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Una ruta sin rodeos que atraviesa la hora punta. El atajo de Hoja de Router para esquivar el atasco informativo.

 

Cómo dos amas de casa inconformistas levantaron un imperio del PC en los 70

Lore Harp y Carole Ely, fundadoras de Vector Graphic

Álvaro Hernández

Abril de 1977. En la Feria de Informática de la Costa Oeste celebrada en San Francisco, Steve Jobs y Steve Wozniak presentan el Apple II, haciendo historia con el primer ordenador de producción masiva de la firma de la manzana mordida. Mientras tanto, a escasos metros, una pareja de amas de casa realiza su contribución al mundo de los ordenadores personales presentando el Vector 1. Sus nombres son Lore Harp y Carole Ely, la cúpula de Vector Graphic.

Aunque el legado de la compañía poco tiene que ver con los éxitos multimillonarios de Apple, su aportación a la informática y la historia de sus orígenes son dignos del mismo reconocimiento que recibe el legendario garaje de Steve Jobs.

Poco antes de aquella feria, el mismo espíritu emprendedor que brotaba en San Francisco inundaba una casa de Westlake Village, una pequeña ciudad al norte de Los Ángeles, y a parte de su vecindario.

Allí vivían los Harp. Él, Bob Harp (científico de un laboratorio de Malibú) y ella, Lore Harp (una joven recién llegada de su Alemania natal en busca de la libertad yanqui), se habían instalado allí después de casarse a comienzos de los 70. Con dos hijas y tras obtener el título de antropóloga por la Universidad Estatal de California, Lore se cansó de su aburrida vida de ama de casa. “No soporto quedarme en casa”, contaba en una entrevista a The New York Times en 1983. “Me volvía loca y todo el mundo pensaba que era rara porque no iba al club de ‘bridge’ o a hacerme las uñas”.

El negocio de las tarjetas de memoria

Sucedieron entonces dos cosas, aparentemente inconexas, que hicieron surgir la chispa empresarial en la vida de los Harp. Lore conoció a su alma gemela, Carole Ely, una vecina que se sentía igual que ella. Juntas decidieron encauzar esas ganas de romper con la rutina iniciando un proyecto emprendedor. El problema era decidir cómo hacerlo.

Al mismo tiempo, un Altair 8800 llegaba a la vivienda de los Harp. Había, eso sí, un inconveniente: el cacharrito que había comprado Bob era defectuoso. En lugar de devolver el 'kit', este físico por la Universidad de Stanford decidió solucionar él mismo el problema. Para ello, tuvo que desarrollar su propia tarjeta de memoria de 8 ‘kilobytes’.

Tras tenerla un tiempo aparcada, Bob ofreció en 1976 a su mujer y a su vecina la tarjeta de memoria como posible producto comercializable para su aventura emprendedora. Así, en agosto de aquel año crearon Vector Graphic para entrar en una industria totalmente desconocida para ellas, en la que la competencia aún era escasa y los pocos productos existentes estaban muy lejos de ser perfectos.

Los comienzos fueron precarios. Esta ‘startup’ inició su andadura con 6.000 dólares de capital y dos mesas en el cuarto de invitados de los Harp. Al principio, toda la familia se volcaba en la fabricación del producto. Tal y como explica un artículo de 1982 de la revista Time, las tarjetas de memoria se probaban en el comedor y los materiales de ensamblaje se guardaban en una ducha.

Aunque Bob era el padre del producto y el autor del nombre de la empresa, decidió mantener su puesto de trabajo. Fueron Lore y Carole, en el papel de CEO y responsable de comunicación y 'marketing' respectivamente, las que cogieron las riendas de Vector Graphic.

Ventas en revistas y los primeros ordenadores

La pareja de empresarias ideó una forma de obtener ingresos rápidos. Pondrían a la venta el 'kit' de Bob a través de anuncios en revistas de todo el país, con el clásico formulario recortable para hacer un pedido por correo. El producto se enviaba contra reembolso y no se admitían devoluciones, así que la recién nacida empresa empezó pronto a acumular efectivo.

La tarjeta de Vector Graphic fue todo un éxito, y Harp se animó a diseñar nuevos componentes compatibles con el Altair 8800. El paso natural estaba más cerca: en 1977, la compañía lanzaba su primer equipo, el Vector 1.

El ordenador se vendía por 849 dólares ya montado; por algo más de 600 dólares si se prefería el 'kit' para ensamblarlo. Teniendo en cuenta la inflación, esos precios equivaldrían a unos 3.300 dólares (3.000 euros) y a unos 2.300 dólares (2.000 euros) de nuestros tiempos.

El precio poco tenía que ver con la cantidad de dinero que había que desembolsar por un Apple II: 1.298 dólares, unos 5.000 dólares actuales (más de 4.500 euros) teniendo en cuenta la inflación. En realidad, ambas compañías jugaban en ligas distintas. Mientras una aprovechaba la arquitectura creada por Atari, la otra daba a luz a un sistema totalmente nuevo. Además, Vector Graphic se especializó en las ventas a pequeños negocios, por lo que su camino y el de Apple nunca se cruzaron, a pesar de estar a escasos metros en aquella feria de informática celebrada en 1977.

Las ventas del Vector 1 fueron un éxito. Harp y Ely buscaron distribuidores por medio mundo y, en solo cuatro años, lograron que la compañía ingresara tres millones de dólares al mes tres millones de dólares al mesgracias al ordenador creado por Bob.

Además de su precio, el aspecto del Vector 1 también tuvo que ver con el éxito de la compañía. Mientras la escasa competencia ponía poco énfasis en la estética, Harp y Ely parecían estar obsesionadas con el aspecto de sus productos. Lo demostraron con la tarjeta de memoria y lo volvieron a hacer con el Vector 1. El ordenador podía comprarse en dos colores: verde y naranja (anunciado como color “óxido”).

La popularidad de la empresa se personalizó en Lore Harp, que comenzó a aparecer en las portadas de revistas corporativas. Esta joven alemana que había aterrizado en el mundo de la informática casi por casualidad no llegó a ser reconocida como un genio de la tecnología, sino como un auténtico genio de los negocios.

Llegó a ser conocida como la “doncella de hielo”la “doncella de hielo” y, según la revista Time, el de Vector Graphic fue uno de los éxitos más salvajes de la industria. Su gestión empresarial se hizo famosa por darle importancia a las personas: se preocupaba por el bienestar de los trabajadores y sus familias, compatibilizaba su trabajo con la suya y, mientras tanto, evitaba que la compañía se endeudara.

Sin embargo, el principio del fin estaba a la vuelta de la esquina...

Todo lo que sube, baja

Si dos hechos aparentemente aislados originaron el nacimiento de la exitosa Vector Graphic, un cúmulo de circunstancias familiares y empresariales sería lo que acabase con la empresa. Alrededor de 1980, cuando la compañía de los Harp estaba en su punto álgido (contaba ya con más de 400 empleados y había lanzado más modelos desde aquel exitoso Vector 1), IBM comenzaba su andadura. Pronto se introduciría (arrasando) en el mercado de los ordenadores personales.

Bob Harp, que había dejado su trabajo al poco de lanzar el Vector 1 para convertirse en jefe de diseño, trató de luchar desde dentro para evitar el golpe de IBM. Su propuesta, que pasaba por desarrollar equipos compatibles con la tecnología de IBM, fue rechazada por la junta. Las tensiones en el seno de Vector Graphic terminaron llevándose por delante su matrimonio y Bob, creador de aquella primitiva tarjeta de memoria y los siguientes productos de la empresa, abandonó el barco. Justo en el momento más crítico, cuando todo parecía derrumbarse.

Aun así, a Vector Graphic todavía le quedaba una pequeña y breve alegría: en 1981, la compañía salía a bolsa y los empleados recibían 100 acciones por año trabajado. Aún había esperanza. Aquel mismo verano, nació el IBM PC y con él se diluyó el futuro de la firma creada por Lore Harp y Carole Ely.

Tras volver a casarse, Lore dejó el puesto de CEO. Ely salió de la compañía en 1983. Cuando las ventas de Vector Graphic empezaron a caer de forma preocupante, Harp volvió por un breve lapso de tiempo. En 1984, con 40 años, abandonaba definitivamente aquella aventura emprendedora que había nacido casi diez años antes. No quedaba nada del Vector Graphic original y los ingresos de la compañía se desplomaban de una forma dramática: de 36 millones de dólares al año pasaron a facturar solo 2.

El declive de la empresa fue descrito por Los Angeles Times en 1985 como “un cuento con moraleja para los empresarios energéticos atrapados en la mística de la gestión”. Aquel mismo año, Vector Graphic – o lo que quedaba de ella - se declaró en quiebra. Atrás quedaba la historia de dos amas de casa aburridas que terminaron levantando su propio imperio informático.

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Las imágenes del artículo son propiedad, por orden de aparición, de Vector Graphic, McGovern Institute, Ed Uthman, Robert Scoble, Inc. y Marcin Wichary

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