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La cosmética del agua

Una de las cremas que elabora la cooperativa. / Orbayu

María Muñoz

Lo que hace unos años empezó casi como un hobby y un experimento para ver cómo salían sus primeros jabones hechos en casa ha acabado por convertirse en Orbayu, una cooperativa madrileña formada por dos parejas de amigos que elabora productos cosméticos a partir de materias primas naturales que proceden en su mayor parte de la agricultura ecológica. Recién constituidos, han puesto en marcha una campaña de micromecenazgo para recaudar el dinero que necesitan para pasar los controles de sus productos en la Agencia Española del Medicamento. En menos de una semana ya han conseguido más del 70% de la recaudación pero aún les queda reunir el dinero para unos controles que, afirman, están pensados para las grandes corporaciones.

El test de cada uno de los productos nos cuesta 400 euros y a ello hay que sumar todo el papeleo que hay que hacer para solicitar la licencia de venta y la certificación que cuesta 1.500 euros”, explica Beatriz López, una de los cuatro cooperativistas junto a Esther Díaz, Miguel Ángel Magro y Sergio Sánchez. La experiencia de Díaz, bióloga como López, en una empresa de ensayos clínicos les está facilitando el proceso de control que deben pasar todos sus productos pero la inversión económica para empezar a comercializar no se la quita nadie.

Pero Orbayu lo que busca y quiere ofrecer no es solo que sus productos sean “seguros” sino que también sean sanos para la salud y el medio ambiente. “La cosmética convencional emplea una serie de sustancias que proceden del petróleo y que usadas de forma masiva o prolongada puede tener efectos malos para la salud”, señala la cooperativista. Pone como ejemplo la parafina líquida, derivada del petróleo, o los parabenes, un componente que se usa como conservante. “Estos son disruptores endocrinos que el cuerpo no tiene capacidad de echar por lo que acumulados en el tiempo pueden ser dañinos para la salud”, explica la bióloga.

Conservantes naturales

¿Por qué se usan entonces estos conservantes? “Porque son mucho más baratos”, afirma y subraya que ello no quiere decir que Orbayu no emplee conservantes en sus productos -imprescindibles para que por ejemplo las cremas duren más de un día- sino que lo que hacen es utilizar conservantes naturales y “ajustar las fórmulas para que los productos no pierdan su acción en poco tiempo”. “Ni todo lo natural es bueno ni todo lo químico, malo”, afirma la bióloga, quien subraya que lo que tratan de hacer desde la cooperativa es aplicar y encontrar lo bueno de unos y de otros.

Hace tres años, cuando ya llevaban un tiempo elaborando jabones y otros productos, comenzaron a plantearse que a lo mejor podían empezar un proyecto más amplio. Una de las cuatro patas, Miguel Ángel Magro, se había quedado en el paro y aprovechó ese tiempo para formarse en formulación y fitoterapia cosmética. Y junto a las dos biólogas comenzaron a elaborar más productos, como cremas faciales, corporales, jabones, bálsamos o champús.

Decidieron constituirse como cooperativa “porque la toma de decisiones de manera horizontal y asamblearia es lo que más se parece a nuestra forma de ser y de pensar”, explica Beatriz López. Eso sí, puntualiza, algunos les llamaron locos por querer elegir esa figura jurídica. “Acudimos a la ventanilla única de Getafe [la localidad madrileña donde viven dos de ellos] y nos dijeron que mejor estableciéramos una Sociedad Limitada que lo de la cooperativa era una locura”, explica López. En la Unión de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Madrid (UNCUMA) lograron la información finalmente que necesitaban.

Esperan lograr el dinero para poder hacer todos los controles. Por el momento, están adecuando un pequeño local que tenía una de las cooperativistas en la localidad madrileña de Navas del Rey y que será su futuro laboratorio en cuanto logren la certificación. Quieren también ajustar los precios lo máximo posible. “La cosmética ecológica está adquiriendo unos precios muy elevados pero nosotros lo que queremos es que sea asequible”, afirma López. Para ello, compran directamente a los productores los ingredientes que usan para evitar pasar por un distribuidor que haga encarecer el producto final y fomentar en la medida de lo posible el comercio local.

Ninguno de los cuatro procede de Asturias, solo su nombre, Orbayu, que es como se llama en asturiano esa lluvia fina que empapa mucho y que en otros lugares se conoce como chirimiri o calabobos. “A los cuatro nos encanta Asturias y hace años pensamos en abrir allí una casa de turismo rural”, explica López. Al final, de ese proyecto inicial solo quedó el nombre que también guarda mucha relación con lo que hace la cooperativa. “El agua es el ingrediente que tiene mayor proporción en nuestros productos”, puntualiza la bióloga.

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