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Alonso tiene tiempo y 405 compromisarios

El presidente Mariano Rajoy saluda a Arantza Quiroga en la convención política del PP.

Aitor Guenaga

Bilbao —

El presidente del PP y del Gobierno español, Mariano Rajoy, viajará la próxima semana dos veces al País Vasco. El lunes, Rajoy clausurará en Bilbao la primera edición del Global Forum Spain, un foro económico organizado por el Ejecutivo y el Club de Exportadores e Inversores Españoles que inaugurará el Rey y que contará como ponentes, entre otros, con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia.

El sábado 8 de marzo está previsto también que clausure el cónclave que celebrarán los populares vascos para elegir presidente y nueva dirección en Euskadi. Entre ambas fechas, Arantza Quiroga debería tener resuelto, con el mayor consenso posible, el equipo con el que pretende pilotar la etapa post Antonio Basagoiti. Y no lo tiene fácil.

Desde que la actual presidenta del PP vasco optó por “mover el banquillo” y sacar de la secretaría general al alavés Iñaki Oyarzabal, el partido arrastra una crisis que, pase lo que pase la próxima semana, va a dejar heridas que pueden tardar en restañar. En un movimiento que, de hecho, sepulta parte del legado de Basagoiti y envía al fondo del baúl lo que se ha denominado en la jerga de los propios populares vascos la “política pop” que tan buenos resultados dio a Basagoiti, un presidente que ponía y quitaba lehendakaris y que supo sacar a su partido de la tierra de nadie y de las esencias en la que lo había situado María San Gil y, por qué no recordarlo, ETA con su campaña de aniquilamiento de concejales y representantes de ese partido.

Basagoiti -el banquero mexicano que sigue a través de facebook y de sms la crisis que ha “abierto en canal” a su partido, como ha admitido esta misma semana a este diario un expresidente del PP vasco- fue capaz de sacar al PP de las trincheras a las que le había llevado el terrorismo y una equivocada forma de entender la solidaridad con las víctimas del terrorismo etarra en la que poco más o menos la consigna era “o conmigo o contra mí”. Y tuvo la habilidad de resituar a su formación en el tablero político vasco y de llevarlo a tocar de nuevo poder en las principales instituciones alavesas, además de forzar con sus votos el desalojo de Juan José Ibarretxe de Ajuria Enea en 2009.

¿Y qué puede exhibir Arantza Quiroga en estos meses de 'lideresa' del PP? ¿Cómo es posible que haya convertido el primer congreso asambleario del PP en un lío interno de proporciones desconocidas desde la salida de San Gil del partido en el congreso de julio de 2008?

Quiroga busca su espacio. Ha intentado rentabilizar al máximo que el Gobierno de la nación esté en manos de su partido, de forma que la ciudadanía vasca pueda ver, sentir y tocar la “utilidad” de un partido como el que presiden ella en Euskadi y Rajoy a nivel nacional. Y también busca que un PP, con sucesivos reveses electorales en los últimos tiempos, esté en la triangulación que ella sueña a nivel de Euskadi: PNV, PSE-EE y PP.

“Si quiere todo eso, entonces ¿para qué se ha metido en este tremendo lío?” se pregunta un buen conocedor del partido. La respuesta está en la cabeza de Quiroga y en la de alguno de sus asesores directos, que entiende que la presidenta del partido quiera hacer “su equipo” y “tener manos libres” para desarrollar su trabajo. Se habla de deslealtades de Oyarzabal con su presidenta, algo que Alonso niega con la cabeza bien alta. Lo cierto es que en aquella tormentosa reunión de hace un par de semanas en la sede bilbaína, la propia Quiroga fue muy clara con Alonso y con Borja Sémper, el presidente del partido en Gipuzkoa: “Yo quiero hacerlo de esta manera y no quiero que Iñaki Oyarzabal esté en la secretaría general. ¿Tú quieres presidir el partido, Alfonso? Pues aquí tienes todos mis avales. ¿Lo quieres hacer tú, Borja? Pues ahí van mis avales”. Eso al menos es lo que cuentan que les dijo fuentes conocedoras de la reunión.

Ni Alonso, bien situado en Madrid en su papel de portavoz del Grupo Popular en el Congreso, ni Sémper -que ha redactado una ponencia política que seguramente concitará un amplísimo apoyo en el congreso del próximo fin de semana- estaban por dar ese paso. Pero tampoco entendían nada, y mucho menos cómo se podía tirar por la borda el trabajo de Oyarzabal y su conocimiento. “Es el que ha estado en todas las negociaciones, con unos y con otros.Tiene buen trato con los periodistas y la verdad, decir que hay que renovar a un renovador como es él, no tiene un pase”, añade uno de los barones territoriales.

La provincia de Álava ha movilizado a su militancia por encima del pese relativo que tiene en el conjunto del PP vasco, donde Bizkaia cuenta con el grueso de los 5.000 militantes con los que cuenta el partido. El número de militantes que se han apuntado para acudir como compromisarios con voz y voto supera los 950, pero Bizkaia solo le ha sacado 8 a Álava, algo impensable hace unos pocos meses (413 son vizcaínos y 405, alaveses y el resto (141) son guipuzcoanos). Es cierto que Gipuzkoa navega junto a la lideresa, pero también lo es que hay militantes en Bizkaia y Gipuzkoa que no han entendido el movimiento de Quiroga. Y ya tal vez tampoco valga que el próximo 'número dos' del partido salga del banquillo alavés (o del equipo del alcalde Javier Maroto).

Alonso tiene más tiempo que Quiroga, pero a ambos saben que un cierre en falso del congreso a la larga puede ser muy nocivo para un partido que no está para fiestas en Euskadi.

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