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Familias de menores transexuales: “¿Para qué tienen que acudir a un psiquiatra? Estas personas no tienen ningún problema mental”

Miembros de Naizen durante la presentación de su nueva marca el pasado enero en el Teatro Principal de Donostia

Maialen Ferreira

En España uno de cada 1.000 niños nace en el cuerpo equivocado. Ante esta situación, seis familias de Euskadi y dos de Navarra con hijos en situación de transexualidad formaron en 2015 Chrysallis Euskal Herria. Actualmente, son más de 100 las familias de Euskadi y Navarra que pertenecen a la asociación, que se “emancipó” de Chrysallis y cambió su nombre a Naizen.

“En un momento dado nos juntamos porque te encuentras en una situación así en tu casa y no tienes dónde acudir, allá donde vayas la gente que te encuentras no tiene ni idea, ni en los centros educativos, ni en los centro de salud”, ha contado Beatriz Sever, miembro de Naizen y madre de un niño que en su momento creyeron que era niña.

Sever asegura que los profesionales de la psicología, muchas veces, en lugar de ayudar “desayudan”. Actualmente, la transexualidad es un tema que no se estudia en las carreras. La única carrera que la incluye dentro de su plan de estudio, según indica Sever, quien es sexóloga y especialista en transexualidad infanto-juvenil, es psiquiatría, una de las ramas dentro de medicina, que la estudia como una patología mental a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha excluido de su lista de trastornos mentales.

“Las propias familias nos asociamos para constituir una red de apoyo mutuo, tanto en el ámbito emocional, como para darnos información y para ir reivindicando los derechos de nuestros hijos e hijas e ir consiguiendo que tengan una mejor calidad de vida”, ha explicado.

Ofrecen charlas, crean material didáctico, realizan campañas de visibilización, y hasta han presentado un proyecto de ley en el Parlamento Vasco para reformar la ley actual, que data de 2012, y que, a pesar de que fue pionera en su momento, el objeto de ley son aquellas personas que acrediten su transexualidad mediante informe psiquiátrico.

“Nadie puede acreditar nada sobre ti, cada uno sabemos quiénes somos. Es por una parte una visión patologizante, porque lo ven como un trastorno, por lo tanto ya mal y, por otra parte, nadie puede decir quien eres tú salvo tú. Entonces ahí nosotros estamos por la autodeterminación de cada uno, cada cual sabe quién es. ¿Para qué tienen que acudir a un psiquiatra? Estas personas no tienen ningún problema mental”, ha asegurado la sexóloga.

En Navarra se consiguió la ley de 2016, un servicio que no cuelga de psiquiatría en el que la primera atención con la persona la hace una educadora social que trabaja atendiendo los casos de forma individual, adaptándose a las necesidades de cada persona y no siguiendo un protocolo.

“No todo el mundo precisa una atención psicológica. Cuando la precisan, tiene que ser de una persona cualificada, que conozca esa realidad, no cualquier psicólogo como el que ahora mismo tenemos en la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Hospital Universitario de Cruces, que es un psicólogo clínico que lo primero que les dice es ”que sepas que nunca vas a llegar a ser un hombre o una mujer“. Se necesita alguien que trabaje más desde la empatía, desde la escucha”, ha explicado.

El hijo de Sever es uno de esos niños que nació en un cuerpo que no corresponde con su identidad. A diferencia de otros, su hijo no cambió ni de nombre ni de aspecto. Esta madre asegura que “el cambio” lo tuvieron que hacer ellos.

“Muchas veces el tránsito quienes lo hacemos somos los de su alrededor, porque tenemos que cambiar el chip, cambiar la mirada. En el caso de mi hijo cuando yo le decía ”todos somos personas, da igual“ lo que me decía era ”a mí no me da igual, si no me veis, de qué me sirve vestirme como un chico si me pensáis chica“ va más allá, es algo más profundo”, ha contado Sever.

Para las familias supone un 'shock' asumir que sus hijos se encuentran en situación de transexualidad por los estereotipos asociados a la palabra. Sienten, con ello, miedos por su futuro laboral y social y también miedos relacionados con los índices de intento de suicidio en personas transexuales, que oscilan entre el 41 y 42%, según datos de Sever. Una de las razones de estos índices de intento de suicidio, explica Sever, es el desconocimiento y la negación de aquellos niños de generaciones anteriores que han crecido sin “vivir como lo que son”, ya que eso hace que lleguen a esas edades con “ciertos malestares”. Como el caso de Ekai, el adolescente trans de 16 años que se suicidó el año pasado luchando por que se le reconociera su identidad de género.

“Esta es la primera vez que se está acompañando a los menores desde la infancia, se les está dejando ver. Es un momento histórico porque es la primera generación de menores transexuales que están viviendo como lo que son”, ha asegurado Sever, quien indica que los casos en los que esto ocurre, es más probable que el niño o la niña crezca sin problemas como depresión o ansiedad.

Además de los miedos que conlleva, las familias sufren un “pequeño duelo” por la pérdida del hijo o hija que creían que tenían, duelo que se supera, según señala Sever, “al ver la felicidad del niño o la niña”. Desde Naizen han podido contemplar el cambio entre las familias que acudían hace 4 años cuando comenzaron, que se trataba de familias que llegaban “llorando por las esquinas y en shock” a las familias que a día de hoy llegan y ya tienen conocimiento de casos porque los han visto en televisión o en los medios de comunicación y asumen con mayor facilidad esta realidad.

Naizen ofrece información, asesoramiento sexológico y atención de familia a familia a través de su correo electrónico familia@naizen.eus y su número telefónico 688 72 80 55. Además, cuenta con puntos de información y encuentro el primer martes de cada mes desde las 19.00 hasta las 21.00 en Donostia, en Paseo de Colón, 50, en Bilbao, en la calle Benidorm, 1, y en Pamplona, en la calle San Gregorio, 28.

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