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Galicia decide si revalida a un PP acorralado por la corrupción como alternativa al “caos”

Rajoy ruega una mayoría para Feijóo y que a Galicia "no le ocurra" como a España

Gonzalo Cortizo

Corrupción o caos. Son los dos ejes en los que se ha movido la campaña electoral gallega. Este día de reflexión plantea un nuevo examen para las encuestas que pronostican, para el PP, una nueva mayoría absoluta. La tradición dice que Galicia es propiedad del PP, pero también el lugar en donde, antes de Podemos, se inventó eso de las confluencias.

El número 38 es la clave para cualquier análisis en una contienda de la que depende buena parte de la política nacional a corto plazo. Galicia marcará cuál es la verdadera fortaleza de Rajoy y hasta dónde llega la profundidad del agujero socialista. De esta campaña, quedará para el recuerdo el día en que Iglesias y Errejón decidieron decirse en Twitter todo eso que no se dicen a la cara. Octubre espera, mientras Galicia decide el voto.

La campaña gallega ha tenido invitados insólitos: Rita Barberá, José Manuel Soria, Luis Bárcenas, Chaves, Griñán... Para los álbumes fotográficos quedarán todas las estampas que el líder del PP ha protagonizado junto al imputado José Manuel Baltar, dueño y señor de la provincia (Ourense) que más votos le da al PP.

No pasará mucho tiempo antes de que a Rajoy se le pregunte por esas fotos y como respuesta escuchemos el ritual, “ese señor por el que usted me pregunta”.

En Marea, PSOE y BNG se han apoyado en el discurso de la corrupción para pedir un voto alternativo, que obligaría a un gobierno a tres. Feijóo, mientras tanto, ha insistido cada día en que frente a él, solo está “el caos”. Tras un batacazo municipal, con gobiernos de confluencia en A Coruña, Santiago y Ferrol, está por ver si la alusión a la entropía tiene efecto electoral en la comunidad gallega.

Los tres partidos de izquierdas han sido claros durante la campaña en lo tocante a buscar un acuerdo para gobernar frente a Feijóo. El pacto a la izquierda es una posibilidad clara, contra la que el PP ha clamado en cada acto, en cada paseo, en cada visita a un mercado.

Galicia reflexiona mientras el candidato a revalidar la presidencia espera un hijo. Feijóo decidió introducir la cuestión de su paternidad en plena campaña. La estrategia del PP gallego ha gozado de un personalismo inédito, hasta el punto de que al propio Rajoy se le ha sentido como a un intruso en los mítines.

El líder del PP ha buscado en Galicia el éxito que necesita para volver a Madrid y discutir sobre quién es el culpable de unas terceras elecciones generales.

Aquí, mientras tanto, Feijóo se juega la presidencia contra Luís Villares, un exmagistrado desconocido y que ya ha lanzado su advertencia: si llega al Gobierno, levantará todas las alfombras para llevar ante los tribunales a los responsables del expolio de la cosa pública.

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