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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Diez años del barco que mandaron al “quinto pino”

El Prestige a punto de hundirse

Hace hoy diez años el Prestige avanzaba, herido y arrojando toneladas de fuel, mar adentro. A las ocho de la mañana del 19 de noviembre de 2002 el buque se rompió, hundiéndose horas después. Al día siguiente Arsenio Fernández de Mesa declaraba que “el destino del fuel en el fondo del mar es convertirse en adoquín”.

Fueron muchas las declaraciones de los representantes políticos que pasaron a la historia, bien por su carácter poco adecuado para ser pronunciadas por un cargo público o bien por ocultar información y contener falsedades después demostradas. Desde que ya el 14 de noviembre López Veiga hubiera decretado que “hay que sacar ese barco de ahí de una puta vez”, lo que se hizo sin tener en cuenta la opinión de los expertos ni tan siquiera solicitar informes técnicos. Ese mismo día Arsenio Fernández de Mesa comenzaba a minimizar el alcance del desastre: “Sale muy poquito combustible, un reguerito de fuel que se apaga y vuelve a salir en forma de bola, un manchón...”. O la famosa conversación entre el Ministerio de Fomento y la Subdelegación del Gobierno en Galicia: “Como siga así, este llega a Groenlandia” “Bueno, pues que llegue allá”.

El 16 de noviembre el barco lleva dos días siendo paseado de norte a sur de la costa gallega, extendiendo la mancha de fuel. Aunque el remolcador Ría de Vigo advierte de que “esto se parte en cualquier momento”, Fernández de Mesa insiste en que “el problema ha entrado en vías de solución” y López Veiga se atreve a afirmar que “estuvo a punto de provocarse un nuevo Erika, pero se ha evitado”. Arias Cañete, ministro de Agricultura y Pesca, declara que “La rápida actuación de las autoridades españolas ha evitado una verdadera catástrofe pesquera y ecológica”.

El 17 de noviembre de nuevo López Veiga intenta convencer a todo el mundo de que “no se trata de una marea negra, sólo de un vertido de fuel”. Es en este día cuando Federico Trillo y Paco Vázquez sugieren que aviones del ejército bombardeen el barco. El 18 de noviembre la Xunta tranquiliza a todos los futuros afectados por la catástrofe que llevaban días negando. López Veiga declara que “Aquí nadie se quedará sin el turrón” y anuncia que “La Xunta va a dar a las 4.000 familias afectadas el turrón y sí luego puede venir el mazapán por parte del Gobierno central y de la UE, mejor”.

El 19 de noviembre se consuma el desastre. A las ocho de la mañana el petrolero se rompe por la mitad y las dos partes se hunden completamente al cabo de unas horas: la popa lo hace sobre las 11.45 horas de la mañana y la proa a las 16.18 horas. En 5 días recorrió 243 millas (437 km) frente las costas gallegas y en ese momento, el barco estaba a 130 millas de la costa de Fisterra, a la altura de las Islas Cíes. La marea negra afectaba ya a 300 km de costa. Pero Arsenio Fernández de Mesa calculaba “a ojo de buen cubero” que el Prestige había vertido 3.000 o 4.000 toneladas y tranquilizaba a todos porque “el destino del fuel en el fondo del mar es convertirse en adoquín”.

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