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Un blog sobre leyes y tecnología por y para iLetrados digitales. Derecho para todos los públicos de la mano de Jorge Campanillas, Marina Franganillo, Miriam García, David Maeztu, Jorge Morell, Andy Ramos, Ruth Sala, Alejandro Sánchez, Alejandro Touriño y Roberto Yanguas.

Cuando Tinder te empareja con un menor que se hace pasar por un adulto

¿Qué pasaría si Tinder pusiera en tu camino a un menor de edad?

Miriam García

A estas alturas, a nadie le extraña escuchar a algún conocido contando su experiencia con ‘apps’ de citas del tipo Tinder o Grindr o que los medios de comunicación traten con normalidad estos temas. Un claro ejemplo de ello es el eco que tuvo la reciente filtración de datos de los usuarios de la conocida plataforma de ‘dating’ Ashley Madison. El ligue ‘online’ es tan habitual que para las nuevas generaciones empieza a ser lo más común.

El hecho de que el primer contacto con un posible ligue se dé a través de estas plataformas puede dar pie a que alguna de las partes engañe a la otra escudándose en el anonimato inicial que ofrece una pantalla de ordenador, teléfono o tableta.

Puede llegar a darse el caso de que un usuario mienta respecto a su edad y alguien termine manteniendo relaciones sexuales con un menor. Si la persona engañada no tenía conocimiento de la edad, ¿estaría cometiendo un delito? ¿Hasta dónde alcanza la responsabilidad de la aplicación ‘online’ por permitir que los menores utilicen su plataforma?

En Estados Unidos, por ejemplo, se han dado varios casos de este tipo. El sentido común nos puede llevar a pensar que, como había mediado engaño en la edad, nadie debería ser considerado culpable. Sin embargo, lo cierto es que los tribunales estadounidenses han fallado justo en el sentido contrario en al menos un par de casos.

Así le ha sucedido, por ejemplo, a un joven de 19 años de Indiana que conoció a través de la ‘app’ Hot or Not a una chica que decía tener 17 años, pero que en realidad tenía 14, y con la que mantuvo relaciones sexuales. Pues bien, incluso habiendo declarado la chica en el juicio que había engañado con su edad al joven y que la relación había sido consentida, este fue declarado culpable. Entre las penas impuestas, la de cárcel y la de ser incluido en el registro de delincuentes sexuales, que es público y en el que debería permanecer durante 25 años.

Otro caso reciente es el de un profesor que conoció a un joven a través de Grindr. Esta aplicación establece como edad mínima para ser utilizada 18 años, por lo tanto, al contactar con alguien a través de la misma se presupone que la otra persona ha de ser mayor de edad. El profesor también fue declarado culpable por mantener relaciones sexuales con el menor (en realidad tenía 15 años), a pesar de que, como puso de manifiesto la propia jueza, fue el joven el que incitó a mantener dichas relaciones aprovechando su excepcional altura para aparentar la mayoría de edad.

¿Qué sucedería en España?

En cuanto a lo que supondría uno de estos casos en nuestro país, hay que tener en cuenta que en la última reforma del Código Penal se elevó la edad de consentimiento sexual de los 13 a los 16 años. Esto quiere decir que, a priori, cualquier persona que mantenga una relación sexual con un menor de 16 años será responsable de un delito de abuso sexual que lleva aparejada una pena de prisión de dos a seis años.

Por lo tanto, el principal problema lo encontramos cuando el menor miente sobre su edad y resulta estar por debajo de los 16, ya que automáticamente se está cometiendo un delito. Si tiene 16 o 17 años, a pesar de ser menor, la relación no sería delictiva siempre y cuando medie consentimiento.

No obstante, no podemos perder de vista que la finalidad de esta norma penal es defender a un menor de edad ante un abuso sexual, es decir, proteger a quien no está completamente desarrollado ni física ni psicológicamente de alguien que quiere abusar de él sirviéndose de cualquier argucia.

Pero, ¿y si realmente no ha existido intención de abuso, existía consentimiento por ambas partes y se desconocía que se estaba ante un menor de 16 años porque había indicado una edad distinta a la real? ¿Sigue siendo delictivo?

Para responder a esto habría que analizar el caso concreto, puesto que toda circunstancia, por pequeña que pueda parecer, puede matizar la responsabilidad. No obstante, será la valoración por parte de expertos de varios aspectos del menor, como su desarrollo antropológico – su aspecto, altura, anchura del esqueleto -, su desarrollo intelectual y su desarrollo psicológico, lo que determinará si realmente era difícil sospechar que su edad era inferior a la indicada.

¿Y la aplicación?

Más allá de la responsabilidad del mayor de edad engañado, cabría preguntarse si la plataforma en cuestión tendría parte de culpa al permitir que los menores de edad accedan a la ‘app’.

Sin ir más lejos, Tinder establece como edad mínima para su utilización los 13 años, aunque lo cierto es que se remite a las leyes del lugar donde se vaya a utilizar la aplicación cuando se accede desde fuera de Estados Unidos. Además, para hacer uso de la plataforma, el usuario tiene que asegurar que nunca ha sido condenado por un delito grave y que no consta en ninguno de los registros de delincuentes sexuales.

Asimismo, el usuario garantiza con el simple hecho de darse de alta que toda la información proporcionada para la creación de la cuenta, incluida la de Facebook, es exacta y veraz, y que en caso de que alguno de los datos proporcionados quedara obsoleto, se compromete a su actualización.

No obstante, en repetidas ocasiones y en diversos apartados de los términos de uso, la empresa hace expresamente un descargo de responsabilidades de todo tipo de acto que se lleve a cabo desde su plataforma o que tenga origen en la misma.

Por lo tanto, debido a que cada una de estas 'apps' impone sus propias normas y condiciones de uso, habría que acudir a sus términos para saber qué es lo que está permitido y lo que no, y así conocer hasta dónde alcanza su responsabilidad y dónde empieza la del usuario, haya leído o no las condiciones del contrato que firmó al darse de alta en el servicio.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Denis BocquetHot or Not y Tinder

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