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Feijóo y la oposición constatan el fin de ciclo político en Galicia

Vista del pleno durante una de las intervenciones de Feijóo / Ana Varela

David Lombao

Soo una unanimidad, pero tan tácita como contundente. Galicia está a las puertas del fin de un ciclo político y su término se ha escenificado en el último debate de política general de la legislatura. Después de que el presidente de la Xunta inaugurara la sesión proclamando la “recuperación” económica “para todos” y anunciando una lluvia de ayudas económicas con un 'cheque bebé' de 100 euros como estrella del año electoral, el debate propiamente dicho ha mostrado que la etapa inaugurada con la derrota del Gobierno bipartito en 2009 está a punto de ser finiquitada y que solo queda saber hacia dónde se dirige ese cambio de ciclo.

Para Alberto Núñez Feijóo ese “tiempo nuevo” no va a comenzar, sino que ya “lo acabamos de iniciar” gracias a la gestión económica de su propio partido, y por eso “lo que importa no soy yo”, en referencia a su destino político, todavía por aclarar. “Lo que importa no es el futuro de nadie de los que estamos aquí”, manifiesta, en un contexto en el que, no obstante, da por seguro que en Galicia no hay “ninguna alternativa de gobierno” que no pase por el propio PP.

La -buscada o no- versión galaica del célebre there's en el alternative de los conservadores británicos lleva al líder de los populares gallegos a advertir de que, si hay algún problema, ese está en la oposición. “No deberían preguntar tanto si yo seguiré o no en doce meses, sino qué han hecho ustedes en los últimos siete años”, reta al resto de grupos. Galicia, dice, “tendrá un gobierno estable y tendrá un gobierno estable para todo lo que queda” de legislatura, “por eso avanzamos y seguimos avanzando”. Mientras, asegura, “si juntamos las cinco” intervenciones de la oposición -PSdeG, AGE, BNG y las dos diputadas del Grupo Mixto-, estas “no suman un gobierno”.

En un sentido obviamente distinto, también la oposición ve un punto final o, al menos, un punto y aparte. “Dijo que termina un ciclo y es cierto, está terminando el ciclo político del PP”, le replicó desde el BNG Francisco Jorquera, para quien el discurso de “humildad” lanzado inicialmente por Feijóo duró lo mismo que su primera intervención. “Ha hablado de autocrítica y ha vuelto a dar un ejemplo de autocomplacencia”, dice el nacionalista, convencido de que el partido de la derecha “representa el pasado” y por eso “no puede encarnar la Galicia del futuro”.

El agotamiento es igualmente diagnosticado desde el PSdeG, cuyo portavoz, José Luis Méndez Romeu, advierte al presidente de que “esto no se arregla con un cambio en el gobierno ni con bailes en los platós”. Por eso, para el socialista es necesario comenzar a preparar la gestión de la “herencia que nos dejan”, una Galicia con la “mayor desigualdad de su historia moderna” en la que el portavoz de AGE, Xosé Manuel Beiras, apela a emular a las mareas municipales que lograron llegar a los gobiernos de A Coruña, Santiago y Ferrol.

En una réplica más enérgica que su primera intervención Beiras lamentó que el presidente evite “hacer política” y se limite a aportar “una redacción, como un gestor de una pieza de limpieza que en vez de limpiar, enmierda”. “Ustedes -le dice Beiras al PP- están caput y saben que están a punto de terminar su mandato”, comenzando por la Cortes Generales y el Gobierno de España tras el 20D. Ese trance, advierte, implicará también que el PP deje de ser “el partido que represente a la derecha”, porque “el Banco Sabadell y todos esos ya han hinchado el globo de Ciudadanos”, formación que el portavoz del PPdeG, Pedro Puy, caracterizó durante el debate cómo “izquierda moderada”.

Una vez rematada la sesión central del debate solo queda la discusión y aprobación, el próximo viernes, de las propuestas de resolución que el Gobierno tendrá encomendadas en los meses que le queden mientras las fuerzas políticas se lanzan a la carrera electoral de las generales, primero, y después de unos comicios gallegos cuyos protagonistas están todavía por conocer. Feijóo, por el momento, alimenta la incógnita y se limita a una evocación emotiva: “Mi compromiso por Galicia no pasará nunca”, concluyó entre aplausos de los suyos.

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