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“Ante una violación, lo primero es salvar la vida; no piensas en cruzar las piernas”

Eduardo Azumendi

Blanca Estrella Ruiz, presidenta de la Asociación Clara Campoamor, lo tiene muy claro: “Ante la posibilidad de sufrir una violación lo primero es la vida. Todas sabemos que durante una violación la víctima corre el riesgo también de perder la vida, y es en eso, por tanto, en lo que tiene que centrarse, en evitar que la maten; y no en cruzar las piernas o sus partes femeninas”. Ruiz reprocha así a la magistrada que supuestamente preguntó si “cerró las piernas” a una víctima de una presunta agresión sexual.

En un artículo de opinión remitido a eldiarionorte.es titulado 'Ni cerramos las piernas ni la boca', la presidenta de Clara Campoamor incide en que quien sufre una agresión debe ante todo proteger su vida, “no pensar en montar una defensa impenetrable que puede acabar con ella lesionada o muerta”. “El Código Penal”, añade, “no establece como excusa para el violador que la víctima no cerrara adecuadamente las piernas, como no establece como excusa para el ladrón que la víctima no agarrara suficientemente fuerte el bolso. Cuando una víctima afirma que el agresor se le echó encima y la forzó no hace falta preguntar si cerró bien las piernas, o si gritó para alertar a los vecinos. No aporta nada a la investigación de la causa y solo humilla innecesariamente a la mujer, y lo que es peor, la responsabiliza de la agresión sufrida”.

Según Blanca Estrella Ruiz, un juzgado puede dudar de la veracidad de la declaración de una mujer que denuncia una violación, pero “nunca en la averiguación de la verdad puede traspasar la barrera de la dignidad y el respeto a esa mujer. Un juzgado que humilla a las víctimas está fallando estrepitosamente en su función”.

Y en esta línea pone un ejemplo. “El violador conocido como 'el del ascensor' les decía a sus víctimas: 'si quieres te mato', 'si te resistes te mato'; y mató a Leticia Lebrato y Marta Obregón. Pero dejó vivas a 54 mujeres jóvenes en Valladolid y a 11 en Salamanca; todas ellas escucharon las dos frases, seguidas la una de la otra, y todas ellas fueron violadas, pero estaban vivas, insisto. Seguramente ninguna de ellas chilló ni gritó ni forcejeó, pero todas ellas salvaron la vida. Quizás esta jueza [en referencia a la la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Vitoria] no habría condenado al 'violador del ascensor' porque estas víctimas no cruzaron las piernas ni cerraron sus ”'rganos femeninos' y ni siquiera gritaron“.

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