Sortu retrasa el texto sobre la violencia hasta después de la marcha por los presos
Sortu ha metido primera en su revisión crítica de su pasado de apoyo a la violencia. Al menos, en el aspecto temporal. El calendario para la presentación del documento de la izquierda abertzale en relación con la asunción del daño causado por el terrorismo de ETA se ha trastocado completamente. Tras la última reunión celebrada el mes pasado entre el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, y el líder del PNV, Andoni Ortuzar, aun no hay un acuerdo entre ambas formaciones en relación al documento presentado por el partido soberanista. Además, el nuevo encuentro entre ambos partidos que decidió la Ejecutiva (EBB) hace un par de semanas no se celebrará antes de la marcha del próximo 10 de enero en favor de los presos, según fuentes oficiales peneuvistas. Fuentes de la dirección de Sortu ha confirmado que dejarán pasar la manifestación y posteriormente, cuando el texto esté consensuado, procederían a su presentación oficial.
La izquierda abertzale ha manejado ya hasta tres borradores de un documento -que en principio debería servir para reactivar la ponencia de Paz y Convivencia- texto que no cuenta aun con el visto bueno de los peneuvistas y de cuyo contenido los socialistas vascos de Idoia Mendia no han sido oficialmente informados. Aunque el Gobierno vasco está informado de las reuniones que se han producido entre PNV y la izquierda abertzale, la literalidad del “nuevo lenguaje” que en esta materia ha avanzado Arraiz va a usar la izquierda abertzale no ha trascendido.
La llegada de la etapa navideña, un momento aprovechado históricamente por la izquierda abertzale que nunca ha condenado a ETA para redoblar su campaña en favor del acercamiento de los presos de ETA y la excarcelación de los que han cumplido las tres cuartas partes de su condena o están muy enfermos, ha situado el foco de acción política de ese mundo en las cárceles. Ahí se encudran las movilizaciones delante de las cárceles de Basauri y Martutene de estos días. En la estrategia seguida en ese campo tampoco ha habido señales positivas por parte del presidente Mariano Rajoy, que ha fiado toda su política de pacificación y final definitivo de ETA desde La Moncloa a la disolución de la organización terrorista.
ETA y el coste del “no desarme”
Sortu y EH Bildu, además, han desautorizado todos los movimientos realizados por Ajuria Enea de la mano del secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, en relación el denominado final ordenado de ETA. El portavoz de Sortu Pernando Barrena ha elevado el listón de la crítica al lehendakari por aprobar un plan para los presos de ETA (Hitzeman) “sin contar con los presos” y un plan para el desarme de ETA “sin contar con la organización armada”. Ambas iniciativas han sido duramente criticadas por la izquierda abertzale, que interpreta los movimientos del Gobierno vasco como un intento casi de torpedear las iniciativas de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) que encabeza Ram Manikkalingam. Pero tienen el aval del lehendakari, quien públicamente ha admitido que se siente defraudado por la inacción de ETA en materia de desarme. Y para Urkullu está claro que “el no desarme tiene un coste”.
En este contexto tan tirante, el documento sobre la violencia y el daño causado por ETA en el pasado -si finalmente tiene un calado como el que ha apuntado Arraiz- puede abrir un debate interno en el mundo de los presos y familiares incómodo para la coalición soberanista. Sobre todo porque tanto el grupo de abogados de presos de ETA como sus familiares cada vez ven más lejos una salida inmediata a sus reclamaciones, canalizadas ahora en los tribunales, con sus propios tiempos. Y a la espera de lo que pueda decidir el Tribunal Supremo sobre el cómputo de las penas de etarras condenados fuera de España.
Mientras, la coalición soberanista tampoco afloja y ya ha anunciado para el proximo 24 de enero la presentación de su hoja de ruta de la 'vía vasca' hacia la independencia de Euskadi, al calor del clima que aun pervive en Cataluña y en un claro intento de señalar con el dedo al PNV y al lehendakari por lo que consideran una actitud tibia ante la reivindicación del derecho a decidir y su negativa a confrontar en ese terreno con el Gobierno central.
