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“El PP de Santiago ha estado tan ocupado con la corrupción que no ha atendido ni el día a día”

Martiño Noriega, candidato de Compostela Aberta

David Lombao

Martiño Noriega llega con prisa al local electoral de Compostela Aberta, en la santiaguesa Praza do Toural. Tiene por delante una jornada con cinco entrevistas, una rueda de prensa, tres encuentros con colectivos de la ciudad y dos mítines en diferentes barrios, describe. Mientras otros miembros de la candidatura preparan la intendencia del día Noriega ordena ideas del programa electoral y admite que en el cuartel general de la plataforma crece el optimismo por momentos.

“No tenemos muchos medios, pero tenemos superávit de ilusión y compromiso”, asegura en un espacio en el que, dice, “quien venimos de dinámicas partidarias nos sentimos oxigenados”. Todas las personas que pasan por allí, mantiene, ayudan a echarle “combustible al fuego de cambio” en la en la capital gallega con independencia de que militen en partidos -Compostela Aberta está apoyada por Anova, Podemos, Esquerda Unida y los Ecosocialistas, entre otros- o sean independientes. [Entrevista realizada originalmente en gallego].

Hay muchos focos sobre Compostela Aberta, parece que más en las últimas semanas. ¿Cómo lleva la campaña?

Estoy muy motivado. El retorno en la ciudad con la propuesta de Compostela Aberta está siendo muy bueno, hay mucha ilusión que alimenta jornadas maratonianas. Ese retorno viene a demostrar que la cuestión en Compostela va a estar entre revalidar estos cuatro años oscuros del PP o abrir una nueva etapa con una candidatura de encuentro, que es Compostela Aberta.

En estos días viene señalando que la apuesta de Compostela Aberta es ser la lista más votada. ¿Esa es una de esas cosas que se dicen en campaña o piensa que realmente es posible? Las encuestas dicen que el PP sigue siendo la lista más votada...

No es una cuestión de estrategia electoral. Yo creo que debemos exigirnos esa meta, porque a día de hoy, independientemente de que se intente generar un estado de opinión en el que es difícil de tapar el crecimiento de Compostela Aberta, yo tengo la intuición de que la distancia entre Compostela Aberta y el PP no es tanta. Muchas veces se dice que la cuestión de la intuición tiene que ver con un proceso de elaboración racional del subconsciente [ríe], y en este caso percibimos una campaña muy polarizada. Compostela Aberta concita un voto de la izquierda social, muy transversal, y de gente que se ha quedado desencantada de estos cuatro años. Se valora el equipo que tenemos, con personas especializadas en diferentes áreas y preparadas para gobernar al día siguiente. Y ese sumatorio nos pone en una posición que nos exige hacer esa apuesta. Después de lo que ha pasado estamos obligados a hacerla.

Muchos de los comentarios que se repiten estos días a la luz de las encuestas tienen que ver con una pregunta: ¿Cómo puede estar el PP al borde de la mayoría absoluta después de lo sucedido, con hasta tres alcaldes en cuatro años?

Yo creo que el PP no está ahí, creo que la diferencia es mucho más ajustada. Sí soy consciente de que hay una base sociológica en la ciudad. Cuando escucho hablar de la necesaria estabilidad de un futuro gobierno del PP no sé si reír o llorar. Compostela Aberta no está luchando solo contra el PP, sino también contra un contexto, un hábitat de la ciudad al que le da igual lo que haya pasado estos cuatro años y entiende que para preservar sus intereses lo mejor es que siga el PP. Y eso no es menor en cuanto a poderes fácticos, económicos e incluso en cuanto a medios de comunicación que lo avalan.

Usted llega a Compostela Aberta después de meses de funcionamiento de la plataforma. ¿En qué momento decide dar el paso, después de llegar a decir públicamente que no estaba en sus planes?

Casi en el momento límite. Yo expresé durante mucho tiempo que no entraba en mis planes este reto, pero en los últimos meses fueron muchas las voces que fueron capaces de darme razones de peso para anteponerlas a las personales. Siempre dije que mi decisión estaba condicionada por que las razones colectivas fueran fundamentales. Si entendía que yo podía ser un catalizador, un facilitador, de un espacio que consiguió sumar muchas sensiblidades en torno a un programa y a un método de participación. Se entendía, a mayores, que por mi posición pública podía ponerle una cara, visibilizarlo. Y se entendía que sería irreparable que, después de lo que pasó, el PP revalidara la mayoría. Mandaríamos un mensaje terrible como capital de Galicia al conjunto de la sociedad gallega, y más por el simbolismo del proceso de Compostela en el contexto general de este año, en el que se está decidiéndo si abrimos una nueva etapa para decidirlo todo o si el sistema solo se hace un lifting. Yo estoy donde quiero estar.

Una de las primeras críticas que le llegaron cuando anuncio su decisión fue con respecto de su continuidad en la alcaldía de Teo. ¿Por que decidió hacerlo así?

Yo he visto en ese debate mucha impostura, mucha hipocresía. Las razones fueron pocas pero fuertes. Una, porque la institución del Concello de Teo no condiciona la vida municipal de Compostela, son ayuntamientos colindantes, con vasos comunicantes. Segundo, porque mi decisión personal no podía, por responsabilidad, condicionar la vida local en el Concello de Teo, esa etapa tenía que terminarla sin generar un proceso de inestabilidad. Y tercero, porque siempre he tendido a ejercer la responsabilidad en los lugares en los que he estado. De hecho, en estos momentos de campaña tengo delegada la alcaldía y he renunciado al sueldo. ¿Por qué digo que he visto mucha hipocresía? Porque he visto cómo en Compostela gente que sigue teniendo cargo institucional, tanto en el gobierno como en la oposición, y unas retribuciones mucho más elevadas que las mías y con una carga de trabajo mucho menor, abanderaban esas críticas y hacen campaña electoral todos los días. En el caso de Agustín Hernández, utilizando la institución de manera partidaria, no porque lo diga Compostela Aberta, sino porque lo ha dicho la Junta Electoral. 

Más allá de la configuración final de la corporación, todo parece indicar que Santiago va hacia un escenario sin mayorías absolutas. ¿Cómo ve el panorama hacia los posibles pactos, hacia posibles conversaciones con PSdeG y BNG el día después?

En caso de que Compostela Aberta lidere el proceso de cambio las fórmulas de gobernabilidad están por cerrar. Lo que siempre decimos es que ni por activa ni por pasiva vamos a favorecer un gobierno del PP, lo queremos dejar muy claro. Una de las razones de ser de Compostela Aberta son las prácticas del PP en estos últimos cuatro años. Nos parecería una indecencia que el PP renovara responsabildades de gobierno después de sus irresponsabilidades. Y por eso hemos hecho un llamamiento al resto de fuerzas y nos pareció un error la equidistancia del Partido Socialista.

Creo que esa equidistancia está basada en las dudas de un sector del Partido Socialista y en un cierto miedo a un cambio real, seguramente por dinámicas heredadas en los últimos años y por necesidad de cohabitar en los intereses con el PP para no abrir una nueva etapa. Incluso así, creo que han cambiado de posición a última hora porque era una posición suicida. Ningún hombre o mujer que vote al PSOE lo hace para favorecer un gobierno del PP, aunque sea votándose a ellos mismos en la investidura.

Con el BNG, primero es una lástima que no esté participando en este lugar de encuentro que es Compostela Aberta pero, independientemente de eso, hay un respeto absoluto por el trabajo de Rubén Cela y del BNG y siempre defendemos que podemos no vivir en la misma casa pero caminar juntos. Las fórmulas de gobernabilidad van a depender mucho de los resultados y de las dinámicas de cada uno. No descarto que, de un signo o de otro, el de Compostela sea un gobierno en minoría.

Supongamos que el 13 de junio usted es alcalde de Santiago. ¿Qué es lo primero que tendría que hacer?

Ya estoy ubicado en esa posibilidad. Y estoy preocupado, porque lo que sucedió en la ciudad no solo supuso un deterioro de imagen y de autoestima. El PP ha estado tan ocupado en resolver los problemas con la corrupción que no ha atendido ni el día a día. Nos encontramos con barrios sin diálogo, con obras comenzadas por varias partes del gobierno y no terminadas, tejido asociativo que demanda interlocución, inexistencia de política social, medidas punitivas para el tejido cultural... Los problemas son muchos. Y nos encontramos con una dinámica de desconfianza en los trabajadores públicos, muchos de ellos implicados en los procesos por decisiones políticas de sus superiores. Por lo tanto, lo primero que hay que hacer es normalizar, hacer un estudio de situación y normalizar la vida local en la interlocución con las parroquias, con las entidades, y en la dinamica interna, con el personal municipal. Y cambiar las políticas de fondo, no quedarse en un cambio de caras. Pero, dada la situación, normalizar ya es un reto.

¿Si le toca a Compostela Aberta, levantarán las alfombras si encuentran algo poco estético o poco ético?

Dice un amigo que me voy a especializar en llegar a lugares problemáticos [ríe]. Compostela Aberta no puede amparar los destrozos del pasado. Si llegamos vamos a normalizar la vida municipal, vamos a poner en marcha política transformadora para el futuro, vamos a intentar recuperar el relato de ciudad que se ha perdido en los últimos ocho o diez años... Pero lo que nos encontremos no podemos ampararlo, porque estaríamos siendo cómplices. Yo soy partidario de dar traslado a la Fiscalía si encontramos cuestiones irregulares. Es una práctica de sentido común, aunque las energías haya que centrarlas en gobernar.

Llevamos varias preguntas sobre la posibilidad de que Compostela Aberta gobierne. Pero, ¿qué pasa si esto no es así, personal y colectivamente?

Compostela Aberta ya tiene un éxito: mostrar que es posible encontrar un equilibrio en las candidaturas de unidad popular, de conciliar sensibilidades partidarias con ciudadanía no adscrita a partidos y hacerlo de una manera transversal. Seguramente llegamos tarde, perso estamos lanzados. Y ese es un capital del que nos sentiremos orgullosos con el paso del tiempo, independientemente de los resultados. Si esto no sucede tendrá que ser Compostela Aberta la que decida cuál es su futuro.

Es cierto que nosotros no nos presentamos para ocupar tres concejalías y repartir las migajas, nos presentamos para ganar porque creemos que ganar es fundamental para cambiar las cosas. Compostela Aberta seguirá actuando con responsabilidad e, independientemente de que gobierne o no, impulsará tejido social de apoyo tanto para la fiscalización del gobierno como en una no deseada oposición. Sobre mi rol personal, en ese caso estará derivado de la dinámica colectiva de Compostela Aberta. Y ahí yo siempre digo que uno es dueño de sus victorias pero no de sus derrotas. En las derrotas estás sucursalizado a las decisiones colectivas.

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