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Solo uno de cada cuatro atentados de ETA tuvo respuesta social hasta la aparición de Gesto

Los historiadores Raúl López (primero por la izquierda), José María Ortiz de Orruño (centro) y José Antonio Pérez.

Eduardo Azumendi

Solo la aparición del movimiento Gesto por la Paz, a mediados de la década de los años 80 del siglo pasado, evitó que la sociedad vasca se sumiera en el absoluto silencio frente al terrorismo de ETA. Desde 1968 (primer año con atentados terroristas) hasta 1979, apenas uno de cada cuatro asesinatos de la banda tenía respuesta social con alguna forma de movilización. Y si las víctimas eran policías, la respuesta se reducía a un 7% de los atentados. Unos datos que abonan lo que ya se conocía: el abandono social al que estuvieron sometidas cientos de víctimas en los peores años del terrorismo. El contraste con la reacción a los asesinatos de miembros de la organización terrorista es total: todos contaron con réplicas en forma de huelgas y manifestaciones.

Las cifras se recogen en el Informe Foronda 'Contextos históricos del terrorismo y consideración social de las víctimas. 1968-2010', elaborado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, de la UPV. El trabajo, presentado por sus autores en la comisión de Derechos Humanos del Parlamento, es una petición de la propia Cámara y pretende convertirse en una referencia sobre el terrorismo sufrido por Euskadi. Un estudio que analiza las repercusiones del terrorismo sobre la sociedad vasca y las víctimas.

Raúl López, uno de los historiadores que se han encargado del trabajo, definió terrorismo como “la violencia clandestina ejercida contra personas no combatientes para forzar la voluntad de un gobierno. No estamos ante un fenómeno local, sino global. Lo excepcional del terrorismo de ETA es la duracion, 40 años”. Aunque el trabajo se refiere fundamentalmente a la actividad de ETA, también se recogen datos sobre los crímenes de organizaciones afines a esta y de grupos de extrema derecha. Según López, la sociedad vasca ha pasado de una “desmovilización” y de un “abandono” hacia las víctimas de ETA a un mayor arrope, aunque “tibio”, fundamentalmente desde mediados de la década de 1980 cuando surgió Gesto por la Paz.

El trabajo se divide en cuatro etapas: los orígenes y el impacto del terrorismo durante la dictadura (1968-1975); transición democrática (1976-1981, los conocidos como 'años de plomo'); la consolidación democrática (1982-1994) y la 'socialización del sufrimiento' (1995-2010). “El terrorismo”, ha recalcado López, “ha marcado las cuatro últimas décadas de la historia del País Vasco y también de España en su conjunto. Ha tenido múltiples consecuencias para la sociedad vasca que probablemenmte aún se extenderán durante varias décadas”. Por lo tanto, el Informe Foronda no pretende “agotar un tema tan amplio, sino indicar vacíos de conocimiento que pueden dar pie a futuras investigaciones”.

La magnitud del impacto del terrorismo se resume en los siguientes datos:

1- 914 personas asesinadas en 43 años, de las que 845 lo fueron a manos de ETA y sus organizaciones afines

2- 2.533 personas heridas por ETA. De ellas, 709 sufrieron gran invalidez, incapacidad permanente absoluta o total.

3- Un 76% de los asesinatos de ETA carecieron de respuesta social (datos hasta 1979). Por el contrario, todos los asesinatos de miembros de ETA contaron con réplicas en forma de manifestaciones o concentraciones.

4- 80 pesonas secuestradas. Nueve fueron asesinadas y otras 14 liberadas tras recibir tiros de castigo en las piernas.

5- Solo entre 1971 y 2001, el Consorcio de Seguros ha pagado 161,6 millones de euros por daños personales y materiales provocados por el terrorismo.

6- En un momento dado, en 2002, cerca de un millar de personas tuvieron que llevar escolta para proteger sus vidas.

El portavoz del PSE en la comisión de Derechos Humanos, Rodolfo Ares, agradeció la presentación del informe porque supone “un análisis riguroso del terrorismo y su impacto en la sociedad vasca”. “Frente a los que llaman muertes a lo que fueron asesinatos y solo quieren reescribir la historia, este tipo de trabajos aporta rigurosidad. El relato de la memoria hay que abordarlo sin equiparaciones ni justificaciones. Queremos la verdad de lo que ha pasado”.

Cultura democrática

José Antonio Pérez, otro de los historiadores que ha coordinado el trabajo, destacó la importancia de evitar la relativización de las víctimas. “Las víctimas mortales fueron asesinadas y los responsables son sus victimarios, que tienen nombre y apellidos y militaban en una u otra organización que cometía, y después reivindicaba, crímenes que tenían un carácter político. La principal responsable de la escalada terrorista en Euskadi ha sido ETA, la organización más longeva y más mortífera”.

 

Los autores del estudio aspiran a que su trabajo sirva para asentar una cultura democrática. “En Euskadi ha existido una cultura que celebraba, o cuando menos justificaba y comprendía el asesinato del 'otro', y que, por contra, saludaba al perpetrador como a un héroe o un mártir, según el caso. Frente a ello, debe quedar expreso el rechazo a la violencia, ahondándose en una cultura cívica que resalte la función de la política y de las instituciones democráticas como marco en el que se dirimen las discrepancias”.

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