo Cabacas, 'Pitu'. Esta impresión es compartida por la plataforma Íñigo Gogoan y los amigos del joven que fue alcanzado por una pelota de goma disparada por un ertzaina en abril de 2012.

¿Y qué les lleva a pensar que este caso puede estar próximo a la conclusión definitiva? Hay un dato clave que se conoció poco después de que el pasado 5 de junio la magistrada encargada del caso, la instructora Ana Torres, decidiera ampliar 'in extremis' y sin posiblidad de más prórrogas la investigación otros seis meses: durante este periodo no se ha ordenado ninguna diligencia tendente a esclarecer los hechos. Es decir, no se ha investigado. De hecho, la decisión de ampliar la instrucción seis meses se hizo con carácter preventivo, dado que había varios recursos pendientes de resolución en la Audiencia Provincial de Bizkaia sobre diligencias solicitadas por la letrada de la acusación y rechazadas por la instructora. Y como vencía el plazo tope de instrucción, tras la última reforma del PP de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para que las causas no se eternicen en los juzgados, fue claramente una ampliación meramente preventiva. Prevenir un acuerdo de la Audiencia Provincial de Bizkaia que revocara las denegaciones de las pruebas solicitadas por la acusación particular.

Hasta el momento, en este caso hay seis ertzainas imputados: tres agentes que llevaban escopetas aquella noche y que reconocieron haber disparado, dos suboficiales y el oficial que coordinó sobre el terreno el despliegue en el callejón de la calle de María Díaz de Haro, donde se produjeron los hechos, junto a la Herriko Taberna. Pero todo el mundo sabe que hubo más agentes que dispararon aquella fatídica noche, incluida la jueza. La jueza Torres reconoció en un auto posterior a la ampliación de la instrucción que hubo agentes que pudieron “faltar a la verdad” cuando declararon internamente no haber empleado las escopetas lanzapelotas que portaban durante la carga policial. Pero en este campo todo el mundo, fiscalía, jueza, acusación etc han tirado la toalla: todo el mundo piensa que ya va a ser prácticamente imposible conocer quién disparó la pelota de goma que alcanzó a Íñigo Cabacas.

Y da la casualidad de que solo han estado imputados en el procedimiento los que reconocieron durante la investigación judicial haber disparado durante la actuación policial. Es decir, los que dijeron la verdad. Esos 'peloteros', que es como se les conoce en la jerga policial a los que disparan las bolas de goma, han cargado con el muerto, mientras la abogada de la acusación particular en nombre de la familia, Jone Goirizelaia, ha mordido el polvo cada vez que ha intentado subir en el escalafón de la cadena de mando para buscar responsabilidades más altas: desde el Ugarteko -el responsable que desde la comisaría mandó entrar “con todo” al callejón de la Herriko-, hasta el entonces responsable de la comisaría, su 'nagusi' Jorge Aldekoa.

Durante la instrucción son muchas las críticas que han llovido tanto sobre la actuación de la fiscal del caso, que en numerosas tomas de declaración no ha formulado preguntas o han sido testimoniales, o sobre el trabajo de la jueza. Una magistrada, extremadamente “puntillosa”, según reconocen quienes la conocen, pero que se negó a aceptar la oferta planteada con la anuencia de la Fiscalía Superior del País Vasco y del alto tribunal vasco para dedicarse en exclusiva a investigar el caso y dar así un impulso definitivo a la instrucción. Simplemente dijo 'no'.

El caso toca ahora a su fin. El lehendakari, Íñigo Urkullu, es el último destacado responsable público que ha hablado sobre el asunto. En la entrevista de esta misma semana en EITB, el lehendakari admitió que la policía vasca había “cometido errores fatales”, uno de ellos la muerte por un pelotazo de Cabacas. Y reiteró que espera que este caso “se aclare cuanto antes y que haya juicio”.

Íñigo Cabacas tenía 28 años cuando falleció el 9 de abril de 2012 en el hospital tras recibir un pelotazo en la cabeza cinco días antes. Uno de los abogados personados en la causa reflexionaba esta misma semana sobre el peligro de cerrar en falso una causa como esta, dando alas a la sensación de impunidad que, por un lado, se puede trasladar a la opinión pública si finalmente se constata que, tras más de cuatro años de investigación, no se ha podido llegar a nada. Como esos cuerpos arrojados al mar con la intención de hacer desaparecer las huellas de un crimen, pero que la marea se encarga de devolver a la orilla, descorriendo así el manto de silencio que la impunidad siempre logra.

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