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Cuando el servicio secreto interrogó a Steve Wozniak por usar billetes 'falsos'

El cofundador de Apple, Steve Wozniak, durante una conferencia

José Luis Avilés

Siempre hemos sabido del carácter indomable e irrevente del bueno de Steve Wozniak. De hecho, él jamás ha tenido la más mínima intención de ocultarlo. Ha opinado con total sinceridad sobre diversos lanzamientos de Apple y habló sin tapujos tras las revelaciones de Snowden, reflexionando sobre cómo la tecnología que él había concebido para liberar al ser humano había terminado dejándolo a merced de las autoridades globales. iWoz ha demostrado por activa y por pasiva ser un tipo sumamente peculiar y con un sentido del humor muy alejado de lo políticamente correcto.

Buena prueba de ello es la elaborada y peculiar broma que lleva años realizando con billetes de dos dólares. Mientras el resto de ciudadanos utilizan el que ya está en circulación, Wozniak prefiere imprimir su propio papel moneda. Compra las plantillas 'online' directamente al Bureau of Printing and Engraving (la fábrica de moneda del Gobierno de Estados Unidos) y las ensambla en casa. Imprime los billetes en grupos de cuatro y, con una máquina especial, realiza unas perforaciones entre ellos, como si de cartones del bingo se tratase.

Una práctica bastante descabellada que conlleva un gran trabajo y no resulta rentable. Cada billete de dos dólares cuesta tres dólares (más los gastos), de forma que Wozniak y cualquier otro comprador de estas plantillas sale perdiendo.

Para él, sin embargo, es algo habitual. Sus razones tendrá. Puede que no sea más que un juego o que, simplemente, haya llevado así a un nuevo nivel su faceta bromista. En cualquier caso, siempre que paga en algún lugar con estos billetes que entrega unidos, o que él mismo separa con sus propias manos, la persona que los recibe no puede evitar tener ciertas sospechas. Es así como el particular humor de Steve Wozniak le ha jugado, en alguna que otra ocasión, una mala pasada. Como el día que, en Las Vegas, un agente del servicio secreto de Estados Unidos le pidió explicaciones después de entregar a la camarera de un casino un par de billetes de dos dólares.

El socio de Steve Jobs no viajó hasta allí para dejarse llevar por las mil y una tentaciones que presenta la ciudad del pecado. El motivo por el que se desplazó hasta el estado de Nevada con su mujer y su hija Sara es mucho más inocente: asistir a una competición de gimnasia en la que iba a tomar parte la pequeña.

Mientras las chicas realizaban ejercicios de calentamiento, Steve Wozniak y su señora decidieron visitar el Hard Rock Casino para echar alguna que otra moneda a las tragaperras. Fue allí donde el humor de este genio de la informática tuvo inesperadas consecuencias. Según él mismo cuenta en una carta publicada en su página web, todo comenzó cuando tuvo la genial idea de entregar a una de las camareras del casino un par de billetes de dos dólares. Por supuesto, no eran billetes al uso: estaban unidos por una línea de puntos perforados.

La camarera se quedó perpleja al ver que aquellos billetes estaban unidos y no tardó en contarle a su jefe que en el establecimiento había un tipo repartiendo dinero de muy dudosa procedencia. Poco después, un miembro de la seguridad del casino entró en escena y se sentó junto a nuestro protagonista. El propio Wozniak relata que “él estaba muy tranquilo y no mostró ninguna emoción”.

Tras un intento de hacer cómo si no supiera de que le estaba hablando, consciente de que se podía meter en un lío, el bueno de iWoz empezó a revelar todo lo que sabía sobre la compraventa de aquellos billetes y las técnicas para unirlos. Pese a ello, el empleado del casino abandónó el asiento convencido de que había descubierto algo por lo que le acabarían condecorando. Según el propio Wozniak, parecía pensar que había “capturado al Al Capone” de los billetes falsos de dos dólares.

Sin pronunciar otra palabra, el vigilante se excusó ante Wozniak y dejó solo a nuestro protagonista, que echó un vistazo a su reloj y vio que ya era hora de marcharse. Fue en busca de su esposa, que seguía jugando a la tragaperras, pero en aquel momento estaba en racha y pidió a su marido que se fuera al gimnasio, que ella llegaría algo más tarde.

Cuando todavía quedaban unos treinta minutos para que empezara el campeonato, su esposa apareció con no muy buenas noticias: el hombre trajeado que estaba en la puerta era del servicio secreto estadounidense y quería hablar con él. “Que sorpresa”, relata el cofundador de Apple. Pensó que simplemente le pediría que se identificase para esclarecer la controversia que habían provocado sus extraños billetes.

El agente pidió a Wozniak que le acompañase a una sala donde podrían charlar tranquilamente. Una vez allí, como suponía, le hizo identificarse. Cualquiera en esa situación habría sacado un documento de identidad o un permiso de conducir por no tentar a la suerte, pero Wozniak es un tipo peculiar. Recordó que llevaba en la cartera un pasaporte falso que imprimió con una máquina que daba unos resultados fascinantes. El inconveniente no estaba en la calidad, sino en la foto: aparecía con un parche en el ojo. Tras unos instantes de duda, se decantó por la opción más arriesgada.

“Solo se vive una vez y solo unos cuantos disponen de una oportunidad como esa”, afirma que pensó mientras sacaba de su cartera la identificación falsa y se disponía a entregársela al agente. Lo cierto es que este último tampoco parecía muy preocupado, pues dio por válido el documento nada más tenerlo en sus manos. Ni siquiera se percató de que Wozniak, según ese papel, era “responsable de seguridad láser”. Eso sí, comenzó a hacer preguntas para conocer todos los detalles de la vida del cofundador de Apple. La charla duró 40 minutos y Woz se perdió la exhibición de su hija.

Por supuesto, no se llevaron preso a Wozniak. El agente ni siquiera le recomendó que dejase de ir repartiendo por ahí billetes unidos como los cartones de un bingo. Como no es ilegal y sí muy divertido, él ha seguido haciéndolo hasta el día de hoy. Pase lo que pasa, Steve Wozniak será siempre Steve Wozniak.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de inUse Experience, Wikimedia.org (y 2) y The.Comedian

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