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El primer paseo de Lucas, que aprendió a andar confinado en su casa

Lucas, con un año, dando sus primeros pasos en la calle junto con su madre y su hermana Lucía

Maialen Ferreira / Iker Rioja Andueza

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Es un pequeño paso para cualquiera pero un gran paso para Lucas. Cuando su madre le cuente dentro de unos años la anécdota de cómo aprendió a andar no podrá evitar utilizar las palabras “coronavirus” o “cuarentena”. El pequeño, con poco más de un año, ha aprendido a dar sus primeros pasos en casa y descalzo. Este domingo ha sido la primera vez que sus pies se han tenido que acostumbrar a llevar zapatos, en una mañana en la que ha podido salir por primera vez después de más de 40 días encerrado. “Parece el Día de Reyes”, cuenta Amaia, su madre -que también es mamá de Lucía de 10 y de Martín de 3- al salir a la calle y ver a los niños del barrio correteando con sus juguetes.

“Las primeras semanas fueron fáciles, con la novedad, veían películas y jugaban. El problema ha sido estas últimas, sobre todo con Martín, que no paraba de decir que él quería irse a la calle y había que entretenerlo como fuera”, señala Amaia mientras camina por su pueblo, Arrasate-Mondragón, junto con Lucía y Lucas.

Martín ha tenido que salir aparte, con su padre, Gorka, porque el pequeño necesita toda la atención. “En casa le puedes explicar que no tiene que tocar nada, pero claro es salir a la calle y empieza a toquetear todo, no se para quieto, no me atrevo a ir yo sola con los tres, y Gorka la semana que viene trabaja de tarde, no sé cómo lo haremos”, indica.

Gorka, es agente de la Policía Municipal y, por su trabajo, no ha podido mantenerse en casa durante el estado de alarma. “Él salía, y yo me quedaba con los tres. Cuando volvía, tampoco nos volvíamos locos, pero sí que hemos tratado de respetar las medidas preventivas”, asegura Amaia, que dice que en su casa han pasado por fases. Al principio, veían las noticias atentos, luego llegó la saturación y trataban de no obsesionarse, y al final, con la noticia de que los pequeños podrían salir, se volvieron a enganchar a la tele.

“Ahí nos veías a todos, pasmados viendo qué decían. Cuando anunciaron eso de ir a los supermercados o farmacias yo no me lo podía creer, ya me dije ‘pues nada, no salimos’ porque no voy a ir con los tres a un supermercado. Menos mal que rectificaron. Llevábamos tiempo deseando que nos dejaran salir y aunque solo sea una horita les va a venir bien, sobre todo a Lucas, que conozca algo más allá de las cuatro paredes de casa”, señala Amaia, tras un paseo de una hora por el barrio en el que los niños han podido correr y jugar como hacía tiempo que no hacían.

Una niña en bicicleta por la Virgen Blanca

Como ellos, muchos pequeños han salido desde primera hora a las calles vascas, que han recobrado cierta actividad tras semanas de silencio y soledad. En el centro de Vitoria, pocos minutos después de que el reloj marcara las 9.00 horas, algunos padres ya paseaban con sus pequeños. “Soy neerlandesa”, sonreía una niña de madre vasca y padre de los Países Bajos que daba vueltas con su bicicleta alrededor del monumento a la batalla de Vitoria de la plaza de la Virgen Blanca mientras su padre, rubio como ella, tomaba fotografías del momento histórico.

Por su escasez de pericia a los mandos de la máquina, se le notaba la falta de práctica. “Me ha preguntado si hoy era el día de salir y le he dicho que sí”, explica el progenitor, que añade que, sí, que es un alivio necesario pero que no oculta la importancia de seguir siendo prudentes. “Vivimos con una persona mayor y tenemos que tener cuidado. Cuando lleguemos a casa nos lavaremos las manos”, cuenta. Una pareja de policías han pasado a pie junto a la ciclista. Lo que otro día habría sido una multa este domingo eran saludos y sonrisas.

Por la misma plaza pasaba un padre solo a hacer un recado. “Mi hijo pequeño acaba de cumplir los 14 años”, explica. A ellos les queda espera. En las calles de Vitoria la autorización de salidas para los niños se ha notado mucho. En la plaza de España el balón de fútbol ha vuelto a rodar y en la gemela plaza de Zumaia de Ibaiondo se ha visto una larga cola en la reabierta tienda de golosinas. Las zonas recreativas y de columpios habían sido clausuradas por precaución.

Hay quien ha respetado más los tiempos, las distancias y los requisitos de la salida y hay quien lo ha hecho menos. Hay quien llevaba mascarilla y hay quien no. Incluso ha habido quienes han optado por no salir. Como David, de 13: “Hoy no me apetece”. “Mis hijos no han querido salir. Mejor”, explica Marta, una madre de Amorebieta-Etxano. A la Ertzaintza no le constaban sanciones a las 18.00 horas, aunque sí alguna conversación para recordar las normas.

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