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Los 70 millones adicionales de déficit o el triunfo de la “bilateralidad”

Montoro, en primer plano, y Azpiazu, detrás, en una reunión en Madrid

Iker Rioja Andueza

“Bilateralidad”. Es una de las palabras mágicas del Gobierno de Iñigo Urkullu, una guía de cómo interpretan las relaciones del Ejecutivo vasco con el Estado. En ese espíritu enmarcan el acuerdo alcanzado el jueves y presentado este viernes entre el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y su homólogo vasco Pedro Azpiazu para relajar los márgenes de déficit en los ejercicios 2018 y 2019 y que complementa a los pactos para la reforma del Concierto Económico y la actualización de la ley quinquenal del Cupo. Euskadi tendrá un margen de déficit del 0,4% y no del 0,3% en 2018 y del 0,1% en 2019, mientras que retrasa el equilibrio presupuestario (déficit cero) hasta 2020.

En puridad, el 0,4% es el nuevo margen de déficit que el Estado autorizará a las 17 comunidades autónomas, como trascendió la pasada semana. Al interpretar que el mejor comportamiento de la caja de la Seguridad Social permitiría relajar el ajuste autonómico, Montoro planteó este guiño a los territorios, que se habían quejado de que las estrecheces presupuestarias se cebaran con ellos cuando son quienes asumen el grueso del gasto social. 

En esta línea, la coalición EH Bildu ha ironizado sobre la eficacia de la bilateralidad que propugna el PNV en sus relaciones con el PP. “Es curioso que lo pactado con el Gobierno vasco es lo anunciado hace unos días por Montoro para el resto de las comunidades autónomas. Es decir, límite de déficit que tendrá la comunidad autónoma vasca no está ajustado nuestra realidad”, ha denunciado la portavoz económica de la formación en el Parlamento, Leire Pinedo.

Fuentes del Gobierno, en cambio, ven muy positivo contar con este 0,4% definido antes de iniciar, a la vuelta del verano, la confección de los presupuestos vascos de 2018. Ese proceso se iniciará primero fijando el techo de gasto (en octubre, junto con las diputaciones, en el Consejo Vasco de Finanzas) y después elevando a la Cámara las cuentas partida a partida para su ratificación. 

Según fuentes del entorno de Azpiazu, el acuerdo encierra dos aspectos muy beneficiosos para las cuentas vascas. Por un lado, el contenido del acuerdo, la décima arañada, se traducirá en unos 70 millones de gasto adicional de cara al próximo ejercicio respecto a lo inicialmente previsto, una cuantía que bien podría aliviar el mayor coste de la deuda u otros gastos adicionales como las mejores retributivas de los 70.000 funcionarios. Se contará también con ese plus en 2019.

Por otro lado, Euskadi se garantiza un 0,4% en un escenario en que el Montoro baraja muy seriamente plantear fórmulas de reparto del déficit “a la carta” para las comunidades autónomas. Es decir, Euskadi tendrá ese margen de gasto sí o sí aun cuando en el resto de España, siempre con esa media general de déficit autonómico del 0,4%, se autoricen cantidades diferentes en función de la situación financiera de cada región. Esa fórmula, en principio, llevaría a exprimir un poco más a las comunidades 'cumplidoras', entre las que se encuadraría la vasca, y a abrir la mano sólo a las más endeudadas.

Azpiazu, en este sentido, ha valorado que Euskadi tiene “factible” superar los “objetivos” de “estabilidad presupuestaria”, aun cuando no ha cumplido la denominada “regla de gasto” en 2016. El Gobierno vasco ya ha entregado a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) un plan económico financiero que, según el consejero de Hacienda, remarca el carácter cumplidor de un Ejecutivo que tienen en la sostenibilidad financiera otro de sus mantras.

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