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‘Italian Limes’, descubriendo la inutilidad de las fronteras con la ayuda de sensores

La tecnología ha demostrado que las fronteras naturales cambian modificando los puntos estratégicos del país

Lucía El Asri

El arquitecto y diseñador Marco Ferrari y su equipo llevan varios años investigando las regiones más inaccesibles de los Alpes, especialmente en la zona norte de Italia donde la frontera se desplaza con el movimiento de los glaciares como consecuencia del cambio climático.

Su proyecto, Italian Limes, se sirve de herramientas tecnológicas para hacer visible que las fronteras nacionales en Europa siguen existiendo, explica Ferrari a HojaDeRouter.com, “a pesar de que este continente se enorgullezca de haberlas eliminado”. Gracias a la tecnología ha conseguido representar de forma fiable el territorio, y ha demostrado que algunas de esas fronteras cambian, van y vienen, modificando los puntos estratégicos del país de forma inadvertida.

Son fronteras móviles que encajan a la perfección con un mundo globalizado en el que nadie es de aquí o de allí, pero que aún chocan con una rígida política de separación de estados, comunidades y territorios que se mantiene hasta la actualidad. Esta investigación pone en evidencia el desconocimiento que los países tienen sobre su territorio y critica la falta de precisión de los mapas que los representan.

De cálculos trigonométricos a sensores

Antes del nacimiento del GPS, la mayor parte de las mediciones territoriales en Italia (y en el resto del mundo) se realizaban mediante cálculos trigonométricos. La Agencia Nacional de Cartografía, fundada en 1865, tardó cerca de cincuenta años en crear una red trigonométrica con más de 20.000 puntos de la geografía italiana, y siguió mejorándola hasta la llegada del GPS, “que hizo que todo el esfuerzo anterior fuera prácticamente inútil”.

En la actualidad, el objetivo de esta agencia es trasladar todas las mediciones manuales que se hicieron durante ese periodo a coordenadas digitales precisas. Tanto Italia como Suiza conocen ya casi con total exactitud sus líneas fronterizas gracias a los puntos digitales de alta precisión generados por redes de sensores con la ayuda de Italian Limes.

“Es muy simple”, afirma Ferrari. “Creamos una instalación interactiva fabricando sensores a partir de un transmisor de GPS, y alimentados con la energía del sol a través de paneles” para que puedan mantenerse activos durante varios meses.

Los sensores, protegidos por una caja de plástico, fueron colocados en un kilómetro de línea fronteriza entre Austria e Italia, a 3.600 metros sobre el nivel del mar, sobre la superficie del glaciar Similaun. Una vez allí comenzaron a transmitir cada hora sus coordenadas a un servidor remoto capaz de traducirlas, de dibujarlas en forma de línea sobre un mapa que se actualiza continuamente reflejando los cambios en la capa de hielo del glaciar y, por tanto, en la propia frontera.

“Sin estas herramientas tecnológicas el concepto de fronteras móviles no hubiera sido posible, y no hubiéramos sabido que este problema existía”, explica Ferrari. Ni siquiera hubieran descubierto que la frontera de los Alpes se estaba moviendo porque, hasta hace unas décadas, era una tierra “inaccesible y desconocida, ya que no contábamos con mapas precisos”.

Al menos fue así hasta las primeras décadas del siglo XX. Después de la Primera Guerra Mundial empezaron a utilizarse técnicas de reconocimiento aéreo basadas en la fotografía con la intención de empezar a definir una geografía todo lo precisa que era posible con las herramientas del momento.

Ahora, gracias a los sensores, esa precisión es óptima. El italiano cree que la tecnología no solo ha sido la forma de conocer el problema, sino que también puede ser el medio para su posible solución: ya que las fronteras naturales seguirán moviéndose, si sus cambios se pueden medir de forma habitual y con precisión, los mapas del territorio se mantendrán controlados y actualizados “tal y como requiere la ley y los acuerdos internacionales”.

Llevarte la frontera a casa

El equipo de investigación expone su trabajo en el ‘South Tyrol Museum of Archaeology’ (en Bolzano, Italia, hasta finales de junio), donde se proyecta un mapa que muestra las diferencias en la representación del territorio en diferentes etapas desde 1920 hasta 2014, así como los cambios actuales en la frontera entre Austria e Italia. De esta forma cada visitante puede llevarse consigo una copia del mapa con la imagen más actualizada de la frontera trazada sobre él.

Con esa continua actualización, ‘Italian Limes’ pone en evidencia que las fronteras europeas son cosa del pasado y que esta se convierte en una cuestión más política que tecnológica, dice Ferrari. Asumir la existencia de “fronteras móviles” puede ser una solución técnica y legislativa que ayude a dos estados vecinos a dejar las diferencias a un lado y a reconocer una nueva frontera entre ellos sin la necesidad de implicarse en el proceso habitual “y complicado” que se necesita para negociarla (y que habitualmente solo se ha llevado a cabo en periodos de fin de contiendas). “No importa que una frontera se desplace de un lugar a otro si un país deja de exigirle a otro una compensación de territorio cada vez que esa frontera se mueva”. 

Al final nuestra geografía y nuestros problemas geoestratégicos dependen de las tecnologías que utilizamos para definir nuestro territorio. “Tal vez la tecnología moderna, en lugar de aumentar la forma en que controlamos y rastreamos a las personas, sea capaz de eliminar la necesidad de las fronteras, a favor de una convivencia más armoniosa entre las comunidades globales”, desea Ferrari.

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Las imágenes utilizadas en este artículo son propiedad de Italianlimes.net

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