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Teclas enmarcadas

Los museos se acercan a las redes sociales

Patricia Burgo Muñoz

En internet, y por extensión en las redes sociales, cualquier persona puede encontrar con facilidad el último acontecimiento que se haya producido en el planeta. Desde noticias, a declaraciones, sucesos o fenómenos meteorológicos. En las pantallas, fuera de la información, se pueden buscar las farmacias de guardia, las carteleras de cine, los menús del día o cualquier otra ‘necesidad’. Pero, en cambio, el arte todavía está a rebufo en cuanto a su presencia en las redes. Ver las obras de arte en su contexto, en sus galerías, es una tarea que hasta hace muy poco resultaba muy difícil y que ahora, por fin, comienza a ser factible. Los museos, en el siglo XXI, entran en internet y en las redes sociales.

El paso más importante lo dio, como no, Google. El gigante de la red creó el servicio Google Art Proyect, una plataforma que permite al usuario navegar entre más de 40.000 obras de 9.000 artistas de todo el mundo. Algunas pinturas puedan ser incluso disfrutadas en formato ‘gigapixel’ que permite ampliar la imagen hasta el nivel de la pincelada.

Pero las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías son muchas más, sobre todo en lo que se refiere a la comunicación y a su relación con la creatividad, el arte y la cultura. Las reticencias iniciales a dar este salto se han disipado con la certeza de que el aprovechamiento por parte de los museos y los centros de arte de las nuevas tecnologías sirve para implementar sistemas que permiten la interconexión entre comunidades, el desarrollo de procesos de digitalización, los servicios multimedia, la realidad aumentada, las imágenes 3 D, las aplicaciones en nuevos dispositivos. En fin, llevar el arte más allá de los museos.

Con todas estas posibilidades, la aproximación de los museos vascos a esta nueva creatividad digital ha sido gradual. Los cuatro grandes centros de arte de Euskadi: el Guggenheim, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Artium de Vitoria y el Museo San Telmo de San Sebastián viven también en la red una nueva era de comunicación y promoción.

Quizá el museo que alberga el edificio de Frank Ghery es el que menos promoción necesite, pero ha encontrado en las redes sociales un aliado para interactuar con los usuarios y crear comunidad. El Guggenheim es uno de los museos españoles que mejor utiliza las redes. Solo en Facebook tiene casi 190.000 seguidores. Con un lenguaje cercano, el museo bilbaíno ha conseguido mantener una conversación con sus usuarios de manera que se sientan cercanos a la marca. Twitter, con más de 75.000 seguidores, se ha convertido en otra ventana de comunicación que permite a la Fundación mantener un flujo de información y conocer los intereses de los amantes del arte y la actualidad cultural.

Su vecino, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, es el más novato en el mundo de la comunicación digital. No ha sido hasta este el pasado mes de diciembre, cuando se ha aventurado a lanzarse a las redes sociales con una reorganización de su departamento de comunicación y la puesta en marcha de una cuenta de Facebook, Twitter y un canal de Youtube. “No queríamos cometer el error de estar por estar”, admite la subdirectora del centro, Marta García. Las posibilidades que ofrece la red han terminado por convencer a los responsables del museo que han estudiado de forma pormenorizada el momento adecuado de afrontar este nuevo reto. “Ya era inaplazable”, explica García, pero la dirección ha tenido un especial empeño en tener un equipo de trabajo propio y formado para conseguir un doble objetivo: reforzar la comunicación del museo y acercarse a un público más jóven. “Nuestro público se sitúa entre los 45 y los 65 años, las redes nospermiten acercarnos a un público jóven que está interesado en el arte más clásico”. Además el Bellas Artes de Bilbao consigue tener una proyección internacional formando parte de las colecciones que se pueden visitar en la plataforma de Google Art Proyect.

Los museos más jóvenes han tenido la ventaja de crecer a la par de la revolución que ha supuesto intertet. “El entorno web ha evolucionado en los últimos 13 años, cuando nació Artium”, reconoce Antón Bilbao, responsable de comunicación de Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria, “lo que nos ha permitido adaptarnos a estos cambios”. Así el Artium empezó trasteando con la plataforma MySpace “en tiempos en los que el presupuesto nos permitía programar más conciertos”, explica. En la actualidad, como en la mayoría de los casos, Facebook y Twitter, son las plataformas preferidas por el centro alavés que ve en ellos dos puntos fuertes: “uno claro de comunicación hacia las personas interesadas en temas culturales contemporáneos, y otro que permite tener un contacto directo con los usuarios que plantean cuestiones que podemos responder.”

El Museo San Telmo por su parte ha tenido también la oportunidad de tener una relación más natural con las redes sociales. El centro artístico donostiarra sufrió un proceso de renovación y ampliación entre 2007 y 2010, tiempo en el que permaneció cerrado y fue finalmente reabierto en 2011, en pleno auge de la comunicación digital. El departamento de comunicación del centro vio que las redes sociales “son un canal de comunicación directo que te permite comunicarte con tu público”, reconoce la responsable de comunicación, Miren Valverde. Conscientes de que en las redes “no hay que estar por estar”, eligieron Twitter, “la que más utlizamos, para avanzar nuestra programación, responder y seguir temas que nos interesen”, explica. Además las plataformas audiovisuales, Youtube y Flickr, aunque actualizadas con menos asiduidad, han sido elegidas son las más adecuadas para mostrar las diferentes colecciones.

Lo que todos tienen claro es que no se trata de sustituir la visita, si no de aportar valor añadido a la imagen de los centros y seguir trabajando de forma paralela para aquellos que todavía no se asoman a la nueva ventana digital. “Se trata de sumar”, dice Miren Valverde. Antón Bilbao coincide con su colega, “hay cada vez más formas de acceder a la cultura y todas sirven para sumar, pero nada puede sustituir al placer de visitar ‘in situ’ una obra de arte”, concluye.

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