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Decoración artesanal en forma de clip

Josefa Zarraute trabajando en una de las piezas. / Mundoclip.

María Muñoz

Un taller vacío que servía de almacén, un padre que siempre quiso trabajar la forja, un hijo preocupado por la espalda del padre y aficionado al diseño gráfico y una madre que no quiso quedarse fuera de la aventura familiar. Son los ingredientes de Mundoclip, una empresa familiar de artesanos que elabora objetos para la casa en forma de clip impulsando con su manera de trabajar la producción responsable y el desarrollo local.

“Mi padre siempre ha trabajado el metal y desde que empezó como ayudante en un taller siempre tuvo la ilusión de trabajar la forja, calentando el hierro y moldeándolo él mismo”, explica Víctor Ferrón, una de las tres patas de Mundoclip. “El problema”, continúa, “es que mi padre tiene una lesión en la espalda por lo pensé en dibujarle algunos bocetos de objetos que pudiera trabajar sin un gran esfuerzo físico”. Dándole vueltas llegó “por casualidad” al clip, “un objeto bonito que da mucho juego y que podía dar infinidad de combinaciones”, cuenta.

El padre, Pascual Ferrón, construyó en un taller que tenía en la localidad madrileña de Mejorada del Campo, un sistema de poleas propio para poder doblar los tubos de hierro y empezar a probar los bocetos que le iba dando su hijo, dedicado a la enseñanza, pero muy aficionado al diseño gráfico. Elaboraron más de 300 maquetas, con las que hicieron infinidad de pruebas, descartando las que requerían los ensamblajes más dificultosos y priorizando los diseños más viables. “Había modelos que era imposible doblar los tubos o que elaborar un herraje requería tanto trabajo que no merecía la pena sacar adelante más modelos”, indica el hijo.

Finalmente, se quedaron con los 30 diseños que empezaron a fabricar al ver que la idea podía convertirse en un proyecto de autoempleo que dejara atrás años de trabajos precarios. Del taller empezaron a salir pisapapeles en forma de clip, porta servilletas, botellas o percheros de pared y de pie o toalleros. “A pesar de que es un trabajo artesanal, trabajamos como si fuera en cadena y vamos trabajando varias piezas a la vez”, explica Ferrón hijo. Su madre, Josefa Zarraute, fue incorporándose al proyecto a medida que iba creciendo y que en el taller se necesitaba una persona más.

Ahora cada uno de los tres tiene sus tareas definidas: el padre se ocupa de doblar, taladrar y soldar, la madre, de cortar, pulir y embalar y el hijo, de los diseño, de la tienda online y de la gestión. Pero ello no quita que cuando uno necesita de la ayuda del otro todos se pongan a una. “Trabajamos de manera colaborativa y las decisiones también las tomamos de manera horizontal”, explican. Subrayan que Mundoclip no son solo objetos de diseño sino que también implica una forma distinta de trabajar por la que quieren apostar. “Todos nuestros proveedores son locales porque desde el principio teníamos claro que por lo que queríamos apostar era por una producción cercana y una perspectiva ecológica, en el sentido de que todos los objetos que hacemos están hechos para durar, no para el consumo rápido y corto”, detalla el hijo.

“El sector de la artesanía está arrasado”, prosigue, “por ello nosotros trabajamos sin intermediarios, para que el trato con los clientes sea directo y poder ajustar la máximo los precios, que tampoco sean prohibitivos pero que también la gente sea consciente que no solo está comprando un objeto de diseño sino apostando por una manera de trabajar”.

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