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La campaña en la que Feijóo no perdió

Feijóo, con un ejemplar de su programa electoral

David Lombao

El 5 de octubre de 2012 era la primera jornada de la campaña electoral en Galicia. Era una carrera electoral atípica, con varios nuevos actores y aun más interrogantes. ¿Cómo le afectaría al BNG la irrupción de la Alternativa Galega de Esquerda encabezada por Xosé Manuel Beiras, su antíguo líder? ¿Resistiría el PSdeG de Pachi Vázquez la debacle general de su partido? ¿Haría Mario Conde algo más que espectáculo? Y, sobre todo, ¿revalidaría el PP la mayoría absoluta o habría lugar para una alianza de la izquierda y del nacionalismo que compusiera un Gobierno alternativo? Todas estas preguntas estuvieron sobre la mesa durante dos semanas tras las que, como pronosticaban algunas encuestas al inicio, Alberto Núñez Feijóo no perdió.

Por el ladoo del partido conservador la carrera hacia las urnas estuvo salpicada de promesas y de una calculada distancia de Feijóo con respecto a Mariano Rajoy, con quien apenas compartió actos y, en ocasiones, de las propias siglas del PP. El aspirante a la reelección llenaba sus intervenciones de promesas centradas en la recuperación económica y, más concretamente, en la activación del sector productivo gallego. Así, por ejemplo, el actual presidente insistía en sus mítines en que la nueva legislatura sería la de la vuelta de la carga de trabajo a los astilleros, con unos contratos de Pemex por los que el sector todavía está esperando. Otra de las patatas calientes para la industria era el riesgo de cierre de la metalúrgica Alcoa si no lograba una tarifa eléctrica que finalmente llegó y fue anunciada en un mitin del PP. Mientras, la prensa iba perdiendo la cuenta de los apercibimentos que el Ejecutivo recibía por parte de la Junta Electoral.

En este contexto fue en el que llegó un elemento casi exótico para las campañas gallegas, los debates. PP, PSdeG y BNG pactaron tres rígidos cara a cara entre sus respectivos candidatos en los que Feijóo apostó por agitar el miedo la una reedición del bipartito, Pachi Vázquez se presentó como garantía del fin de los recortes y el nacionalista Francisco Jorquera prometió un cambio transformador en Galicia. En esos debates no estuvieron fuerzas como AGE o Compromiso por Galicia, que se 'coló' en el evento ofreciendo su propia lectura de las organizaciones que hasta ese momento sentaban en el Pazo do Hórreo: “cero propuestas, cero soluciones”, resumió Xoán Bascuas.

Con la campaña notablemente polarizada entre el PP y AGE o, más concretamente, entre Beiras y Feijóo, las últimas encuestas mantenían a los populares en la mayoría absoluta y le daban entrada a Alternativa en la Cámara. Socialistas y Bloque insistían: “si nos movemos, el PP pierde”; “a las encuestas, ni caso”, clamaban. Entre debates sobre el eventual rescate a la economía española, el déficit o Pemex llegaba el final de la campaña. La incógnita que permanecía era, en definitiva, una: cambio o continuidad?

Pérdidas de votos y proyectos de la nueva legislatura

El 21 de octubre abrieron las urnas y, al cierre, los grandes titulares hablaban de que Feijóo había arrasado: en plena crisis económica, con un PP desprestigiado y la población indignada por los recortes, el líder de la derecha gallega no sólo mantenía su mayoría absoluta, sino que la ampliaba de 38 a 41 escaños. Pero la letra pequeña decía más cosas. El refuerzo de la mayoría conservadora no implicó un crecimiento en votos, al contrario. Tras el recuento del voto emigrante -en el que hubo una abstención del 96% gracias a las nuevas garantías legales- resultó que el partido del Gobierno se había dejado por el camino 128.000 votos. Son algunos más de los 124.000 que perdió el BNG, pero menos de las casi 230.000 papeletas perdidas por los socialistas, una de las claves de las elecciones. Mientras populares, socialistas y nacionalistas perdían casi medio millón de apoyos AGE se estrenaba recogiendo 200.828. Al tiempo, todas las fuerzas miraron con inquietud el crecimiento de la abstención y del voto en blanco, cuestión que Feijóo resolvió asegurando que también es “representado por el PP”.

Con los votos recontados y el nuevo Parlamento compuesto echaba a andar la novena legislatura autonómica entre análisis de lo acontecido en la pugna electoral, especialmente en la banda de la oposición. Mientras, al PP le tocaba desarrollar un programa abarrotado de promesas, muchas de ellas aún por realizar. Así, por ejemplo, nada se sabe todavía de los prometidos planes de empleo, de la apuesta por reactivar los traspasos de competencias a Galicia o de los consabidos contratos de Pemex. Sí han salido adelante ya proyectos comprometidos como la elaboración de un plan para los aeropuertos o el envío al Parlamento de la denominada Ley de Garantías de Prestación Sanitaria, que incluye una vía de trasvase de pacientes a la sanidad privada.

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