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Una plataforma proporciona herramientas para hacer márketing con conciencia

Isaac Altable

Los regalos son un arma poderosa... Siempre han sido una manera de transmitir a alguien nuestro interés, nuestro afecto y cariño. Pero, además, en la era comercial en la que vivimos, el regalo es en muchas ocasiones un instrumento empresarial para darse a conocer, para fidelizar a los clientes, para agradecerles su trayectoria con una empresa o para iniciar la andadura de un proyecto. Los regalos se han convertido en una parte más del márketing, es decir, de la relación entre empresas y su público. Una manera de comunicación.

Pero, como en tantas otras disciplinas, los regalos pueden tener su propia historia y su propio valor. Cuando alguien recibe un detalle de la empresa con la que colabora quizá no se pregunte: ¿De dónde viene? ¿Ha sido producido en algú rincón del planeta donde los derechos laborales no están en su mejor momento? ¿de qué están hechos? Bueno, pues para dar esas respuestas y cierta tranquilidad, nació en Valencia Som Presents (somos regalos). El regalo responsable. “Las empresas y organizaciones de todo tipo consumen enormes cantidades de productos promocionales y regalos de empresa, desconociendo las condiciones, generalmente deplorables, en la que los mismos han sido fabricados”, expican en esta plataforma. Y luego desgranan las posibilidades de trabajar con acento social (en este caso de respeto al medio y a los trabajadores, en ocasiones lejanos). La idea surgió como un proyecto de la fundación Nova Terra para impulsar la inserción social.

A la hora de desgranar las características de sus productos, cuentan. “Son producidos por comunidades excluidas, sobre todo del hemisferio sur”. Se trata sobre todo de manufactura, artesanos...ese segmento económico cada vez más relegado pero que aporta un valor añadido a lo que se adquiere. Luego enfatizan en que sus ofertas incluyen siempre materiales ecológicos y respetuosos. Y añaden: “sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados, conservando así la fertilidad de la tierra, el respeto al medio ambiente, protegiendo la salud de los agricultores y consumidores y proporcionando alimentos con todas sus propiedades naturales”. En el capítulo laboral, cuentan que se nutren del trabajo de empresas de inserción sociolaboral “que no están al margen de los procesos convencionales de la economía, ya que producen bienes y servicios”, pero que aportan además del beneficio económico otro social al transformar a personas pasivas en activas dentro de la sociedad. También buscan los denominados centros especiales de empleo donde, al menos, el 70% de sus trabajadores deben ser personas con algún tipo de discapacidad. Todo ese entramado forma una red al servicio en definitiva del doble objetivo que preside el emprendimiento social: dimensión de motor de cambio mediante la actividad económica rentable e independiente.

Así que una parcela que podría parecer lejana a las historias que venimos contando en el blog, como la de la promoción pura y dura empresarial, también cae en las redes de Inspria. ¿Por qué? Pues porque el comercio justo, el empleo de sectores sociales desfavorecidos puede revestirse de reclamo para empresas que quieren añadirse a esta campaña de que el mundo comercial no ha de ser despiadado por antonomasia. Y puede ser rentable. Y puede atraer a clientes con conciencia. Y para producir esa corriente, hay que promoverlo desde la base.

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