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Lenín Moreno culmina con un referéndum su ruptura con Correa en Ecuador

Lenín Moreno en el cierre de campaña en Quito.

EFE

Quito —

Lenín Moreno, el presidente conciliador de Ecuador, tendrá el domingo en la consulta popular un barómetro de sus ocho meses de gestión, en los que se ha distanciado de muchos de sus amigos de la izquierda y sorprendido a varios opositores de derecha que temían la misma línea del Gobierno anterior.

De 64 años, Moreno llegó al poder en mayo arropado por el movimiento Alianza País (AP) y de la mano de Rafael Correa, ahora su mayor opositor y quien le ha tildado de “traidor” por convocar una consulta popular para tratar de eliminar algunos de los símbolos de la etapa anterior.

En el currículum político de Moreno destaca el haber trabajado por los discapacitados cuando ocupó la Vicepresidencia (2007-2013) en los primeros años de la década que gobernó Correa, enarbolando la llamada Revolución Ciudadana.

Lenín Boltaire Moreno Garcés, en silla de ruedas desde 1998 a causa de un disparo durante un asalto, continuó con esa tarea como enviado especial sobre Discapacidad y Accesibilidad de la ONU.

Abandonó ese cargo al aceptar la candidatura a la Presidencia en unos comicios en los que venció en segunda vuelta al conservador Guillermo Lasso, su mayor detractor hasta que el nuevo presidente se abrió al diálogo con todos los sectores y comenzó a criticar abiertamente la gestión de Correa.

Considerado por muchos la cara amable de AP, Moreno es de hablar pausado, actitud serena y crítico con la postura de confrontación que caracterizó a Correa.

Desde la campaña electoral en 2017, Moreno aseguró que mantendría los principios originales y espíritu de la Revolución Ciudadana, el proyecto de la izquierda ecuatoriana emprendido por Correa y que adoptó el llamado “socialismo del Siglo XXI”.

Sin embargo, advirtió de que le daría su impronta de conciliación en una sociedad que había quedado fragmentada políticamente, lo que hoy le concede una popularidad en torno al 70%, aunque hay quienes critican que aún mantenga en su gabinete a estrechos colaboradores de Correa.

La ruptura con Correa

Moreno acostumbra a bromear en sus intervenciones públicas, pero en los últimos días ha mostrado su indignación ante las críticas a su convocatoria de consulta, pues Correa rechaza la interpretación legal que dio Moreno al silencio de la Corte Constitucional.

La ley establece que si la Corte no se pronuncia tras 20 días, se entiende “que ha emitido un dictamen favorable”, argumentó Moreno al emitir un decreto, 58 días después, para convocar la consulta. Entre otros temas, la consulta incluye una pregunta sobre la reelección indefinida, a la que se opone Moreno.

Fue la estocada final que llevó a la implosión en AP, una ruptura entre morenistas y correístas que el Tribunal Contencioso Electoral acabó dirimiendo en favor de Moreno, a quien entregó el movimiento mientras Correa y sus aliados lo abandonaron.

Para Gustavo Larrea, afín a Moreno, el proceso del domingo es por ello un punto de inflexión que podría validar la política del gobernante en busca de pluralidad y diálogo.

Licenciado en Administración Pública, profesor de secundaria y promotor turístico antes de desembarcar en la política, Moreno –casado, padre de tres hijas y abuelo de trillizos–, ha plasmado en la consulta una de sus más grandes convicciones: la alternancia en el poder.

Si ya antes criticaba la reelección indefinida, al calor de la campaña ha defendido que el poder es “lastimosamente una droga que embriaga en exceso” y convierte a los mandatarios en “más autoritarios, más confrontadores, más corruptos”.

Pero independientemente del resultado, después de la consulta Moreno deberá echar mano a su vocación dialogante para gobernar y lograr acuerdos para aprobar leyes en un Parlamento donde el oficialismo quedó herido desde la rebelión en las filas de AP.

En una luna de miel con la oposición estos últimos meses, Moreno verá a partir del lunes si los apoyos en círculos ideológicamente antagónicos son firmes o si se desvanecen cuando vean que Correa ya no podrá presentarse a la Presidencia en caso de que el domingo se derogue la reelección indefinida.

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