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António Guterres, de la integración Galicia-Portugal a la ONU

Guterres, con varios alcaldes gallegos en 2001

David Reinero

El nuevo secretario general de la ONU sabe bien donde está y que es Galiza. El lisboeta António Guterres acaba de ser elegido para el cargo por las potencias presentes en el Consejo de Seguridad, paso previo a que la asamblea de las Naciones Unidas lo ratifique y tome posesión del cargo el próximo 1 de enero. Repasamos su relación con esta orilla del Miño.

Guterres, nacido en Lisboa el 30 de abril de 1949, es ingeniero y se afilió al Partido Socialista en 1973. En 1976 se estrenó en política como diputado en la Assembleia da República y desde entonces ha ido pasando por numerosos cargos públicos en el país vecino, el más importante de ellos el de Primer Ministro, que ocupó entre 1995 y 2002, cuando dimitió después de una derrota de su partido en unas elecciones municipales. Entre 2005 y 2015 fue Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, paso previo a su llegada ahora al máximo puesto de la diplomacia mundial.

La época en la que Guterres fue primer ministro de Portugal es la del final de la primera generación de modernas infraestructuras del país, entre ellas la primera gran conexión con Galicia, y el momento en que se planificó el desarrollo de la siguiente fase de vertebración territorial. En mayo de 1998, Guterres, con la presencia de Manuel Fraga y José María Aznar, inauguró el tramo Ponte de Lima-Valença de la autopista A3, el último por rematarse de la primera vía de alta capacidad construida entre Porto y Galicia, consiguiendo así el histórico objetivo de que se pudiera al fin circular de manera ininterrumpida por autopista o autovía entre A Coruña y Lisboa.

La última piedra de aquella primera gran infraestructura se puso al tiempo que el Gobierno portugués comenzaba a planificar la segunda fase de vías de alta capacidad vertebradoras del norte y el interior del país vecino. Fue durante el mandato de Guterres cuando se introdujo en Portugal la figura de las SCUT, las carreteras Sem Costos para o Utilizador, o de peaje en la sombra, que con el paso del tiempo, la crisis y el rescate de Portugal acabarían perdiendo su significado y embarcando a los gallegos en kafkianos trámites para poder circular por ellas. Entre aquellas autovías ahora de pago planificadas inicialmente por aquel gobierno de Guterres están la A28 Porto-Viana-Caminha y la A24 Vila Real-Chaves, continuada luego hasta Verín. También fue Guterres quien, poco antes de abandonar el gobierno, dio el primer paso administrativo del AVE Porto-Vigo que luego embarrancaría con la crisis.

Como ahora, también en aquella época España y Portugal miraban con desconfianza las infraestructuras transfronterizas y sólo las hacían avanzar en su lado de la raia si percibían que en la otra parte había interés y progresos reales, por lo que fueron habituales las reuniones al más alto nivel para desatascar proyectos entre Guterres y miembros de su gobierno con Manuel Fraga y José María Aznar. Fraga y Guterres incluso se llegaron a reunir en Rio de Janeiro en 1997, a bordo de un buque de la Armada portuguesa, al coincidir allí en un viaje del presidente gallego a Sudamérica.

Según recuerda Xoán Vázquez Mao, secretario general del Eixo Atlántico de municipios de Galicia y el Norte de Portugal, Guterres fue uno de los impulsores de la reforma sanitaria que mejoró la atención primaria portuguesa y que tuvo efectos colaterales en Galicia. La necesidad de más profesionales sanitarios, de los que carecía Portugal, impulsó una primera migración de gallegos hacia el país vecino.

Vázquez Mao también destaca la importancia que tuvo en la mirada hacia el norte de Guterres la presencia en su gobierno de tres ministros muy próximos a Galicia: Luís Braga da Cruz, que había sido presidente de la Comissão de Coordenação e Desenvolvimento Regional do Norte y amigo personal de Fraga; Fernando Gomes, que había sido alcalde de Porto y uno de los impulsores del Eixo Atlántico; y Daniel Bessa, economista también nacido en Porto, donde había sido y sigue siendo profesor.

Fue en ese norte del país vecino no siempre bien tratado desde Lisboa donde en marzo de 2001 el gobierno de Guterres viviría una de las mayores tragedias de la historia reciente del país, que acabaría implicando también a Galicia de manera colateral. 59 personas murieron al derribarse un viejo puente sobre el Duero junto al Castelo de Paiva cuando un autobús circulaba sobre él. En los días posteriores, varios cadáveres y restos de los vehículos implicados aparecieron en la Costa da Morte, a 200 kilómetros de la desembocadura del Duero.

Pero de Galicia Guterres guardia mejores recuerdos, como les confesó a varios alcaldes gallegos en una comida en la que intentaban impulsar el AVE Vigo-Porto. En un viaje a Ourense, les dijo: “Namorei”.

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