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Millones de estadounidenses acuden a votar en unos comicios que determinarán el futuro de Trump

Inmigrantes en Nueva York celebrarán fiestas durante la noche electoral

EFE / eldiario.es

Quedan 12 horas por delante de la jornada electoral en Estados Unidos y en los colegios electorales de la mitad del país las colas son cada vez más largas. En Georgia, en concreto, miles de personas llevan horas esperando para poder votar, debido a una avería en parte de los sistemas informáticos.

Este 6 de noviembre la democracia estadounidense se juega mucho, al igual que lo hace su presidente, Donald Trump, que podría perder la mayoría republicana del Congreso norteamericano. Si los demócratas se hacen con alguna de las dos cámaras, podrían llegar a bloquear la mayor parte de sus políticas e incluso someterle al siempre temible 'impeachment' que tantos sectores progresistas anelan.

Al contrario de lo que suele ocurrir en este tipo de comicios, caracterizados por la falta de interés de la población, este martes se espera que los votantes acudan en masa a las urnas. Uno de los datos que secundan esta teoría, es que, según la cadena norteamericana estadounidense CNN, más de 33 millones de personas han emitido su voto anticipado, lo que supone un aumento de más de 13 millones de personas en comparación con las elecciones legislativas que tuvieron lugar en 2014. El voto anticipado, al contrario de lo que ocurre con el voto por correo, se recoge en urna. Los resultados no se conocerán de manera definitiva hasta que voten todos los estados, que tendrá lugar a las 5 de la mañana hora española.

Al despuntar el alba, bajo un manto de fina lluvia, los vecinos de Silver Spring, en Maryland ya se daban hoy cita en la biblioteca pública del centro de esta localidad que sirve de ciudad dormitorio a la capital de Estados Unidos, Washington. Todos ellos con un mismo propósito: votar. “Hay mucho en juego”, asegura Sophia, una maestra de escuela de mediana edad, “por eso -dice- hay que considerar cuidadosamente cada nombre”.

Esta opinión coincide con la de la mayoría de los analistas y medios locales que ven en estos comicios, ya no sólo unas elecciones legislativas en las que están en juego todos los escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los del Senado, sino todo un plebiscito a la presidencia de Donald Trump.

Sophia parece confirmar esta teoría al explicar que, como demócrata que dice ser, ha dado su apoyo al candidato progresista a gobernador, Ben Jealous, pero que se ha decantado por los republicanos de cara al Congreso. “Tenemos que dejar que el presidente pueda llevar a cabo su agenda y para eso necesita el control de las dos Cámaras”, sentenció la maestra.

El voto joven, como el de Sophia, es una de las claves de estos comicios, en los que por primera vez en años se presenta la posibilidad real de que de que los demócratas recuperen el control de las Cámaras. Esta situación coloca al presidente ante el abismo de dos años de mandato con escasa capacidad de maniobra y, sobre todo, con un férreo control a su Administración.

Tradicionalmente, muy pocos jóvenes suelen votar en las 'midterms' o elecciones de mitad de periodo. Según varios estudios publicados por Univision, menos del 20% de los ciudadanos menores de 30 años votaron en 2014, según las estimaciones de la oficina del censo. La falta de voto joven frente a la abrumadora movilización entre los votantes republicanos que tuvo lugar en 2016 fueron otro de los factores clave que dieron la victoria al siempre polémico Trump.

No obstante, el Partido Democráta se ha puesto manos a la obra para movilizar al voto joven, ya que es muy consciente de que va a resultar fundamental si aspiran a hacerse con alguna de las cámaras. Y los sondeos parecen demostrar que la campaña democráta -que ha tenido como protagonista al expresidente Barack Obama- ha tenido éxito. Según la encuesta publicada por la Universidad de Harvard, el 40% de los menores de 30 años dice que “votará seguro” en las elecciones de noviembre. Ese porcentaje es algo mayor entre jóvenes demócratas (54%) que entre republicanos (43%), pero sigue suponiendo un porcentaje histórico en un país donde la población menor de 30 años no suele participar en los procesos electorales.

No es de extrañar que para intentar impedir las aspiraciones democrátas, Trump se haya implicado en la campaña electoral republicana de una manera que era difícil presagiar hace apenas un año, cuando acusaba al Congreso de ser un lastre que sólo servía para ralentizar al Gobierno.

Después de una semana frenética, en la que ha viajado a decenas de ciudades por todo el país, el mandatario permanecerá durante la jornada de hoy en la Casa Blanca, donde mantendrá reuniones con su equipo político. El presidente llegó esta madrugada a la Casa Blanca tras cerrar el lunes una frenética jornada final de campaña con tres actos electorales en Cleveland (Ohio), Fort Wayne (Indiana) y Cape Girardeau (Misuri).

Estados Unidos nunca celebra la jornada electoral en un día festivo, lo que supone un gran contratiempo para las clases trabajadoras que a duras penas consiguen arañar un poco de tiempo para poder ejercer su derecho al voto sin faltar al trabajo. No obstante, Jennifer Moreno no ha querido faltar a su cita con las urnas.

“Es importante estar aquí. Necesitamos poner fin a lo que está pasando en este país”, comenta. Lo que está “pasando”, explica, es “un país dividido, que no trata con dignidad a los emigrantes que se ven forzados a huir de sus países y que amenaza con dar un paso atrás en los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo”.

Moreno, que trabaja como camarera en un café cercano, cuenta que se están cubriendo entre las compañeras porque “ninguna quería perdérselo” y lamenta que no se den más facilidades a los votantes. El voto de Moreno, de origen dominicano, forma parte de otro de los grupos demográficos clave de estas elecciones. De media, al menos un 52 % de la población latina en Estados Unidos asegura que “han pensado mucho” en estos comicios, lo que supone un aumento de hasta 16 puntos porcentuales en comparación con 2014.

Esa urgencia se nota en las prisas de quienes acaban de votar, quienes, según llegan a la puerta del edificio, intentan localizar un taxi con sus teléfonos móviles o se marchan caminando a toda prisa, bajo un paraguas que les ampara de la lluvia.

A pesar de la incertidumbre del resultado, de las prisas y del mal tiempo, la mayoría sonríe al salir de la biblioteca; pegada en el pecho llevan un pegatina con un mensaje contundente y bilingüe: “I voted / Yo voté”.

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