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Urkullu respira, los trabajadores de la ACB, no

Trabajadores de la ACB, justo después de la asamblea del pasado martes en la planta de Sestao.

Aitor Guenaga

Pedro pasa de los 50 años y en poco tiempo puede engrosar ese complicado segmento de población de parados en Lanbide con una buena cualificación laboral, pero con una edad nada atractiva para ser contratado por los empresarios. Pedro es un trabajador de una de las contratas de la ACB, que emplean en su conjunto a más de 250 personas. Pedro no ve su futuro nada claro. “Y encima prácticamente me he comido ya todo el paro con lo que a principios del próximo año me puedo ver con una mano delante y otra detrás”, asegura tras haber participado en la asamblea del pasado martes en la que en la que por solo 16 votos de diferencia los trabajadores dieron luz verde al plan de la dirección de Arcelor Mittal, que incluye recortar la plantilla a la mitad, jornadas de 12 horas y producir un máximo de 12.000 toneladas al mes solo dos fines de semana.

Pedro representa al eslabón más débil de la cadena de la Acería Compacta de Bizkaia (ACB), una planta cuya plantilla puede haber aprobado en realidad el 'cierre en diferido' de uno de los emblemas históricos de la siderurgia vasca, heredera de los Altos Hornos de Vizcaya (AHV). Y esa debilidad se puede incluso testar en que los trabajadores de las contratas, unos cuantos presentes en la asamblea de esta semana celebrada en la propia fábrica de Sestao, no pudieron ni votar acerca de su futuro.

La lucha de los trabajadores de Arcelor Mittal -tanto en Sestao como en Zumárraga, donde el cierre de la planta es una realidad prácticamente inaplazable- ha dado juego en la precampaña electoral todos los partidos -a excepción de los populares vascos- o representantes institucionales afectados -diputaciones, ayuntamientos- se han fotografiado con los representantes del comité de empresa o han realizado visitas relámpago para mostrar su apoyo, como hizo hace pocos días el candidato de Unidos Podemos y líder de Izquierda Unida (IU), Alberto Garzón. La 'batalla del acero' ha entrado en campaña. Pero en realidad, este conflicto lleva en la agenda mucho tiempo antes de que el pasado 4 de febrero, a medianoche, la empresa iniciara la parada temporal indefinida debido a las dificultades para competir con el acero chino y por el elevado precio de la energía. Incluso antes de que la multinacional angloindia anunciara el pasado 21 de enero, justo antes de comer, a la representación de los trabajadores que la planta se paraba y entraba en ERE a partir de febrero.

No son pocos los que han apuntado, con conocimiento de causa, que el Gobierno vasco conocía los planes de Arcelor Mittal para las plantas de Sestao y Zumarraga con bastante anterioridad. Y son desde luego muchos los que han denunciado la “pasividad” durante todo ese tiempo del Gobierno que preside el lehendakari, Íñigo Urkullu. Solo cuando la noticia se coló primero en los domicilios de las familias afectadas, el Ejecutivo autonómico empezó a calibrar el peso que la 'batalla del acero' podía tomar en los estertores de una legislatura granada en conflictos bajo el paraguas de la actuación pública (Ertzaintza, Sanidad, Educación concertada, Lanbide...). Y desde entonces sus máximos representantes han puesto su cara de póker más efectista y han lanzado su discurso más exigente ante la empresa: un plan industria el futuro, una estabilidad de al menos cinco años, inversiones en investigación y desarrollo, ¿Pose o realidad? ¿Qué hicieron Urkullu y Arantxa Tapia ante el gigante angloindio cuando conocieron los planes de la empresa?

Por eso la votación del pasado martes en la ACB -que arrojó la misma foto fija de división que se había sacado por la mañana en la asamblea: 143 votos a favor, 127 en contra y 12 abstenciones- sitúa al Gobierno de Urkullu y a la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad sin una de las espadas de Damocles que pendía sobre sus cabezas. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque si finalmente la planta de Sestao se reabre a mediados de julio como pretende la dirección de Arcelor Mittal, se puede presentar en las elecciones autonómicas con el aval de medio trabajo hecho en el conflicto de Arcelor y con la realidad de ese eslogan que han gritado las gargantas de los trabajadores de la fábrica vizacína: “ACB ez itxi”.

Pedro no ha faltado a ninguna de las numerosas concentraciones desarrolladas en todos estos meses. El pan de sus dos hijos también estaba en juego. Ahora espera la llamada de la dirección de la contrata en la trabaja, encargada del almacén de la ACB, para saber cuantos granos le quedan aún en el reloj de arena de lo que muchos trabajadores creen no deja de ser un 'cierre en diferido'de la planta.

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