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En este espacio se asoman historias y testimonios sobre cómo se vive la crisis del coronavirus, tanto en casa como en el trabajo. Si tienes algo que compartir, escríbenos a historiasdelcoronavirus@eldiario.es.

Soy médico y entro a otro turno de guardia más nervioso que de costumbre: la pandemia nos golpea y le tengo miedo

Pacientes de consultas externas. / P. LORENZANA

David Lobo

Médico residente en el hospital de Sant Pau —

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Soy médico residente y voy a entrar a un nuevo turno de guardia en Urgencias. Nuestras guardias son habitualmente muy duras: tantas horas en tareas de gran responsabilidad requieren un esfuerzo extraordinario, físico y mental. Un esfuerzo desproporcionado y abusivo que no se exige a ningún otro colectivo profesional, quizás aprovechando esa intensa vocación que llevamos dentro.

Hoy estoy más nervioso que de costumbre. La pandemia del COVID-19 nos golpea y le tengo miedo, un miedo que trato de calmar racionalizando y leyendo artículos, noticias médicas, posts de colegas... Lo que sea para saber cómo actuar de la mejor manera posible. Pero no es nada fácil, los protocolos se modifican continuamente y encontrar información fiable en este océano de opiniones no contrastadas es un suplicio.

Llego a Urgencias y me reúno con los compañeros que terminan su turno. “¿Qué tal chicos, cómo ha ido?” Sobran las palabras. La mascarilla que han llevado incrustada todo el turno y cubriéndoles media cara no consigue esconder lo que relatan sus ojos. La llegada de pacientes es continua y la escasez de equipos de protección individual, un estrés añadido. Me siento en un barco que hace aguas sin más que un pequeño vaso para ir achicando, y a pesar de todo hay que llegar a puerto. Los recortes ya habían dejado nuestro barco debilitado, no precisamente en el mejor estado para enfrentarnos a esta tormenta. Por suerte, el esfuerzo conjunto de enfermería, auxiliares, sanitarios, administrativos, personal de limpieza y médicos es ejemplar. Todos aprendemos de todos, todos apoyamos a todos. En realidad, son el sobreesfuerzo y la profesionalidad del personal los que han impedido el colapso del sistema tras los recortes.

La satisfacción que genera el vínculo que se establece en la relación médico-paciente es probablemente el principal motivo por el que los médicos somos médicos. Siempre escucho atentamente los consejos de los maravillosos ancianos que llegan a los 90 fuertes como un roble, procuro explicar bien a mis pacientes sus problemas médicos y resolver sus dudas. Y ahora este virus parece que incluso eso nos quiere arrebatar. Para evitar el contagio, tenemos que disfrazarnos y mantener la distancia de seguridad con el paciente, recoger los datos más relevantes de sus síntomas, hacer una exploración física orientada y salir lo antes posible. Hay que optimizar material y tiempo, minimizar la probabilidad de contagio. Con la familia, lejos del paciente, nos comunicamos por teléfono. Si ya es difícil dar malas noticias cara a cara, no se pueden imaginar lo que es hacerlo por teléfono.

Pasan las horas muy rápido, me olvido de beber agua, de ir al baño... ¿Me habré protegido bien? Me limpio una vez más las manos. Por fin, los compañeros del próximo turno, salvadores, nos reemplazan. Salgo del hospital con la cara marcada por las gomas de la mascarilla, las manos peladas de tantas veces que las he lavado y con un sueño abrumador. Estoy agotado.

¿De dónde habré sacado las fuerzas? Lo tengo claro. De la sonrisa que se intuye debajo de la mascarilla del paciente que justo antes de que salga de su habitación pronuncia el más sincero gracias que ha dado nunca. De ver a mi compañera en planta comunicándose con los pacientes a través del interfono para hablar con ellos otro rato más. De codearme con un equipo de personas que desbordan humanidad. Y también de todos y cada uno de los ciudadanos confinados, muchas veces en situaciones difíciles. Gracias por ayudarnos reduciendo los contagios para que no nos lleguen tantos enfermos de golpe.

Entre todos haremos llegar este barco a puerto, cueste lo que cueste. Pero cuando lleguemos, hay que organizar la sanidad teniendo en cuenta que el personal sanitario somos eso, personas como todos.

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