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Feijóo se queda solo con su recorte de diputados

Besteiro (izquierda) y Feijóo, en su reunión de noviembre

David Lombao

Las manos de Alberto Núñez Feijóo vuelven a ser las únicas que agarran de la tijera para recortar el Parlamento de Galicia. Después de que, en la reunión que mantuvieron la mediados de noviembre, el secretario general del PSdeG instara al presidente de la Xunta a buscar el consenso con todos los grupos para esta reforma, José Ramón Gómez Besteiro se encontró con un PP inmóvil para el que la reducción del legislativo gallego no es negociable. Dado que Feijóo tiene claro que “se va a llevar adelante sí o sí, la respuesta del PSdeG es no”, advierte Besteiro, que tras la reunión de la Ejecutiva Nacional de los socialistas se mostró favorable la una reforma amplia de la Ley de Elecciones, pero contrario a “un recorte a la democracia” como el que plantean los conservadores.

Con AGE y BNG fuera del tablero de juego de este asunto desde hace tiempo, Besteiro evidencia, como el resto de la oposición, que esta no es una cuestión de dinero. El ahorro proclamado por el PP cuando lanzó esta propuesta al calor de iniciativas semejantes en la Comunidad de Madrid se lograría, simplemente, “conservando los 75 diputados” pero “con el mismo nivel retributivo global” que si fueran 61, es decir, bajando los salarios de la Cámara alrededor de un 20%. “No es cierto que más ahorro implique menos democracia, se puede ahorrar más con más democracia”, sintetiza Besteiro.

Los populares ya son, por lo tanto, los únicos que defienden que la vía para gastar menos en el legislativo es restarle escaños. Con esto claro, Besteiro subraya que, de lo que “estaríamos hablando” en el caso de aceptar las pretensiones presidenciales es de “aumentar la desproporción”, pasando a que cada diputado o diputada “sería elegido por 45.642” electores y electoras de promedio, aumentando además la sobrerrepresentación de las provincias interiores, Lugo y Ourense, tradicionales reservas de voto del PP. Más aún, los cálculos de los socialistas los llevan a llamar la atención sobre otro dato: “se podrían dar casos de mayoría absoluta” con el apoyo de “entre el 20% y el 24% del cuerpo electoral y, por si fuera poco, sólo cuatro autonomías tendrían ”menos diputados por número de habitantes“, quedando lejos de las demás nacionalidades históricas -Euskadi, por ejemplo, tiene 75 diputados con 600.000 habitantes menos-.

Una reforma electoral amplia

Así las cosas, si Feijóo no quiere salir solo en la foto del recorte parlamentario que lleva meses recibiendo aplausos desde las bancadas del PP tendrá que acceder a una reforma electoral más amplia. “Hay que ser más ambiciosos”, dice Besteiro, habida cuenta además que “tenemos casi tres años” para negociar una reformulación que no entraría en vigor hasta las próximas elecciones. A juicio del socialista el marco idóneo para esta negociación sería una comisión parlamentaria que tuviera sobre la mesa “la reducción de los gastos electorales, como es el caso del envío de las papeletas a domicilio”, pero también las “listas desbloqueadas o abiertas” o la reducción de “obstáculos” para las iniciativas legislativas populares.

En este contexto, ni a Besteiro ni al resto de la oposición le sirve que el recorte figurara en el programa electoral popular, presentado bajo lemas como “menos impuestos y más empleo” -“no voy a entrar en un tema demagógico sobre qué parte del programa se cumple”, ironiza-. “Es cierto que el PP puede hacer en solitario” esta operación, admite el socialista quien, no obstante, recuerda que en la legislatura del bipartito el Gobierno retiró una propuesta de reforma electoral porque, precisamente, “no contaba con el apoyo del PP”. En todo caso, advierte, “vaciando el Parlamento no le haremos ningún bien la este país” y “nadie nos creerá” a las apelaciones a la condición de nacionalidad histórica.

Horas después del desmarque socialista, la portavoz del PP gallego, Paula Prado, ratificaba la intención conservadora. Esta, insiste, será la última legislatura gallega con 75 diputados, lo que implica reformar en solitario una ley básica de la autonomía, siguiendo así la estela de lo hecho por Manuel Fraga en 1993. Sobre la negativa de Besteiro, Prado teoriza: “no le dejan ni Beiras ni el BNG”.

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