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Los pensionistas se resisten a perder sus derechos

Protesta de pensionistas en una calle donostiarra.

Eduardo Azumendi

“¿Quedarme en casa? Me recortan la pensión, me obligan a un copago…..Lo que no voy a hacer es quedarme sentado viendo lo que pasa. Si salgo a la calle y protesto, al menos, me sentiré bien conmigo mismo. No puedo esperar a que otros me saquen las castañas del fuego”. Este es Julen Azpiazu, un pensionista de Vitoria que cada vez que tiene ocasión se echa a la calle en demanda de sus derechos. Y es que en los últimos años, los pensionistas han decidido tomar la calle para protestar por los recortes, la pérdida de derechos o el “secuestro” de sus ahorros a través de las aportaciones financieras subordinadas de Eroski y Fagor que les vendieron los bancos.

La plataforma de jubilados y pensionistas de Gipuzkoa, Duintasuna, se concentra en San Sebastián el primer lunes de cada mes con la pretensión de mantener su dignidad “ante los recortes que se están haciendo y ante los que van a venir”. Durante sus movilizaciones denuncian el “panorama que tenemos y el que le estamos dejando a nuestros hijos y nietos”. Sus portavoces reivindican “los derechos que nos están robando”.

El lema que acompaña su protesta pacífica cambia cada mes. Desde ‘Ninguna pensión por debajo de 1.000 euros’ hasta ‘No al copago’ pasando ‘Por un envejecimiento digno y activo’. Junto al resto de plataformas de pensionistas y personas mayores del resto de Euskadi incluso se dejaron notar durante la pasada campaña electoral con un manifiesto en el que daban un toque de atención a los partidos políticos. “Las personas mayores y pensionistas de Euskal Herria somos más de un cuarto de la población, y gran parte de nosotras y nosotros estamos viviendo en situaciones de exclusión social, tanto económica como socialmente”, advertían en su mensaje.

Desde la plataforma de Gipuzkoa, además desde las de Bizkaia, Álava y Navarra piden que la gestión de la Seguridad Social, por lo tanto el sistema de pensiones, sea competencia de los gobiernos vasco y navarro. Entre las reivindicaciones básicas de este colectivo se encuentran, además del derecho a una vida digna con ingresos no menores a 1.000 euros mensuales, el derecho a un sistema de seguridad y protección social justo, vivienda adaptada a sus condiciones físicas, un sistema tributario progresivo y el derecho a la participación política, mediante consultas en temas que les afecten.

La imagen de estos días de Grecia, con miles de pensionistas haciendo cola ante los cajeros para sacar su pensión de la que dependen muchas familias para sobrevivir ha redoblado las ganas de las plataformas de seguir peleando por sus derechos. “Para muchas familias vascas, la pensión del abuelo es la tabla de salvación, su principal fuente de ingresos”, apuntala Julen Azpiazu.

Pero además de la protesta contra los recortes y la inseguridad de las pensiones, en los dos últimos años se han dejado ver los jubilados que luchan por recuperar sus ahorros “secuestrados” según ellos por los bancos que comercializaron las aportaciones financieras subordinadas (AFS) de Eroski y la extinta Fagor Electrodomésticos. El 70% de los damnificados por las AFS son jubilados. Pertrechados de pancartas y megáfonos claman por su dinero. “Los bancos nos engañaron, dijeron que podíamos sacar el dinero en cualquier momento y resulta que solo es posible cuando se extingan las cooperativas. ¿Qué hago yo si he colocado ahí todos mis ahorros?”, denuncia uno de los afectados, quien cada jueves se concentra frente a una sucursal de Laboral Kutxa.

Y es que los pensionistas han decidido exhibir músculo en su lucha por no seguir perdiendo derechos.

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