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¿Una máquina para aplastar banqueros? Bienvenido al hogar de las tragaperras delirantes

'Under The Pier Show', la primera sala de recreativos de Tim Hunkin

Cristina Sánchez

Algunos tienen un don especial para el manejo de cables, herramientas, matemáticas o planos, y acaban siendo ingenieros. Otros nacen con una inusual habilidad para manipular lápices y plasmar el humor en ilustraciones, y se hacen dibujantes. El inventor británico Tim Hunkin reúne todas esas cualidadesTim Hunkin, y las ha combinado de distintas formas a lo largo de su dilatada carrera.

En los años 70, publicó más de 7.000 dibujos en el diario 'The Observer' explicando el mundo de una cómica forma. Años después, dirigió 'La vida secreta de las máquinas', un programa de televisión en Channel 4 que mostraba a los británicos cómo funcionaban las máquinas de su vida diaria, desde la aspiradora hasta el televisor. También ha desarrollado proyectos tan variopintos como gigantescos y originales relojes para fachadas (el último para el museo Exploratorium de San Francisco), automatismos para exposiciones e incluso puertas automáticas para las jaulas de los tigres en el zoo de Londres.

Sin embargo, la creaciones de las que más se enorgullece este ingeniero ya sexagenario son las que ha fabricado íntegramente con sus propias manos, en las que ha plasmado su sentido del humor de una forma inusual: las tragaperras extravagantes. “Solía pasar la mitad del año trabajando en otros encargos, pero hace un par de años me di cuenta de que nunca serían tan satisfactorios como las máquinas recreativas. La gente se siente mucho más implicada que cuando ve un reloj público o cualquier otra cosa que he hecho”, cuenta Hunkin a HojaDeRouter.com.

Sus automatismos son muy especiales. Los jugadores golpean a los banqueros que emergen con ayuda de un instrumento de inversión (un martillo), creando a juicio de Hunkin una experiencia bancaria real, en la que al final el banquero siempre acaba ganando; blanquean capitalesblanquean capitales (las monedas de la máquina) huyendo de los reguladores financieros con un brazo magnético que sobrevuela Londres; e incluso operan un reactor nuclear, teniendo cuidado con el manejo del uranio para no destruir el mundo y obtener un caramelo final, o para ser más precisos, un residuo nuclear comestible.

LAS MÁQUINAS TRAGAPERRAS COMO CRÍTICA SOCIAL

Desde adolescente, Hunkin no sueña ni con grandes fortunas ni con mayúsculos éxitos profesionales: lo que siempre quiso fue, sencillamente, su propio salón de juegos recreativos. Trabajó hace casi cincuenta años en una fábrica de máquinas tragaperras, y en 1975 fabricó por sí mismo una primera máquina: 'El nacimiento de Venus''El nacimiento de Venus'. Si en la pintura de Botticelli la diosa de la belleza llega en una concha, en la de Hunkin es otra divinidad, la 'sex symbol' de la época Rachael Welsh, la que emerge rudimentariamente de una bañera (previo pago, por supuesto).

En esa época, este inventor creó otras máquinas como 'El repugnante espectáculo', en la que un muñeco de madera extrae sus mucosidades con sus mecánicas manos o 'La podóloga', que se expuso en el Cabaret Mechanical Theatre de Londres y fue todo un éxito haciendo cosquillas en pies ajenos (de hecho, atiende a 20.000 pacientes al año). Desde entonces, Hunkin se volvió adicto a las tragaperras en el sentido menos ludópata del término.

Ha creado una treintena de máquinas como tributo al irreverente humor británico y a las salas de recreativos que eran un éxito hasta la llegada de consolas y ordenadores. Con ayuda de herramientas, relés, interruptores, lectores tragamonedas y PLCs, este excéntrico inventor clásicoexcéntrico inventor clásico (como él mismo se define) ha reinventando desde su taller en Suffolk el universo de los automatismos en los que solo se juega a alinear limones.

Precisamente allí, Hunkin tiene una sala plagada de sus inútiles máquinas recreativas, situada en un muelle. “Medio millón de personas vienen al muelle, y creo que piensan que es entretenido y les hace reír. Pienso que la mitad de mis visitantes no saben nada de mi sala de juegos recreativos de antemano”, explica Hunkin.

Después de años de trabajo, sus máquinas tienen además otro nuevo hogar en la mismísima capital: 'Novelty Automation''Novelty Automation', una nueva sala para albergarlas en Londres. “Ha sido emocionante, la gente realmente ha disfrutado con las máquinas. Casi todo el mundo compra más fichas para continuar jugando”, nos cuenta este experimentado ingeniero, orgulloso del estreno de su nueva sala de recreativos.

Los jugadores pueden decantarse por una 'máquina del divorcio', en la que tratan de quedarse con la casa, los niños y los perros con ayuda de un volante; 'Alien Probe', una abducción de ovnis a los que les gusta tocar los traseros humanos; o 'Mascota o carne', en la que una ruleta decide si una familia de madera adopta un cordero como mascota o lo sacrifica. “La gente siempre me pregunta cuál es mi favorita, pero en realidad la máquina que siempre se me ocurre es la que estoy construyendo en ese momento”, explica Hunkin.

Sus máquinas electromecánicas no son simplemente aparatos alimentados con monedas: también sirven como reflexión sobre el excesivo valor que damos al dinero y el escaso aprecio que tenemos a los mecanismos que nos rodean. “Desarrollé exposiciones interactivas para museos de ciencias y es frustrante ver cómo la gente pulsa los botones pero sigue adelante sin saber qué ocurre. Sin embargo, la gente 'invierte' su dinero en una máquina que funciona por monedas y lee atentamente todas las instrucciones solo porque quieren obtener un valor”, nos cuenta.

Sus máquinas abordan desde una perspectiva humorística los problemas políticos, económicos o sociales. Creó 'Autofrisk' para ayudar al Departamento de Seguridad sin Sentido del Humor de Estados Unidos en su 'guerra contra el terror', cacheando a los jugadores en sus partes nobles. Mientras, en 'La apocalipsis del arte', en lugar de matar marcianos se dispara a grandes obras, como el famoso manifestante lanzando un ramo de flores de Banksy, ya que últimamente el arte está fuera de control.

“Inglaterra tiene una larga tradición en la sátira y la irreverencia. Me he dado cuenta trabajando en otros países que no cuentan con ella”, explica Hunkin.

LA NOSTALGIA DEL TRABAJO MANUAL

En el siglo XXI, cuando para muchos el mayor acercamiento a un trabajo similar al de este inventor tiene lugar en las clases de tecnología de secundaria, puede costar comprender todo el esfuerzo que hay detrás de estas increíbles máquinas. “Se tarda entre 3 y 6 meses en construir una, aunque en algunos casos te persigue la mala suerte y te lleva más tiempo”, nos cuenta.

Su trabajo se remonta a un pasado reciente en el que los ingenieros dibujaban a mano sus planos, y se las manchaban después, para desarrollar cualquier proyecto. Hunkin se ha adaptado a los avances, pero anima a los jóvenes ingenieros a no malgastar todo su tiempo delante del ordenadorno malgastar todo su tiempo delante del ordenador. “Es extraño, nada parece estar ahora diseñado en la forma intuitiva tradicional, que a mí me parece muy poderosa. Yo soy partidista: prefiero estar en mi taller que sentado ante mi escritorio”, nos explica.

Aunque con sus dos salas de recreativos ha cumplido sus deseos de adolescencia, Hunkin aún quiere emprender otros proyectos: “Tuve muchos sueños cuando era adolescente y todavía estaba buscando lo que realmente quería hacer cuando cumplí los 50. Sigo disfrutando de soñar con cosas que podría hacer en otra vida”.

De momento, seguirá construyendo máquinas - nos cuenta que está terminando 'El pequeño colisionador de hadrones', con el que sin duda rivalizará con el CERN - y esperando que cada vez más gente conozca su peculiar salón londinense, que no ha publicitado mucho porque “odia el 'marketing'” y confía en el boca a boca. Este inventor no vive por las libras que pueda llegar a conseguir, sino por lograr que esas monedas sirvan para arrancar una carcajada al que se acerque a sus irreverentes tragaperras.

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Las imágenes de este reportaje son propiedad de Tim HunkinTim Hunkin

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