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El preacuerdo entre Anova, Podemos y EU plantea libertad de voto para el grupo gallego

Yolanda Díaz, Xosé Manuel Beiras y Pablo Iglesias

Miguel Pardo

El “preacuerdo político” que perfilan Anova, Podemos e EU acaba de mover los marcos en el debate sobre la confluencia de la izquierda gallega de cara a las elecciones generales. Bien sea como impulso -como lo ven algunos- o como distorsión -como opinan otros- el documento que las tres formaciones negocian para firmar en los próximos días promete marcar un antes y un después en un proceso que lleva meses activo. Pero ni las tres formaciones negociadoras coinciden en la importancia e inminencia del mismo. Ni tan siquiera en que sea ya el definitivo.

El texto, a lo que tuvo acceso este diario, insiste en un “preacuerdo” para la construcción de un “espacio de cambio político y de ruptura democrática y de una candidatura gallega de confluencia a las elecciones generales”, pero aclara que no es más que “un nuevo escalón” en la conformación de un bloque de confluencia “abierto a todos aquellos espacios con los que se compartan procesos, metodologías y objetivos políticos”. Y aclara siempre la soberanía de un grupo que, aun presentándose junto a Podemos, mantendría su independencia y libertad de actuación en el Congreso. 

“El acuerdo tiene una vocación necesariamente abierta e inclusiva para todos los actores políticos y sociales que tengan la voluntad de sumarse al proceso de unidad popular que, la diferentes niveles, está en marcha”, dice el documento, que toma como “punto clave de referencia” las candidaturas de confluencia que cambiaron el panorama de muchos ayuntamientos gallegos el pasado 24M. Además, insiste en que “la clave del éxito de este proceso es hacer del mismo un instrumento en manos de la ciudadanía”.

“Tenemos el compromiso de abrir un proceso de confluencia donde la ciudadanía sea la protagonista, tomando como propio el proceso y modelando, en primera persona del plural, todos sus elementos cardinales: la elaboración programática, la materialización política del espacio, el código ético, control democrático y los elementos que conforman un sujeto político”, dice.

Anova, Podemos e IU insisten en repetir el modelo de la Marea Atlántica y Compostela Aberta y abren el abanico a la entrada del BNG, sabiendo también que su inclusión en este espacio es muy complicada. Mientras hay voces que apuestan -públicamente también, como Martiño Noriega- por la inclusión del Bloque en la alianza, otras dan por hecho que será casi imposible.

Y el motivo es claro. El mandato que el referéndum estatal que Podemos hizo en verano sobre sus alianzas electorales -y en la que hubo una baja participación de la militancia- implica que la formación de Pablo Iglesias se presente con su marca -preponderante o no- en todos los territorios más allá de los acuerdos con otros grupos. La creación de una candidatura gallega unitaria independiente con Podemos dentro no sólo incumpliría con dicho referéndum, sino que obligaría -para salvar las limitaciones del Reglamento del Congreso- a que se enfrentara a una lista de la formación de Pablo Iglesias para poder optar la ese grupo propio en el Congreso. Es eso o prescindir del partido morado.

Un grupo soberano “en su actividad en las instituciones”

Pero Beiras repitió varias veces en que esa lista única debería respetar a “Galicia como sujeto político” y no ser una “sucursal”. Fuentes de la dirección de Anova insisten en que todo lo negociado “se bloquearía” en caso de que Podemos no respete la “soberanía de este espacio de confluencia”, desde EU advierten de “protocolos de relación” y posibles acuerdos que harían posible hasta un grupo propio como tal y Podemos-Galicia apuesta por la “federación” de ese espacio gallego con su marca estatal.

Son todas esas alternativas las que se manejan con un objetivo: este espacio gallego de confluencia se presentaría a las generales junto a Podemos, pero actuaría como “sujeto político soberano en todos los planos, político, jurídico, simbólico, comunicativo y organizativo”, pero también “en su conformación como canal de participación ciudadana y en su actividad en las instituciones”. Por tanto, y según explican varias fuentes de la negociación, actuaría como un grupo gallego en el Congreso, con libertad de voto y capacidad de decisión propia. Un grupo oficioso.

El ejemplo más empleado es el de las múltiples votaciones sobre pesca, naval o agricultura en el Congreso en las que la disciplina de grupo provoca que candidatos gallegos de PP o PSOE voten en contra de medidas favorables o más beneficiosas para Galicia. Eso no ocurriría en este caso, insisten estas fuentes, algo en lo que no confían desde otras fuerzas nacionalistas.

Por otra parte, quedaría la cuestión de las primarias y de la validación de los candidatos, habida cuenta también que Podemos ya eligió sus aspirantes a representantes provinciales. En el preacuerdo se asegura que el bloque final que “resulte de este proceso de confluencia social y política” debe ser quien de “articular los canales de iniciativa y decisión para que la ciudadanía a la que se debe, la gallega, pueda participar activamente y otorgar legitimidad a todo el proceso de una forma viva y continuada”. Y la figura de Beiras parece claro que tendría un papel fundamental.

En cuanto a la denominación de esa candidatura gallega, nada se concretó todavía, pero parece claro que se intentará limar al máximo la preponderancia de la simbología de Podemos, sin que eso suponga ir contra el mandato que en referéndum dieron los militantes de esta formación. Diversas fuentes insisten en que el preacuerdo es “político y para nada electoral” porque eso supondría ya haber hablado de primarias, denominación y papeletas. “Nada de eso se trató aun, pero sí la coincidencia en el diagnóstico”, dicen fuentes de las negociaciones que ni tan siquiera dan por seguro que Podemos acabe manteniendo su nombre en determinadas circunscripciones. “Veremos si no tienen que bajarse de la burra”, dicen.

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