Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Diseño al servicio de la ecología cotidiana

Chubasquero a base de patata / Equilicua

Isaac Altable

“Las mentes son como los paracaídas, funcionan mejor si están abiertas”. Con este pensamiento, Marta y Maite (“una organizada, la otra lo contrario”) intentan provocar un pensamiento alternativo a la hora de diseñar productos. Su Equilicuá -nacido en 2009- es una manera de aplicar la acción local al pensamiento global para proponer soluciones más ajustadas al respeto por el entorno. “Creemos en la necesidad de consumir de forma responsable, la compra compulsiva como acto irreflexivo no ayuda a fomentar el diseño de mejores productos desde el punto de vista ecológico y funcional”, explican a modo de declaración de intenciones.

La cuestión de este proyecto es aplicar la innovación, la imaginación y los criterios sostenibles a productos más bien cotidianos en la idea de que los gestos pequeños del día a día conforman una suma grande y beneficiosa: “Jugamos a crear productos cotidianos de una forma más ecológica, eficiente y divertida”. La innovación y el diseño se moldean para gestos pequeños como son regar una planta o protegerse de la lluvia. Un emprendimiento social en la distancia corta y para cualquier ocasión.

En este sentido, Equilicuá se mueve, según detallan, en diferentes áras como pueden ser, “el agua o las patatas”. ¿Cómo? El asunto acuático va en doble sentido. Por un lado, ¿quién no tiene alguna plantita en casa? Suele ser un acompañante habitual en grandes y pequeñas viviendas. Incluso el orgullo del cultivador urbano. Así que, según relatan, han diseñado (y comercializado) “un pequeño invernadero que protege tus plantas y condensa el agua que se evapora por la acción del sol. De este modo, el agua vuelve a la tierra y reduce tu consumo de agua de riego”. Dicen que está inspirado en un escarabajo de Namibia y que ahorra el 50% del líquido y hecho de material totalmente reciclabe. Pero además, en esta línea simbiótica entre la microfauna y los humanos, también han desarrollado un chubasquero ¡basado en los pliegues de las orugas! La división de las patatas no son para comer. Es para hacer plástico realmente biodegradable porque es orgánico. Con esa tela tejen los chubasqueros y consiguen aislar de la humedad. “El chubasquero de patata es nustro producto estrella”, admite Maite. El tejido lo han llamado: “Fantastic Bioplastic”. Desde el punto de vista medioambiental, resumen, “al proceder de recursos vegetales la contribución al calentamiento global es mucho menor que los plásticos derivados del petróleo y además se necesita mucho menos energía para su producción”. Estas prendas -que compiten con el chubasquero de pvc de China- “puede que sea un poco más cara, pero tiene más valor añadido. Sirve para comunicar algo”. Según cuentan “vendemos a toda Europa, Rusia y ya tenemos pedido de Nueva York”. Aseguran que es un proyecto viable y que hay mercado para ello.

Equilicuá es una “minitienda, un laboratorio” donde creen “que es posible encontrar soluciones sostenibles a productos de uso cotidiano”. Ellos se definen como una “empresa misión” para dar vía de futuro a pymes españolas. “Nuestros productos dan trabajo a la pequeña industria local”, cuentan en la empresa. La dinámica de funcionamiento es, según aseguran, “observar la realidad, aprender y experimentar”. La idea es hacer tests y comprobar que el mundo es algo más que “lo preconcebido”. Luego si se adapta a una función.... Aficionadas al trabajo colaborativo, han desplegado un espacio para, a modo de laboratorio, incrementar “la experimentación en colaboración” donde observar y aportar a los proyectos. “La innovación es una herramienta de futuro”, es una de sus conclusiones.

Como resumen de su filosofía: “Compra cosas locales, no siempre es posible pero piensa en local primero”.

Etiquetas
stats