Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

De la poda a la calefacción

Planta de HTC de Ingelia

Isaac Altable

Los carboneros recorrían los montes españoles fabricando combustible a partir de la madera. Un oficio y negocio que daba vida a la montaña española y que, como tantas otras actividades casi artesanales, fue languideciendo según se avanzaba en la obtención de energía con otros materiales. Esos trabajadores tiznados que quemaban sin llama los tocones de encina y vendían carbón con la cara tiznada perdió su rentabilidad. Los combustibles fósiles (primero la antracita y luego el petróleo) impulsaron la revolución industrial y social. Luego, la búsqueda de fuentes de energía alternativas y limpias se fijaron en otros focos de potencia como el sol, el viento, el agua....

En la frontera antes de que el petróleo se hiciera con todo el mercado, un alemán había inventado una manera de fabricar carbón vegetal con gran rendimiento y capacidad energética: la carbonización hidrotermal (HTC). Ese proceso para crear falso mineral fue descrita por Fridriech Bergius en 1913. El oro negro que se encerraba en bolsas bajo tierra se llevó por delante este descubrimiento. No hubo desarrollo industrial. Ha sido ahora, en el siglo XXI, cuando la necesidad de obtener fuentes de energía alternativas, renovables y limpias cuando la idea de Bergius ha cristalizado en un sistema industrial. Y ha sido una empresa española llamada Ingelia la que lo ha impulsado.

Esta carbonización lo que hace es eliminar al máximo la humedad del material vegetal para multiplicar exponencialmente su poder calorífero. El proceso hidrotermal que usa Ingelia se realiza en un medio acuoso y no emite casi gases dañinos para la atmósfera. Y da igual el tipo de planta. Casi todas le valen para que al final del proceso aparezcan los pellets de carbón. La iniciativa española nació en 2006. Según relata Marisa Hernández, cofundadora del proyecto, una vez enterados del proceso de HTC, fueron elegidos por el instituto alemán MAX PLANCK para participar en un taller y “trasladar el prototipo de laboratorio a la fase industrial”. Dos años después podían poner en marcha el plan que se radicó en Náquera, en la Comunidad Valenciana.

“Se trata de una I+D española que demuestra la viabilidad de la aplicación industrial de esta tecnología”, relatan. Carbón vegetal ha habido siempre. Carbón de encina, solía publicitarse. La HTC desarrollada en la maquinaria de Ingelia da un paso más allá al poder reutilizar material vegetal de casi cualquier procedencia. Es decir, a las plantas de estas características pueden llegar los restos de las podas urbanas, de las labores de jardinería, los residuos industriales de frutería, viveros... e incluso los lodos de las depuradoras, describen. Se combina así la creación energética -hambre sin cesar de la sociedad actual- y el reciclaje de productos normalmente destinados al vertedero. Se da “un valor” a lo que antes era basura.

Desde un punto de vista técnico, las “plantas HTC de biomasa son modulares pudiendo adaptar la capacidad de procesamiento de biomasa a la del cliente a partir de 6.000Tn anuales de biomasa”. También funcionan con la flexibilidad necesaria para “adaptar la carbonización al proceso productivo que tenga el cliente”. La idea de sus creadores es seguir creciendo para servir biomasa carbonizada a todos los pedidos que se están encontrando porque, según analizan, “España es un campo muy bueno por la cantidad de biomasa que se produce”. Al no importar el grado de humedad (la cantidad de agua que todavía alberga la madera) la materia prima potencial es más abundantes pero también más diversa por lo que se erige como una tecnología ideal para aprovechar residuos. Reducir, reciclar, reutilizar... pero en escala industrial y con la sempiterna sed de energía como horizontes.

Etiquetas
stats