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Cometas incendiarias contra drones del Ejército: la guerra asimétrica en Gaza

Una zona quemada cerca de la valla fronteriza de Gaza.

Ana Garralda

Jerusalén —

En un alarde de ingenio, los jóvenes de Gaza están demostrando una gran capacidad para dificultar la actuación del Ejército israelí, el mejor armado y tecnológicamente más avanzado de todo Oriente Próximo. Si a finales de marzo activaron toda una secuencia de movilizaciones semanales bajo el nombre de la “Gran Marcha del Retorno” –que luego fue cooptada por Hamás para llevar a cabo sus propios intereses y que se saldó con casi 120 muertos y más de 10.000 heridos– que le tuvo en jaque durante mes y medio, ahora está consiguiendo ponerle en apuros con el uso masivo de cometas incendiarias.

El término Terror Ha-Afifonim (terrorismo de las cometas, en hebreo) suena constantemente en los informativos, después de que desde el “Día de la Tierra”, que supuso el pistoletazo de salida de las movilizaciones el 30 de marzo, se hayan registrado ya 300 focos incendiarios en los campos de cultivo y reservas naturales que colindan con la valla fronteriza que rodea Gaza.

La mayoría de los kibutzim (explotaciones colectivas asociadas al laborismo original) de la zona –Erez, Nir Am, Nahal Oz, Kfar Aza o Mefalsim–, se han visto afectados por el uso de este nuevo arma dentro del parco arsenal palestino.

Según el Fondo Mundial Judío (FMJ) –organismo público que regenta la propiedad y el usufructo de los terrenos rústicos y parques naturales del país–, los incendios han quemado más de mil hectáreas de espacios protegidos y otras tantas de campos de cultivo, provocando pérdidas económicas que suman cientos de miles de euros. Las hectáreas quemadas superaban las 900 hace unos días, según el Ministerio de Defensa.

“Para nosotros el problema no es sólo económico, sino sobre todo ecológico pues atenta contra la fauna y la flora. Debemos considerarlo como terrorismo medioambiental”, condenó el director general del FMJ, Daniel Alter, tras realizar una visita a la zona.

“Es inconcebible que la comunidad internacional no haga nada para frenar el daño que están haciendo estos criminales ecológicos”, añadía Alter, que ha reclamado la actuación del World Wild Fund (WWF). Precisamente con la ayuda del FMJ –que ha proporcionado miles de semillas de diferentes árboles y plantas– un agricultor del kibutz de Kfar Aza, Ofir Levinstein, ha lanzado una campaña de repoblación y recuperación de los terrenos con el nombre de “Ellos queman, pero nosotros replantamos”.

Un dron de mil euros frente a una cometa de dos

Aunque le cueste reconocerlo públicamente, el Ejército israelí está encontrando serias limitaciones a la hora de hacer frente a este fenómeno. De momento ha creado una unidad específica dentro del Mando Sur, a las órdenes del coronel Nadav Livne, que dio una rueda de prensa a los medios extranjeros en el marco de una visita a las zonas afectadas organizada por el Gobierno. Según Livne, sus drones han sido capaces de interceptar medio millar de cometas incendiarias.

De esta forma, el Ejército ha puesto a toda una flota de drones a intentar enganchar las cometas durante su trayectoria y neutralizarlas, bien devolviéndolas a Gaza o bien llevándolas hasta un lugar seguro en el que los materiales inflamables son extinguidos por los soldados o los agricultores.

Esas peripecias aéreas resultan caras para el Ejército. Un dron de pequeño tamaño como los utilizados puede llegar a costar 1.000 euros, frente a los dos euros que cuesta fabricar una cometa.

Debido a las pérdidas económicas acumuladas hasta la fecha, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha encargado a su asesor de seguridad nacional, Meir Ben Shabat, que reúna los datos para luego pasar la factura a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). La fórmula sería similar a la ya aplicada con servicios esenciales como la electricidad que Israel detrae del montante que, según el Protocolo de París, debe transferir todos los meses a la ANP en concepto de las tasas y aduanas que recauda en sus fronteras en nombre de los palestinos, así como los impuestos que pagan los jornaleros palestinos que trabajan en Israel.

Otros miembros del gabinete han propuesto soluciones más expeditivas. El ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan, ha llegado a sugerir que los francotiradores militares abatan a todos aquellos que echen a volar cometas ardiendo o portando materiales inflamables. Erdan ya propuso esta política de “asesinatos selectivos” contra los dirigentes de Hamás para frenar la Gran Marcha del Retorno y ahora vuelve a hacer lo mismo para acabar con el fenómeno de las cometas.

Este sábado, un dron armado lanzó disparos de advertencias contra un grupo de jóvenes que preparaba una cometa incendiaria, según confirmó el Ejército.

Áreas de “acceso restringido”

“No me parece bien que se quemen los campos y que se maten a los animales que están al otro lado de la valla”, asegura el director general de la Unión de Comités de Ayuda Agrícola, Mohamed el Bakri. “Sin embargo, los daños causados son solo una pequeña parte de los que ellos causan a nuestros campos de cultivo dentro de las llamadas áreas de acceso restringido”, continúa, en relación a la franja creada por las excavadoras militares israelíes que arrasaron con todos los árboles frutales y hortalizas plantados dentro de los 300 metros colindantes con la valla bajo el argumento de la seguridad.

Esta profundidad de 300 metros puede verse ampliada en aquellas zonas en las que haya habido algún precedente de lanzamiento de cohetes o morteros contra territorio israelí, aprovechándose de la cobertura que prestan los árboles para que los milicianos no sean detectados por los drones y eliminados. “Pero con esa excusa de que las milicias utilizan los campos de cultivo para esconderse y disparar morteros nos han arrasado cientos de dunams” (la unidad de medida local, que equivale a 0,1 hectáreas), se lamenta Bakri.

Esta nueva táctica de las cometas incendiarias volvió a ser utilizada el viernes durante las manifestaciones convocadas con motivo del Día de la Naksa, jornada en que los palestinos recuerdan la pérdida de territorios sufrida en la guerra de 1967 cuando Israel ocupó Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza, la península del Sinaí y los Altos del Golán.

Esta conmemoración, que en principio suele celebrarse el 4 de junio, fecha del comienzo de la contienda, quedó postergada al viernes -el último del mes de Ramadán- con un nuevo balance trágico de cuatro muertos y más de 600 heridos por la represión israelí.

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