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Fallece Jorge Dorribo, el magnate de las subvenciones que hizo temblar la política gallega

Jorge Dorribo, ante los juzgados de Lugo tras una de sus múltiples comparecencias judiciales

David Lombao

Hubo un tiempo en el que no había acto social de relevancia en Lugo en el que no apareciera Jorge Dorribo, el empresario que en los años 90 del siglo pasado había conseguido cierta fama por el acierto que había tenido al producir un preparado para nutrir prendas de cuero había crecido en la primera década del siglo XXI al frente de Nupel, el laboratorio que había fundado con el nombre de su exitoso producto textil. Esta semana ha trascendido su muerte a los 54 años en Barcelona, donde mantenía reuniones para algunos de sus nuevos negocios.

Esos nuevos proyectos los había emprendido tras la caída de la trama de fraude de subvenciones y otros delitos que quedó reflejada en la investigación de la operación Campeón, el primer caso de corrupción que salpicó al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo y que finalizó a finales de 2017 con la condena de un exdiputado del PP y dos exdirectivos de la Xunta, a los que el Gobierno gallego evitó acusar durante el proceso. También fue condenado el propio Dorribo a cuatro años y medio de cárcel por delitos contra la hacienda pública, fraude, falsedad, insolvencia contable y blanqueo, pero tras los acuerdos con la Fiscalía que cerraron el caso no tuvo que volver a la cárcel, ya que había acumulado cuatro años en prisión preventiva y no tenía antecedentes.

Así terminó para el gran público el recorrido judicial que había comenzado para Dorribo en mayo de 2011, pocos días después de las elecciones municipales de aquel año. En aquellos días la jueza Estela San José había ordenado desde su juzgado de Lugo detener a Dorribo. También al entonces director del Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) y a uno de sus subdirectores, además de registrar la sede de la institución dependiente de la Xunta. La detención de Dorribo había causado impacto en toda Galicia, especialmente en Lugo. Pero impactar no es lo mismo que sorprender.

El altísimo nivel de vida del empresario entre coches de alta gama, yates, hábitos de lujo y descripciones grandilocuentes de enormes proyectos internacionales que no acababan de concretarse ya había despertado recelos. Pero, la mayoría de veces, esos recelos quedaban en segundo plano cuando Dorribo ponía sobre la mesa generosas aportaciones para prácticamente todos los equipos deportivos de Lugo o para las fiestas de la ciudad. Las puertas de los despachos oficiales le habían sido abiertas en tiempos del todopoderoso barón del PP lucense Francisco Cacharro Pardo, ya fallecido, y no se las habían vuelto a cerrar. Todo el mundo salía con agrado en las fotos junto a Dorribo. Hasta aquel infausto mayo de 2011.

Menos de un año después de las detenciones, comenzaron las revelaciones del sumario... y las acusaciones de Dorribo. La investigación del caso afirmaba que el jefe de Nupel había conseguido ayudas públicas de la Xunta apoyándose en facturas falsas e impulsándose con sus contactos políticos. Presentaba su empresa como una potencial aliada de la Xunta nos sus planes de austeridad sanitaria, paliando los efectos de los recortes con sus productos. Pero al mismo tiempo arruinaba su propia compañía a base de préstamos para sufragar todo tipo de lujos. Cuando la quiebra era un hecho, la intentó ocultar mediante ingeniería contable.

Ya nadie quería salir en las fotos con Dorribo, que tenía preparada su propia estrategia de defensa, basada en el ataque. En sus declaraciones ante la jueza San José, afirmó que había repartido dinero y todo tipo de prebendas a líderes políticos de la época como el entonces alcalde de Lugo, Xosé López Orozco, el exministro de Fomento José Blanco, ambos del PSOE, y el exconselleiro de Industria Fernando Blanco, del BNG.

Las acusaciones afectaron de manera crucial a sus respectivas trayectorias políticas, aunque en julio de 2012 las formuladas contra Orozco quedaron archivadas y en 2013 el Supremo hizo lo propio con las que pesaban sobre el exministro. Fernando Blanco tuvo que esperar mucho más y no se libró de la imputación hasta noviembre de 2018, siete años después del estallido del caso.

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