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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El novelista erótico que ha convertido Clippy, el Apple Watch y los bloques de Tetris en objetos sexuales

El erotismo detrás de Clippy

Pilar Chacón

Hubo un tiempo en el que abrir un documento de Word y empezar a escribir no eran tan sencillo como ahora. En cualquier momento podía aparecer un clip de ojos saltones que, de forma educada, preguntaba si necesitábamos ayuda.

Más que ayudar, Clippy, el asistente de Microsoft Office, parecía enervar a los usuarios. Tan molesta resultaba su presencia que el clip logró colarse en la lista de los 50 peores inventos de la revista Time en 2010. Clippy había dejado de aparecer mucho antes, en la versión de 2003, tras seis años intentando ganarse el corazón de los usuarios sin mucho éxito.

Parece que los encantos de Clippy han empezado a surtir efecto hace bien poco. Leonard Delaney, un escritor canadiense de novela erótica, ha convertido al ayudante de Microsoft en todo un icono sexual. En 'Conquered by Clippy', Delaney cuenta la historia de Christie Aackerlund, una agente de policía que debe viajar a un remoto lugar para investigar un artefacto alienígena.

Acostumbrada a hacerlo todo por su cuenta, la protagonista acepta el encargo de la empresa de tecnología más grande del mundo. Pero en lugar de un alienígena, Christie se encuentra con Clippy, un sujetapapeles gigante de lo más servicial. A pesar del carácter del clip, la independiente Christie acaba consintiendo. “Clippy es aburrido, pero se da cuenta de sus propias limitaciones y de que también es un amante bien dado y flexible”, nos cuenta Delaney.

Inmerso en el mundo de la novela erótica desde 2012, no es la primera vez que Delaney utiliza personajes tan peculiares para protagonizar sus historias. 'Conquered by Clippy' es el segundo libro de la serie 'Digital Desires', una saga que el autor inició con bloques gigantes de Tetris. En 'Taken by the Tetris blocks', las piezas del mítico juego también terminan conquistando a la protagonista.

Hace tan solo unas semanas, el escritor sacó a la venta su tercera historia. En 'Invaded by the iWatch', la heroína de la saga se enamora del reloj inteligente que, de forma misteriosa, aterriza en la puerta de su casa. Pero, ¿por qué estos personajes?

Como explica Delaney a HojaDeRouter.com, en la actualidad, de media, una persona utiliza entre tres y cuatro dispositivos además de una docena de aplicaciones a lo largo del día. Al mismo tiempo, somos seres “profunda y biológicamente eróticos”. La conclusión es suya: “Exploro el cruce entre hombre y máquina haciéndome preguntas como '¿y si esa máquina tuviera pene?'”.

El erotismo de la tecnología

Las singularidades narrativas del canadiense no son tan inéditas como podría parecer. En el mundo de la novela erótica hay un grupo de autores que se dedican a imaginar romances no solo entre humanos y dispositivos tecnológicos, sino también con y entre robots, alienígenas o cíborgs.

Cecilia Tan forma parte del club de escritores de la conocida ciencia ficción erótica. Iniciada en el camino de la literatura hace algo más de veinte años, comenzó cuando todavía no se había producido la fusión entre ambos géneros. “La ciencia ficción no permitía el sexo y la pornografía y la erótica no dejaba sitio a la ciencia ficción. De ahí que haya estado escribiendo, publicando y editando libros para unir ambos”.

Además de escribir sus propios relatos, Tan aglutina y publica historias de otros autores del género. La escritora ha editado más de cien recopilaciones, y en muchas de ellas la tecnología juega un papel destacado. Sirvan como ejemplo 'Sex in the System', una antología que integra relatos en torno a lo que se puede hacer con un dispositivo o el erotismo que hay detrás de la voz electrónica de un robot; o 'Queerpunk', donde los implantes tecnológicos ofrecen mucho más que un solo uso.

“Es un tema muy común en la ciencia ficción”, afirma Tan. “Ya hemos sido capaces de enamorarnos de otras personas con las que conectamos a través de la tecnología. Los humanos y su necesidad de amor y sexo no cambia”. “Por supuesto, es posible enamorarse de un robot”, prosigue, “sobre todo si le otorgamos comportamientos o cualidades humanas, porque entonces lo que vemos en el robot es humano”.

Atributos que también subraya Delaney, y gracias a los cuales el escritor acaba cogiendo a sus personajes algo más que cariño. “A veces quiero tener una relación sexual con mis propios personajes”, confiesa, “pero entonces recuerdo que son personajes de ficción”.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Laurence Simon (y 2), John Lawlor y Alex LA

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