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Google olvida lo más importante: ¿cómo vamos a jugar con unas gafas?

Evrhet Milam, ingeniero de Pinterest, probando las Google Glass (Foto: @evrhet en Twitter)

David G. Ortiz

Ir a clase o al trabajo nunca ha sido tan divertido. Suena el despertador, te levantas y lo primero que haces es ponerte las gafas. Ya estás online, así que mientras desayunas y te preparas lees la prensa, echas un vistazo a las redes sociales, miras si hace frío o va a llover por aquello de sacar el paraguas y compruebas si hay atasco o alguna incidencia en el transporte público. Con los deberes hechos, sales a la calle y comienza la aventura.

El mundo real se ha convertido en un videojuego. Camino a la parada del bus, de repente, se abre en mitad de la acera un lago repleto de cocodrilos similar al de Pitfall!. Tienes que saltar para seguir avanzando. Donde antes solo había una farola ahora se esconde un arquero dispuesto a alcanzarte con sus flechas. No es precisamente Cupido, así que corres y zigzagueas para evitarlo.

Llegas a la parada, te montas en el bus y ves algo raro en los demás pasajeros. De la noche a la mañana les han salido polígonos y píxels y se han convertido en personajes de Los Sims, con su rombo de color verde sobre la cabeza. Tienes varias opciones para interactuar con ellos y decides lanzar un piropo (virtual) al morenazo o la morenaza de las gafas (inteligentes) verdes. Vale, acaba de rechazarte cruelmente, pero al menos a partir de ahora sabes que estás perdiendo el tiempo sentándote a su lado todas las mañanas. Era por casualidad, eh, que conste...

Llegas a tu destino y bajas del autobús preguntándote qué va a ser lo siguiente. Increíble, ahora la acera se ha llenado de unas extrañas bolas amarillas dispuestas en fila. ¿Qué significa esto? Cuando pasas sobre ellas un indicador te informa de que estás ganando puntos. Vaya, qué sencillo... ¡Oh, no! ¿De dónde han salido esos fantasmas de colores? ¡Maldita sea, estoy en mitad del comecocos! ¡Corre!

¿Es que nadie va a pensar en los juegos?

A estas alturas, todo el que entiende un poco de tecnología o muestra algo de interés por las últimas novedades de los gigantes de Silicon Valley ha oído hablar ya de las gafas inteligentes de Google. Los medios especializados llevan escribiendo sobre ellas, con interés creciente, desde abril de 2011, y aproximadamente un año después Sergey Brin las llevo puestas por primera vez durante un evento benéfico en San Francisco.

Todavía tuvimos que esperar un año más para que las primeras unidades del programa Explorer estuvieran en manos de los ganadores de un concurso, los desarrolladores y un puñado de periodistas. A estas alturas, y aunque el común de los mortales no podrá disfrutar de Google Glass hasta finales de 2013 o principios de 2014, ya existen aplicaciones para casi todo, se han debatido hasta la extenuación los peligros que acechan a nuestra privacidad e incluso si podremos usarlas o no para ver porno.

Google Glass está en boca de todos y, sin embargo, hay una cosa, tal vez la más importante, de la que no habla casi nadie. ¿Dónde diantres están los videojuegos?

A mí lo que me gusta es Angry Birds

A nadie se le escapa que un porcentaje muy alto del éxito de un nuevo dispositivo está ligado a su oferta de juegos. Son divertidos, emocionantes y hacen que el usuario quiera contarle a todo el mundo lo muchísimo que mola el cachivache de última generación que acaba de comprarse. En el autobús, nadie te va a llamar la atención con un golpecito en el hombro para preguntarte el nombre de tu fantástico procesador de textos, pero igual no pueden resistirse si llevas diez minutos viciado a un videojuego que parece de lo más entretenido.

Y digo más: smartphones y tablets nunca hubieran salido del círculo 'geek' para llegar al público masivo que tienen hoy en día si no fuera por su potencial como plataforma de entretenimiento. ¿Hubiera Facebook dejado tan atrás al resto de redes sociales si no fuera por los juegos? Difícilmente. ¿Por qué dicen los niños que de mayor quieren ser programadores? Admítelo, son los juegos y no hay otra razón posible.

La historia de la tecnología y la de los videojuegos siempre han ido de la mano y Google Glass no va ser una excepción. Así que, con ayuda de cuatro desarrolladores españoles, vamos a tratar de responder a unas cuantas preguntas del millón: ¿Son las gafas inteligentes de Google un dispositivo pensado para 'gamers'? ¿Qué tipo de juegos tienen más papeletas? ¿Cómo narices vamos a controlarlos si no hay mando? Aquí no hay comodín del público.

La vida es juego...

El folio sobre el que vamos a escribir está prácticamente en blanco. Una 'app' para ligar socialmente arriesgada y con una pinta bastante sosa, un concepto de juego que mezcla rol con Google Maps y realidad aumentada y un software educativo en el que compites adivinando constelaciones que hará las delicias (solo) de los amantes de la astronomía. Eso es lo que hay de momento en materia de videojuegos para Glass. Poco más.

No obstante, ya nos sirve para hacernos una idea de por dónde van a ir los tiros. Hay tres claves: realidad aumentada, geolocalización y primera persona. Una cuarta, que ya encontramos en los dispositivos móviles y resulta menos distintiva de Glass, sería por supuesto la interacción social.

“Lo que vemos es la realidad y eso será nuestra pantalla”, sentencia con acierto Quim Garrigós, desarrollador principal y cofundador de U-Play Online. Ese es el principal atractivo y el mayor potencial para videojuegos que encontramos en las gafas inteligentes. “Serán algo totalmente distinto a todo lo que hemos visto hasta ahora. No se tratará de juegos casuales de esos que juegas sentado en la taza, sino de juegos que te obligan a salir a la calle, a interactuar con otras personas o lugares”.

La idea de 'gamificar' la vida real no es completamente nueva – sin ir más lejos Google ha experimentado con ella en Ingress -, pero ningún dispositivo está tan preparado como Glass para sacarle el máximo partido. En Glass la interfaz del juego y la realidad se funden ante tus ojos dando lugar a una experiencia que se aleja del tradicional mundo imaginario y traslada las partidas a tu día a día, en primera persona, incluyendo a la gente y los objetos que te rodean como parte del juego.

Así, los desarrolladores tendrán que encontrar la forma de “darle una vuelta de tuerca a cosas cotidianas”, tal como apunta Tono Gundín, programador de Axouxere Games. “Por ejemplo algo tan cotidiano como las tareas de la casa. Que te puntúe por hacerlas y por tardar poco tiempo”, propone.

David Cano, desarrollador y propietario de Sumalab, nos da otra idea: “videojuegos de deporte que nos vayan poniendo pruebas por nuestra ciudad y que te lleven a superar tus propias marcas, tanto virtuales como físicas”.

Tomemos como ejemplo Temple Run o cualquiera de estos 'endless runner' que están tan de moda hoy en día. No hay cosa más sencilla: el personaje corre sin parar, sin que tengas que hacer nada, y tu única labor es esquivar obstáculos, recoger monedas e impedir que los enemigos te atrapen por lento. Ahora traslada esta mecánica a Google Glass y añádele el toque de realidad aumentada: tú eres el personaje, estás haciendo footing, y en mitad del parque van apareciendo objetos virtuales con los que interactuar, trampas y rivales que deberás ir sorteando.

Hacer deporte nunca fue tan divertido. Solo hay que resolver un problema: las personas no tienen energía infinita y tras unas cuantas partidas acaban con la lengua fuera.

… y los juegos, juegos son

La realidad aumentada está muy bien, pero es demasiado compleja para el tipo de partidas, breves y a menudo mientras haces otras cosas, que uno suele jugar con un dispositivo móvil. Para tener éxito, Google va a necesitar que sus gafas atraigan desarrollos más sencillos, del estilo de grandes éxitos como Apalabrados, clásicos como el ahorcado o el Trivial o juegos con mecánicas tan simples como las de Fruit Ninja o Angry Birds. Y esto, como veremos, resulta mucho más difícil de adaptar a Glass, sobre todo por lo diferentes que son sus controles a un mando o una pantalla táctil.

“Sin duda no va a ser un dispositivo tan popular, al menos para jugar”, predice Garrigós, porque “no tiene el factor 'casual' que tienen los juegos en móviles”. Para suplir estas carencias, los programadores van a tener que dedicar muchas horas a “entender la interfaz y que se puede hacer con ella”.

¿Dónde habrán puesto los botones?

Más allá de géneros y juegos concretos, es en la peliaguda cuestión de los controles donde Google Glass se encuentra con su mayor ventaja y su mayor inconveniente. El reto está en conseguir al mismo tiempo que los juegos sean fáciles de jugar, agradables e intuitivos, y que el usuario no parezca un psicópata mientras va jugando por la calle.

Hay unos cuantos factores a tener en cuenta. En primer lugar, la pantalla de Glass es enorme, aunque cualquiera que haya visto fotos del dispositivo pueda pensar que nos hemos vuelto locos. Recordad que una cosa es el tamaño real de la pantalla, vista desde fuera, y otra el tamaño que percibe el usuario cuando se pone las gafas. En segundo lugar, a diferencia de móviles y tabletas, el nuevo dispositivo de Google te deja las dos manos libres. Y es aquí donde entra en juego el tercer factor, que es el más importante de todos: los controles disponibles en Glass no tienen nada que ver con lo que estamos acostumbrados.

Haciendo un repaso rápido, las gafas inteligentes se pueden manejar mediante comandos de voz, la montura que funciona a modo de 'touchpad', gestos con las manos que se puedan recoger con la cámara, movimientos de los ojos (cerrar, abrir, guiñar...) y movimientos de la cabeza (mirar para otro lado). Además, tu propio desplazamiento (andar, correr, saltar...) puede ser registrado mediante el acelerómetro y el GPS.

Como veis, las posibilidades son muchas y hacen de Glass un dispositivo muy versátil, pero no hay un mando o una pantalla táctil donde proyectar botones y una cruceta con flechas. “El principal mando del juego serán los pies, ese será el nuevo joystick”, apuesta Garrigós. “El resto de controles de que dispone parecen más orientados a navegar por las aplicaciones que a simular, por ejemplo, un botón de disparo. No me veo parpadeando como un loco para matar a un enemigo”.

En definitiva, Google Glass supone un paso más – uno de gigante – en la dirección en la que ya se está moviendo el ocio interactivo. “En la última década ha habido mucha innovación desde el punto de vista de los sistemas de control”, explica Cano. “En las consolas se ha pasado del típico mando que tenías que agarrar con las dos manos a otros que se usan con movimientos más naturales (Wii, Playstation Move) o incluso a jugar con el propio cuerpo (Microsoft Kinect, Sony EyeToy). Incluso los gestos a los que estamos acostumbrados hoy en día al manejar dispositivos con pantallas táctiles son relativamente nuevos, pero tienen una rápida adopción por parte de los usuarios porque resultan ser una interacción mucho más natural con las máquinas”.

Muy bien, pero yo sigo queriendo un mando

En un mundo en el que todo es susceptible de estar conectado, no es suficiente con analizar lo que las Google Glass son capaces de ofrecer en solitario; hay que ir un paso más allá y buscar sinergias con otros dispositivos. Las gafas inteligentes pueden ser el aliado perfecto de videoconsolas con Android como Ouya, GameStick, NVidia Shield o la hipotética máquina que los de Mountain View podrían estar desarrollando. Tampoco se puede descartar la integración con PlayStation como segunda pantalla, porque ya existe el precedente de los 'smartphones'.

También se abre la posibilidad de que suceda a la inversa y que ciertos dispositivos, fundamentalmente los teléfonos, se conviertan en una segunda pantalla para Glass, aunque los desarrolladores se muestran reacios a esta alternativa. Fernando Guillén, desarrollador de 3brothersinlaw, piensa que “la idea principal es que las gafas sean bastante autónomas a la hora de jugar”. No cree que “depender de segundos aparatos” sea la idea que tiene en mente Google, aunque admite que “cabe la posibilidad de que combinándolas con otros aparatos se les saque más partido”.

David Cano apunta en esa misma línea: “Yo diría que no es necesario el móvil. En Google Glass tienes todo lo que necesitas, de hecho está menos limitado porque tienes las dos manos libres”.

Gente como ellos, profesionales que desarrollan juegos para el sistema operativo Android, ya han comenzado a darle vueltas, pero como decíamos al comienzo, la historia de los videojuegos en Glass se escribe todavía sobre un folio en blanco. De momento, son los grandes olvidados. Está todo por hacer y el éxito o el fracaso del dispositivo depende de las decisiones que tome Google y el respaldo de unos desarrolladores motivados para desplegar toda su creatividad. Veremos de lo que son capaces.

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