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Así ha 'robado' el urbanismo espacio a los ríos que ahora inundan pueblos gallegos

La Guardia Civil tuvo que evacuar en barca al vecindario atrapado por las inundaciones

Marcos Pérez Pena

Sada (A Coruña) ha sufrido esta semana las inundaciones más graves que se recuerdan, que también han sido importantes en otros lugares, como Carballo, Betanzos, Oleiros o Cambre. Entre las zonas más afectadas en la villa coruñesa han estado las calles de A Lagoa (La Laguna) y Río, y también el entorno de As Brañas. Es importante, advierten los expertos, prestar atención a estos nombres que remiten a zonas húmedas, pues en muchos casos la microtoponimia es relevante para entender las causas de las crecidas de los ríos y su gravedad.

Son muchas las localidades gallegas en las que en las últimas décadas se ha llevado a cabo un intenso proceso de urbanización en espacios que -de forma permanente o circunstancial- solían acoger el paso de cursos de agua: arroyos, riachuelos, las propias orillas de los ríos -algunas veces desviados y muchas veces canalizados- o terrenos húmedos como gándaras y brañas. Muchos de estos lugares, hoy ocupados por edificios, calles, carreteras, campos de fútbol o polígonos industriales, conservan su microtopónimo original, que certifica de que por allí en algún tiempo pasó el agua. Y de que lo puede volver a hacer si no encuentra otro lugar para seguir su camino natural.

Algo así ha sucedido en Sada, como explica el arquitecto Carlos Fernández Coto, responsable de la iniciativa Canibalismo urbanístico, tamén chamado FeísmoCanibalismo urbanístico, tamén chamado Feísmo. En la zona más afectada por las inundaciones confluyen dos pequeños riachuelos y una zona de brañas naturalmente inundable (que mantiene su nombre); hasta hace unas décadas esas aguas llegaban hasta el mar de forma natural, a través de un río. Sin embargo, cuando esa parte del pueblo fue urbanizada, el río fue canalizado y soterrado bajo los edificios, a través de un canal de 250 metros de longitud que desemboca en la playa. “Hace cien años, cuando había una crecida salía por donde podía, por otros riachuelos, sin acumularse” -explica Carlos Fernández Coto- “Hoy la propia villa de Sada conforma una barrera que hace el efecto embalse y todo el agua acumulada sólo tiene un lugar por donde salir: esa canalización del río que va por debajo de la calle y de los edificios”. “Cuando coincide una crecida como la que ha habido estos días -con todo lo que ha llovido- con una marea alta que impide que se desagüe, pasa loque ha pasado. Al final llega igual al mar, pero inunda las calles, que actúan de canales artificiales”, añade.

Sada

Esto no sólo sucede en Sada, por supuesto. En los últimos años se vienen sucediendo noticias de graves inundaciones en más lugares de Galicia, como por ejemplo Oia, Vilagarcía o Redondela, crecidas que en muchos casos están relacionadas con la forma y el lugar en el que se ha construido, impidiendo que el agua circule naturalmente y provocando que se acumule en algún lugar, sin vías de escape. “Lo de Sada ha sido muy semejante a lo que pasó en Redondela, donde hay una zona inundable, en la orilla del río que baja canalizado, que también sufre estos problemas. Allí, como en muchos otros sitios, han ido construyendo hasta el mismo pie del río”, dice. “A mí lo que me preocupa es que si, con el cambio climático, hay una subida del nivel del mar de, digamos, 50 centímetros, poniéndonos en el año 2050, estos problemas van a ir a más”, alerta.

El problema es complejo, se reproduce por toda Galicia (no sólo en las ciudades o villas grandes) y tiene que ver con una mala planificación, con una deficiente ordenación del territorio y, en general, con ponerle barreras al agua. “En Galicia siempre ha llovido igual que ahora, pero el agua iba bajando hasta el mar a través de los ríos, a través de canales, a través de las agras, de forma natural y sin causar problemas. Sin embargo, cuantas más barreras vamos poniendo, más se concentra el agua y provoca estas cosas”, señala. “Cuando hablo de barreras me refiero a todo: autopistas pero también pistas forestales que no respetan la topografía, sino que se trazan en linea recta, para llegar de un punto a otro. Hablo también de esa obsesión que tenemos los gallegos por cerrar las fincas. Por eso seria importante que prohibiese cerrar las fincas con elementos no permeables (cemento, bloques), que no dejan pasar el agua (los tradicionales de piedra, sin cemento, sí que eran permeables)”, dice. “Está todo relacionado. Incluso hay una gran diferencia entre los lugares en los que están plantados robles, por ejemplo, o eucaliptos: la hoja de roble impide que el agua llegue al suelo tan rápidamente, impidiendo la erosión”.

“Hace falta planificación” -destaca- “El problema es que aún hay ayuntamientos que no tienen plan general de ordenación. Y, de hecho, hasta hace unos veinte años, la mayoría carecían de él. E incluso los que había en muchos casos se limitaban a planificar calles y alturas, sin profundizar mucho más, sin un estudio en el que participaran expertos de varias disciplinas, como geógrafos, gente que conozca el territorio. Esa no es la función de los arquitectos”. “En realidad, cosas como la de Sada, donde se construyó sobre un río, se saben, la información está ahí, lo que pasa es que no se tiene en cuenta. Se planifica y se construye sin tener en cuenta la realidad del terreno que está debajo. A La hora de redactar un plan de urbanismo deberían consultar con los viejos del lugar”, dice.

Fernández Coto destaca que “ahora afortunadamente estamos en una situación más favorable, gracias a que la Xunta ha parobado ciertas normas, muy necesarias. Por ejemplo el Plan de Ordenación del Litoral”. “Aun así la gente sigue queriendo construir dónde sea, y cuando les explicas que no se puede construir a menos de 100 metros del río, pues no lo entienden, y te dicen que 'yo en mi finca hago y deshago'”, critica.

¿Y, qué hacer con casos como lo de Sada, en los que -en principio- las inundaciones se van a repetir de forma periódica mientras no se tomen medidas? “Pasa lo mismo incluso que con la autovía A-8. Ahora ya se ha hecho y hay que buscar una solución para que la niebla deje circular”, ironiza. “No es fácil, hay que ir a soluciones de ingenio que no entran en lo que es la normalidad. Probablemente haya que suprimir alguna calle y dejar que la calle que se construyó en el lugar que ocupaba el río vuelva a ser río. No sé si con eso sería suficiente, pero sería la solución más inmediata”, dice.

*Las imágenes de 1956 y 1957 fueron tomadas en vuelos del ejército americano sobre Galicia y muestan el aspecto que presentaban las villas de Sada y Redondela antes de que se llevara a cabo a parte más importante de su proceso de urbanización, que conformó una barrera impermeable en el -hasta ese momento- curso natural de evacuación de las aguas del río hacia el mar. 

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