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El forense afirma que la joven de Beasain sufrió una violación con “una violencia especialmente intensa”

EP

San Sebastián —

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La víctima habría sido también penetrada analmente y, además del cloroformo, se le suministró diazepam y lorazepam

SAN SEBASTIÁN, 28 (EUROPA PRESS)

El médico forense que atendió a joven de Beasain cuando fue agredida sexualmente el 13 de julio de 2019 ha afirmado que la víctima fue “violada vaginal y analmente” ya que las lesiones que presentaba eran todas ellas “compatibles con una penetración violenta”. Así, ha incidido en que “la violencia a nivel de vagina fue especialmente intensa”.

En la tercera sesión del juicio contra el último presunto violador en serie de Gipuzkoa, juzgado por una violación a una mujer el 13 de julio de 2019 en Beasain, han declarado como testigos médico forenses y psicólogos, y un perito presentado por la defensa que ha realizado un informe psiquiátrico del acusado.

El médico forense que atendió a la víctima el día de los hechos en el hospital de Zumarraga ha explicado que la joven tenía los ojos inflamados y tenía sangre en la cara, aunque ésta no procedía de ninguna herida abierta en ese momento. También presentaba “inflamación del puente nasal” que podría ser compatible con un golpe en la cara, así como golpes en el pómulo y marcas en la frente y en el cuello, así como erosiones en el pecho “compatibles con arañazos”.

En cuanto a la inspección genital, presentaba un “desgarro” en la zona vaginal con “sangrado” así como en fibras musculares, “escisión del himen”, y otro desgarro inguinal, lesiones todas ellas “compatibles con una penetración violenta”. Así, ha incidido en que “la violencia a nivel de vagina fue especialmente intensa”.

Además, las muestras tomadas en la zona perianal y anal confirmaron la presencia de semen, por lo que la víctima habría sido también penetrada analmente, aunque en este caso no presentaba lesiones en esa zona.

Asimismo, ha apuntado que a la joven “le costaba hablar y abrir los ojos” y que vomitó en varias ocasiones. Tras el análisis de las muestras tomadas, realizadas en un laboratorio de Madrid, se encontraron restos del cloroformo que le produjo “pérdida de consciencia y relajación general muscular”, en cantidades que en el momento en que se tomaron no eran “normales” en cuanto a toxicidad y que en el momento en que fueron suministradas “pudo llegar a ser grave”.

También se hallaron rastros de diazepam, nordiazepam y lorazepam, “en dosis terapéutica habitual que se administran en casos de ansiedad o depresión”, fármacos que la víctima no consumía ya que no seguía ningún tratamiento de ese tipo.

En la vista también han declarado como testigos psicólogos y psiquiatras que trataron a la víctima tras la presunta violación. Así, han relatado que la joven sufrió trastorno de estrés postraumático (TEPT) y “la agresión sexual aumentó su sensación de peligro”.

En esa línea, han detallado que, tras varios meses de tratamiento, la joven había mejorado sus problemas de ansiedad y de trastorno del sueño, aunque aún “seguía sin salir de casa y teniendo que estar siempre acompañada”. Además, han explicado que la víctima “se bloqueó” y no quiso seguir con la terapia ni con la medicación, con lo que no se consiguió “vencer el pasado moral” de ella.

Al parecer, ella “no confiaba en que la terapia le fuese a restituir su personalidad previa”. Respecto a la importancia que la víctima le daba a la virginidad y a sus posibilidades futuras de poder casarse, los psicólogos han señalado que no fue posible tratar sobre esos “convencionalismos” ya que “se negó a seguir con la terapia”.

Tras apuntar que la joven había llegado a Euskadi “con la esperanza de una vida mejor” y estaba insertada laboralmente y tenía “un entorno familiar en el que se sentía protegida” antes de la agresión. “Era su gusto personal, su forma de ver la vida, no era nada patológico. No era una mujer de discotecas ni de salir de noche, sino de vida sencilla”, han añadido.

“ADICCIÓN AL SEXO”

En la sesión de este viernes también ha prestado declaración un perito, presentado por la defensa, que ha realizado un estudio psiquiátrico al acusado basado en dos entrevistas “de entre 8 y 10 horas” con el presunto violador en la cárcel en las que le realizó “14 pruebas psicológicas”, así como en conversaciones con su exmujer y su sobrina. También se le practicó un electroencefalograma en un laboratorio de Valladolid.

El psiquiatra le ha diagnosticado trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDH) tanto infantil como adulto, “trastorno de la personalidad mixto obsesivo compulsivo antisocial” y adicción al sexo, la cual le produce “impulsos irrefrenables”. Además, ha apuntado que el acusado también sufría un episodio depresivo que le provocaba insomnio, por el que comenzó un tratamiento con diazepam “que no hace efecto”.

Según ha asegurado, esa depresión le lleva a un consumo “abusivo” de alcohol y psicotrópicos. Además, ha destacado que sus trastornos le provocan “gran impulsividad” y que tiene una “elevada agresividad, más verbal que física”, con una personalidad “rayando la psicopatía”.

“Tiene conciencia de sus actos pero existe una incapacidad de entender las consecuencias y una subestimación del daño que ocasiona”, ha destacado, para añadir que en el momento de cometer los hechos “su voluntad está altamente limitada”.

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