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Y en Irán, ¿qué pasa?

El presidente iraní, Hasán Rohaní (centro), asiste al desfile militar anual que conmemora el conmienzo de la guerra contra Irak en 1980, el pasado día 22 de septiembre, en Teherán (Irán). En la ceremonia estuvieron presentes los más altos cargos del Ejército, los Guardianes de la Revolución, las fuerzas voluntarias Basij y otros cuerpos militares y paramilitares.

Patricia Almarcegui

Abbas tiene 13 años. Llegó hace dos años a Collado Villalba. Su madre es licenciada en traducción e interpretación de inglés por la Universidad de Teherán. Habla un inglés culto y dulce, y ha enseñado la lengua a su hijo, el segundo de la promoción de su clase en el Instituto. Sus compañeros confunden Irak con Irán y lo llaman yihadista. Pero a él no le importa. Les dice que, de los últimos siete detenidos por presunto yihadismo en España, cinco eran marroquíes y dos, españoles.

En Irán viven 77 millones de habitantes. Otros cuatro se reparten principalmente entre Los Ángeles, Londres, Toronto, Dubái, Berlín y Fráncfort. Una gran parte salió del país tras la revolución islámica. Cuando los familiares que se habían quedado en el país murieron y heredaron, la moneda se había devaluado tanto que decidieron no sacarla del país. Ahora piensan de otra forma. En los últimos meses, el valor del dinero se ha duplicado. Se habla incluso de la posibilidad de quitar tres ceros a la moneda (un euro equivale a unos 37.000 riales) para contabilizarla más fácilmente.

Un apartamento en Teherán de 45 m vale alrededor de 360.000 dólares. El sueldo mínimo es de 250 euros y el de un funcionario, 600. La mayor parte de los iraníes tienen dos trabajos para llegar a final de mes. La capital iraní cuenta con 16 millones de habitantes. Al igual que Shiraz o Isfahan, está recogiendo el desplazamiento de la población de las zonas rurales a causa de la sequía. En Shiraz, por ejemplo, hace siete años que no llueve. Teherán ya no da más de sí, las montañas de Elburz la enclaustran y no permiten la construcción. Se extiende horizontal, blanquecina, alargada: gris. El mismo tono con que la retrató el gran fotógrafo Bahman Jalali durante décadas, quien aseguró que tuvo que irse a vivir a Londres para descubrir el color.

El tráfico es tan intenso que los jóvenes, más del 60% de los iraníes, salen solo por la noche cuando la circulación disminuye. Toman un refresco en los cafés hipermodernos (tanto aquí como allí) que han surgido en los últimos meses, van a casa de alguno a beber alcohol y luego salen con el coche con la música a tope a disfrutar de la noche. Del barrio de Jolfa, el lugar de moda en Isfahan, se dice que “todo ocurre pero nunca se sabe”. El espacio público se ha contaminado tras años de clausura del ambiente de las fiestas privadas en las casas. La doble moral que, aseguran, caracteriza a los iraníes desde hace siglos se deshace. En Irán, como en otros países, todo tiene lugar, aunque de forma clandestina.

Mientras, el gobierno islámico ha presentado un proyecto de ley para incentivar una nueva política de natalidad con el que pretendería llegar a 150 millones de habitantes en los próximos 50 años. Tras la decisión, se encuentran varias razones. La principal: estimular el consumo interno. El proyecto prohibiría las vasectomías y las ligaduras de trompas, y la publicidad sobre métodos de control de la natalidad. El aborto continuaría permitido como hasta ahora, es decir, en el caso de que el embarazo amenazase la vida de la mujer.

Al mismo tiempo, mientras el código penal islámico considera ilegal la homosexualidad, desde 1983, el gobierno costea las operaciones de cambio de sexo.

Cada vez son más las parejas que viven juntas sin casarse, a pesar de que las leyes islámicas iraníes lo consideran delito y, a pesar de la existencia del matrimonio temporal, un contrato por semanas, privilegio único del islam chíi. Las difíciles y largas negociaciones del mahrieh tienen que ver también con el descenso de los matrimonios. El mahrieh es el dinero que el novio debe asegurar a la novia en caso de que el matrimonio se rompa, pues, esta, al ser mujer, se encuentra en inferioridad de derechos en la separación, lo que el mahrieh repara.

Mientras, el acuerdo sobre el programa nuclear y el anhelado levantamiento de las sanciones ha activado una carrera entre los países occidentales a la búsqueda de un negocio en el país. Irán cuenta con la tercera reserva de petróleo del mundo, 100.000 millones de dólares en fondos congelados de Occidente y 77 millones de consumidores. Además de, una situación geográfica especial y estratégica, y un gobierno estable, en un Oriente desde hace tres años convulso. A lo que se suma, la última voluntad de la comunidad internacional de establecer relaciones con el país con objeto de encontrar soluciones políticas a los conflictos de Yemen y la guerra civil en Siria.

La pregunta que se plantean ahora mismo los especialistas es, ¿habrá apertura tras el acuerdo nuclear? La contestación es sí, pues el cambio ya se ha instalado en la sociedad. Más allá, lo que debería plantearse es cómo las transformaciones pueden disminuir el poder de los doce miembros del Consejo de Guardianes (la gran autoridad del país). Y cómo el código penal debería irse desligando de la ley islámica o sharia. Algo que, si se lleva a cabo, deberá hacerse lentamente, como los cambios que se han sucedido hasta ahora, y sin radicalismos.

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