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'Selfies' extraterrestres: ¿sobreviviría nuestro móvil a la hostilidad del espacio?

Los 'smartphones' necesitarían un poco de ayuda para sobrevivir al espacio

Lucía El Asri

Algunas compañías de viajes ya ofrecen la oportunidad de reservar un vuelo al espacio para que cualquiera pueda cumplir su sueño y convertirse en astronauta. Con algo de dinero ahorrado y ganas de aventura, en un futuro (todavía no muy cercano) podremos conocer el espacio y ver la Tierra desde otra perspectiva.

¿Quién no querría echar mano al bolsillo, sacar un iPhone o un teléfono con Android, y hacerse un 'selfie' que superaría en postureo a todos los vistos hasta ahora? Sin embargo, ¿podría un 'smartphone' convencional llegar hasta allí y sobrevivir cuando a duras penas soporta un poco de agua o pequeñas caídas? De primeras, los expertos consultados por HojaDeRouter.com coinciden en que el ambiente espacial es tan hostil que, sin poner nada de cuidado o protección, un aparato tan pequeño y delicado lo tendría muy difícil para resistir el viaje.

No obstante, podría hacerlo con algo de ayuda. De hecho, la NASA ya ha probado la experiencia de enviar móviles al espacio – entre ellos un Nexus One y un Nexus S - con su proyecto PhoneSat, que arrancó en 2009 y ya ha desarrollado cinco versiones diferentes. Por su parte, Surrey Satellite Technology Limited y el Space Centre de la Universidad de Surrey enviaron al espacio un Nexus One en el marco de un proyecto bautizado como Strand-1.

En ambos casos, el teléfono inteligente funcionaba como corazón de un nanosatélite. La intención no era enviar al espacio un teléfono, sino crear satélites más pequeños y baratos que los habituales. Utilizando la misma tecnología que los teléfonos inteligentes, se consigue que esos satélites sean más rápidos y puedan incorporar nuevas funcionalidades actualizando el 'software' continuamente. Se trata de móviles adaptados que acaban funcionando como pequeños ordenadores.

Grandes diferencias de temperatura

¿Y si viajáramos con nuestro propio teléfono al espacio sin que forme parte de un satélite? Lo más seguro es que no sobreviviera muchos minutos, sobre todo por una cuestión térmica. La electrónica convencional no aguanta más de 80ºC. Por ejemplo, el iPhone 6 sobrevive entre los -20 ºC y los 45ºC y el Samsung Galaxy S6 lo hace entre los -51ºC y los 71ºC.

Como en el espacio no hay aire, los objetos que están directamente expuestos al Sol se calientan mucho y muy rápido. “Depende completamente del material y de la forma, pero podrían llegar a 200ºC”, explica Mario Merino, investigador del departamento de ingeniería aeroespacial de la Universidad Carlos III de Madrid. Mientras tanto, los que apuntan hacia el lado oscuro del espacio se enfrían hasta llegar a los -270 ºC.

En cuestión de milímetros y de segundos, una cara del teléfono se pondría rápidamente a cientos de grados (por ausencia de un proceso de convección que repartiera el calor por el dispositivo), mientras que la otra se pondría a cientos de grados bajo cero. Esa diferencia de temperaturas rompería el teléfono en cuestión de minutos, por el fuerte gradiente térmico y porque ciertos materiales se podrían fundir.

Los componentes internos del aparato, evidentemente, se verían afectados. “En principio lo más delicado es la batería, puesto que tiene un rango de temperaturas bastante limitado para funcionar”, explica Jesús Gonzalo, ingeniero aeroespacial de la Universidad de León. Pone como ejemplo la batería de un coche que no arranca cuando hace demasiado frío. En caso de que el teléfono estuviera a la sombra, la solución que propone es dejarlo encendido para que la propia electricidad caliente su interior.

La batería también sufriría en caso de calentarse mucho, incluso podría llegar a explotar. No obstante, explica Merino que hay algunas, como las de ion-litio para aplicaciones espaciales, que están más preparadas para aguantar.

Por otro lado, también por cuestiones térmicas, los materiales de su circuito eléctrico se dilatarían o encogerían de diferente forma. Mientras unas piezas necesitarían hacerse más grandes, otras no lo permitirían y los materiales comenzarían a agrietarse hasta romperse. Como los móviles cada vez son más pequeños, sus pistas y circuitos son muy finos y, por tanto, a la mínima grieta se partirían. “Cuanto más pequeño, más peligro porque la temperatura sube y baja con mayor rapidez”, dice Gonzalo.

Radiación peligrosa

El aspecto térmico arruinaría al teléfono en primer lugar. No obstante, si consiguiera superarse, el siguiente factor que lo pondría en peligro sería la radiación, tanto la solar (como los rayos ultravioleta) como la de mayor energía (rayos X o gamma). Esa radiación puede afectar de dos maneras: por un lado, puede “freir” la electrónica de forma directa, en caso de que esos rayos sean muy potentes, afectando especialmente a circuitos integrados.

Por otro, haría que el procesador del dispositivo tuviera fallos de cálculo, puesto que esos rayos de alta energía - cargados de fotones, protones, electrones y otras partículas - atacarían a los átomos de los chips sustituyendo ceros por unos y afectando directamente a sus programas. Esto haría que el dispositivo dejara de reaccionar.

Cuanto más inteligente es el teléfono, menos aguanta porque más programas lleva. En este sentido, explica Gonzalo, “es mucho mejor subir un Nokia 6210 de toda la vida”. Por ejemplo, en un iPhone, se introducen millones de datos “en un milímetro cuadrado, y cuando le golpea un rayo lo estropea todo”.

Incluso si resistiera a la acción de cada rayo, al cabo de un tiempo los chips acabarían quemándose por “dosis acumulada de radiación”, de forma similar a como actuarían los rayos X sobre el cuerpo humano. La radiación ultravioleta del Sol, que en la tierra es absorbida por la capa de ozono, también atacaría materiales como los polímeros, que son especialmente sensibles.

Problemas con el vacío

El teléfono también tendría que hacer frente a la diferencia de presión entre la atmósfera terrestre (con aire) y el espacio (sin aire). La ausencia de aire para “ventilar” por convección el móvil puede hacer que ciertas partes se calienten muchísimo, dejando de funcionar, quemándose por la acción térmica o incluso llegando a reventar. Además, ciertos componentes como los condensadores explotan si fuera de ellos hay vacío, haciendo que el teléfono quede inservible.

Los plásticos, que tampoco están preparados para trabajar en vacío, sufrirían un proceso de “desgasificación”, algo así como una evaporación que provocaría que el material se perdiera con el tiempo y que daría lugar a “un fallo crítico” en el sistema.

Medidas de protección

En definitiva, “un móvil no duraría mucho en el espacio salvo que se modificase sustancialmente o se complementase con ciertos sistemas”, explica Merino. Podría vivir “algo más” con un poco de ayuda, en caso de que se implementaran medidas de protección como las que han utilizado en los que forman parte importante de nanosatélites.

A nivel térmico, podrían utilizarse algunos de los elementos que incorporan los satélites (aunque estos cuentan también con miles de sensores de control térmico): mantas térmicas que recubran el teléfono, lo aislen y lo protejan de altas temperaturas; calentadores para mantener el calor durante el eclipse y hasta radiadores para sacar ese calor fuera.

Para hacer frente a la radiación, habría que encapsular el móvil en una caja especial que en los satélites suele ser de aluminio y no necesariamente muy gruesa, “puesto que la mayor parte de la radiación se absorbe utilizando 1 o 2 milímetros”. El agua, el plomo y otros materiales pesados también podrían servir.

No obstante, la mejor solución sería modificar la electrónica sustancialmente para que esté preparada y pueda funcionar en el espacio exterior. Al fin y al cabo, “los propios satélites necesitan electrónica especial. No les vale la de consumo”, afirma Merino.

Para evitar que los rayos cósmicos dejen inoperativo el teléfono al modificar su carga, lo mejor sería desarrollar un 'software' especial para que “si se cuelga, vuelva a arrancar por sí mismo y vuelva a funcionar”, agrega Gonzalo. Por otro lado,el ingeniero sugiere que, después de haber superado toda la carrera de obstáculos, sería una pena que la batería se acabara y no hubiera forma de cargarla. Para ello, propone utilizar paneles solares.

En definitiva, la respuesta a nuestra pregunta es que un 'smartphone' puede sobrevivir en el espacio solo durante un tiempo - que no puede determinarse con exactitud - y siempre con bastante ayuda. Al fin y al cabo, “si un humano puede subir, el móvil también”, sentencia Gonzalo. Los insólitos autorretratos espaciales serán una realidad si nos lo proponemos, pero hará falta un 'paloselfie' bastante más sofisticado que el que ya tenemos por casa. 

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Las imágenes que aparecen en este artículo son propiedad, por orden de aparición, de NASA on The Commons, Steve Jurvetson, Project Apollo Archieve, Pexels, Youtube y NASA Goddard Space Flight Center NASA on The CommonsSteve JurvetsonProject Apollo Archieve Pexels Youtube NASA Goddard Space Flight Center

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