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Localizado un nuevo vertido de lindano en Bizkaia

Un ertzaina, en el lugar donde ha aparecido el lindano

Iker Rioja Andueza

Hace apenas unos días Ekologistak Martxan llevaba al Parlamento un informe sobre los efectos perniciosos para el medio ambiente y para la salud de los residuos de lindano. A pesar de que esta sustancia tóxica dejara de producirse en Euskadi hace tres décadas, el documento hablaba aún de grandes bolsas de residuos y advertía también de que todavía el problema no estaba ni mucho menos resuelto, de que seguro que continuaban apareciendo vertidos ilegales de este producto que en su día su usó como insecticida. Ni tres días después el colectivo ecologista ha anunciado que, efectivamente, se ha hallado un nuevo vertido de residuos de hexaclorociclohexano, concretamente en el término municipal de Lemoiz, en Bizkaia.

Según la plataforma, los restos de lindano han sido hallados en el monte Jata, en la carretera entre las localidades de Barrika y Bakio, de la costa vizcaína. Los terrenos eran aparentemente un antiguo vertedero dentro del término municipal de Lemoiz, según estas mismas fuentes. Los ecologistas sospechan que los restos pueden haber llegado a la zona desde las plantas de Barakaldo y Erandio que hasta la década de 1980 trabajaron el hexaclorociclohexano y que ya derivaron residuos a zonas de Soria o a Vitoria, amén de a otras localidades del entorno del Gran Bilbao.

Miembros de Ekologistak Martxan, que han recogido muestras provistos de máscaras y guantes, han comunicado el hallazgo tanto a la Ertzaintza –que ha acordonado la zona y tomado fotografías- como a las autoridades medioambientales forales y autonómicas. La Policía vasca, si hubiera indicios de delito, dispone de una unidad especializada en Medio Ambiente.

¿Cuál es el motivo del alto riesgo del hexacicloclorohexano? La molécula de lindano es altamente persistente, lo que hace que su degradación sea lenta y difícil. Ese hexaclorociclohexano provoca dolores de cabeza, cansancio, debilidad o malestar en sus estadios más leves o dolencias crónicas e incluso la muerte en caso de intoxicaciones severas. Se asimila no sólo con el tacto o ingiriéndolo, sino también respirándolo. La OMS consideró que era potencialmente cancerígeno en 2015.

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