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Menos de lo prometido para Galicia, más de lo esperado para Pemex

Vista general del astillero Barreras, en Vigo

Miguel Pardo

El sector naval gallego respira de alivio tras la adjudicación que Pemex acaba de hacer a Navantia y Barreras para la construcción de dos floteles por un importe de unos 300 millones de euros. Casi año y medio después de la promesa de Núñez Feijóo en plena campaña electoral y 19 meses más tarde de aquel primer acuerdo estratégico entre la Xunta y la petrolera estatal mexicana, los astilleros gallegos tendrán por fin carga de trabajo. Pero nada será como se prometió, ni para lo bueno ni para lo malo.

Porque de por medio, Pemex se hizo por 5,1 millones de euros con el 51% de Barreras a través de un acuerdo que implica también transferir a México la tecnología y los conocimientos de un astillero histórico y ya centenario. A cambio, la carga de trabajo empieza a llegar a la factoría viguesa, que construirá seis barcos en los próximos años: cinco que habían sido ya acordados (un atunero, tres buques tanque y un abastecedor) por un importe de 300 millones de euros, y la adjudicación para Vigo y Ferrol por otros 300. Una carga de trabajo por valor de 600 millones de euros.

“Perdonen si no perciben euforia, pero nosotros ya conocíamos los acuerdos; hoy es uno de los días más felices del PPdeG”, dijo la portavoz popular Paula Prado. “Es un éxito de país y del sector naval que muestra la solvencia del país”, asegura Francisco Conde, conselleiro de Economía e Industria, tras la adjudicación de los floteles. Supondrá para Navantia un millón de horas de trabajo durante 30 meses y para unos 500 operarios, una quinta parte de un plantel del que han sido despedidos 3.000 en los últimos tiempos. Una buena noticia que no es suficiente. Los datos facilitados por la factoría estatal mexicana son similares em el caso de Barreras, donde se espera comenzar ya en el próximo mes con los trabajos en otros encargos de Pemex. Feijóo habla de entre 1.000 y 1.200 empleos en Galicia.

No obstante, los dos floteles y cinco barcos, que vienen a revitalizar parcialmente un sector naval que languidecía, están lejos de los más de cuarenta buques que el presidente de la Xunta incluyó en sus sucesivas promesas. Dos buques hotel, catorce remolcadores, dos quimiqueros y la segura construcción de la flota menor de la petrolera mexicana por parte de astilleros gallegos. Ese era el plan previsto en aquel acuerdo estratégico de hace poco más de un año y medio y que posteriormente fue reducido en un anuncio preelectoral en el que se anunciaban dos floteles que supondrían 3.000 empleos.

En aquel primer acto solemne que anunció en mayo de 2012 un “acuerdo estratégico” entre el Gobierno gallego y Pemex se incluía la construcción de dos quimiqueros que Feijóo dio por seguros. Desde un primero momento, el comité de empresa de Navantia alertó de la imposibilidad de llevar a cabo ese proyecto ante la competencia de astilleros asiáticos. “La Xunta siempre supo que no serían para Navantia”, decía el representante de los trabajadores en un anuncio que resultó premonitorio.

Poco después, Feijóo reconocía que la imposibilidad de construir los quimiqueros provocó que se sustituyeran esos dos buques por los dos floteles, aún pendientes y sin nada garantizado. Pero antes, también se había garantizado la construcción de catorce barcos remolcadores, siete de ellos íntegramente en Galicia y otros tantos en colaboración con astilleros mexicanos. Supondrían 310 millones de dólares –unos 247 millones de euros–, “más de 2,6 millones de horas de trabajo” y 2.500 empleos “entre directos e indirectos, en la industria auxiliar”.

Además, y mientras Pemex anunciaba en Vigo el pasado mes de diciembre la construcción de cinco barcos en la ría de Vigo y la posibilidad de otros tres en el futuro, el número dos de la compañía advertía en Madrid que no serán astilleros gallegos los que renovarán la flota menor de la petrolera. Valiña y Freire, en colaboración con firmas mexicanas, optaban a la construcción de 25 embarcaciones. Ahora, Barreras confía en que parte de esa flota se construya en su astillero.

Pero antes, Pemex también consiguió otro de sus grandes objetivos: el compromiso del Gobierno español de ayudarle en el desalojo de Antonio Brufau al frente de Repsol, aumentar su poder en la petrolera española y conseguir otro acuerdo con YPF, nacionalizada por Argentina. Según cuenta El Confidencial, Brufau se marchará en cuanto se firme la compensación del Ejecutivo de Kirchner. La firma azteca posee más del 9% del capital de Repsol.

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