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Desde las víctimas del terrorismo hasta el uso de Internet: nada de lo psicológico nos es ajeno

Monumento a las víctimas del terrorismo, en Vitoria.

Rubén Pereda

“Piensen lo que implica que a alguien le digan que su problema no tiene solución”. Ese ha sido el caso, durante muchos años, de las víctimas del terrorismo con trastorno de estrés postraumático (TEPT), explicaba la catedrática María Paz García-Vera ante un auditorio 'María de Maeztu', en el Palacio de Congresos Europa, repleto de gente de todos los ámbitos de la psicología llegada de muy variados rincones de España. La madrileña dedicó la hora de su exposición, una de las que más público reunió de la jornada, a desmontar el mito de que el TEPT es una secuela psicológica permanente. 

Tras varios años coordinando un trabajo pionero a nivel mundial de apoyo a las víctimas del terrorismo, la catedrática sostiene que con un tratamiento adecuado y dedicando a cada persona el tiempo necesario, es posible paliar y erradicar los síntomas. “La huella de un atentado terrorista va mucho más allá de los fallecidos y los heridos”, comentaba. Explicaba, asimismo, que, al darse un atentado, las víctimas reaccionan con respuestas de supervivencia: estado de alarma, irritabilidad... “Todas ellas, incluso la evitación de sentimientos, tienen funciones adaptativas —explicaba—. El problema llega cuando, pasado un tiempo y desaparecido el peligro, la víctima sigue teniendo esa respuesta de supervivencia”. Y seguía ahondando en ese tema, con crudeza: “Otra respuesta es creerse las cosas a medias. No vas a volver a ver a tu familia, sí, bueno, ya está... Pero lo que estás haciendo es evitar pensar que no les vas a poder abrazar, que no vas a poder estar con ellos, que aquella fue la última vez que comiste con ellos...” 

La prevalencia de este trastorno es mucho mayor entre las víctimas del terrorismo y es ese el motivo por el que el equipo de García-Vera ha comenzado a trabajar con víctimas de atentados ocurridos hace muchos años; de hecho, asegura que un tercio de las víctimas sufre estrés postraumático veinticinco años después de los hechos. Sin embargo, es duro trabajar con esas condiciones. “Es lógico que nos vayamos a sentir mal si prestamos atención a las emociones por primera vez, pero eso no significa que estemos peor —aclara—. Sucede igual que con un fumador que deja de fumar, empieza a toser a los tres meses y se queja de que se encuentra muy mal, peor que antes. Hay que reinterpretar los síntomas. Sentirse peor es a veces positivo, un paso hacia la libertad. El problema de la tristeza es cuando va acompañada de tanta ansiedad que se hace insoportable”.

Internet como arma contra los trastornos emocionales

Tampoco se habla mucho de los trastornos emocionales, si bien son los más prevalentes en la sociedad. Rosa María Baños, especialista en psicología clínica que ofrece hoy una conferencia, es consciente de ello: “Necesitamos una campaña muy importante de visualización de los problemas psicológicos. Igual que la hemos conseguido en otros ámbitos, como el cáncer o el sida. Los trastornos psicológicos, en general, siguen siendo un estigma y siguen ocultándose y tapándose”. Y, aun así, la depresión será ya el año que viene, según la Organización Mundial de la Salud, la causa de incapacidad más importante en el mundo. “Hay que tomárselo muy en serio”, alerta Baños.

Y para avanzar en ese ámbito, en el de los trastornos psicológicos, opina que las tecnologías de la información, con Internet a la cabeza, pueden desempeñar un papel muy destacado. “Facilitan llegar a sitios, situaciones y contextos a los que difícilmente los tratamientos cara a cara pueden llegar. Consiste en poner a disposición de todo el mundo tratamientos basados en la evidencia, con datos empíricos y estudios rigurosos que los avalan”, explica. Estas nuevas tecnologías pueden ser, además, útiles a la hora de derribar barreras, como los estigmas o la falta de información. Y también ayudan a los profesionales: “No son un enemigo, sino todo lo contrario: un aliado. No vienen a sustituir a nadie, vienen a ayudarnos y a optimizar nuestro trabajo y llegar a donde no llegamos. Incluso sirven para hacer más visible el hecho de que los tratamientos psicológicos pueden ayudar”.

Con estas nuevas tecnologías se pretende también superar el paradigma uno a uno, el cara a cara. “Es que no llegamos; con el método de dispensación de tratamientos uno a uno es imposible llegar a todas las personas que lo necesitan”, asegura. España, aunque inmersa en todos los proyectos europeos de investigación sobre el asunto, no lidera en lo relativo a la implementación. “Lamentablemente, ni estamos a la cabeza en cuanto a la asistencia psicológica en la atención primaria ni en la ratio psicólogos/población. Es incluso superior la ratio de psiquiatras. Así que necesitamos incrementar muchísimo el número de psicólogos en los servicios de salud, especialmente en atención primaria, que es la primera línea de batalla”, zanja.

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